Más Redondo, menos Iglesias

Sánchez y su asesor áulico controlarán la coalición para limitar a Iglesias y enjaularlo en sus contradicciones

Iván Redondo, director de Gabinete del presidente del Gobierno Ernesto Agudo
Víctor Ruiz de Almirón

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¿Qué es más importante, la verdad o sentir esa verdad? La pregunta, la reflexión, se la hacía recientemente en un coloquio Iván Redondo divagando sobre la comunicación en nuestra época y el papel de los ciudadanos en la recepción del mensaje. «Cuando se rompen los consensos básicos las emociones cobran importancia», reflexionaba Redondo.

Él lo sabe bien. Lo sabe el hombre que llevó al popular Xavier García Albiol a ganar las elecciones en Badalona con una campaña basada en la inmigración. Que es el mismo hombre que como principal asesor de Pedro Sánchez contribuyó a que el PSOE ganase unas elecciones por primera vez después de más de una década en una estrategia de polarización con Vox. Descubrir la placa tectónica del país y construir sobre ella. Ese es el trabajo del director de gabinete del presidente del Gobierno, que esta semana ha visto reforzada su posición. Un ascenso en paralelo a la imagen de un Pablo Iglesias muy limitado.

Su fama espectral se basa en el contraste. Sensación de amplios poderes pero poca proyección. El Comité de Dirección de La Moncloa al mando de Redondo coordinará todos los departamentos de asistencia al presidente , incluyendo el Departamento de Seguridad Nacional. Y sin embargo quienes le han preguntado estos días por este refuerzo se han encontrado por respuesta el intento de restarle importancia. A falta de plasmar en el BOE la estructura del gabinete de presidencia del Gobierno el mensaje es nítido: control y nuevo rumbo en la comunicación del Gobierno, bajo su batuta.

Redondo es un cuerpo extraño en un sistema político que fomenta la partitocracia. Pero no es cierto que en el PSOE todos recelen de él. Hasta los más reacios se han resignado ya a su ascendencia sobre Sánchez. Aunque en alguna ocasión algún miembro importante del Gobierno ha manifestado su malestar por tanto protagonismo: «No sé para qué estamos los demás. Si ya lo hace él todo», ironizaba hace tiempo uno de ellos. Muchos señalaron hacia él cuando el PSOE perdió más de 700.000 votos el 10-N. En su equipo siempre trataron de denunciar lo «injusto» de esa proyección de culpas. Pero sí es notorio que su lectura de la situación política marcó la estrategia de Sánchez de cara a esa cita. Su diagnóstico acertó de llenó en una cosa: Ciudadanos se iba a derrumbar. Y en otra más: el PP no pasaba de 90 escaños. Pero falló en la otra parte clave: la capacidad del PSOE para recoger el voto centrista huérfano.

Sánchez salió debilitado del 10-N y ambos tejieron ese pacto exprés con Pablo Iglesias para pasar rápidamente del trance del mal resultado electoral al reto de formar Gobierno. No salir magullado de ese abrazo con Iglesias es el objetivo de Redondo, que no es un gestor ni un hombre de partido. Sino un experto en comunicación y en construir los marcos adecuados para su cliente. Que hoy es el presidente. Y eso será más importante en una legislatura en que tienen al enemigo en casa. La proyección mediática de Pablo Iglesias y la menor vocación de Sánchez a la exposición mediática es una cuestión a equilibrar. Pese al deterioro de sus resultados, Sánchez y Redondo asocian completamente a Podemos con Iglesias y creen que con él al frente su partido será un competidor para el PSOE. Por eso la obsesión de evitar que él y sus ministros fueran «un Gobierno dentro del Gobierno».

«Lo importante es tener bien atado el sistema de comunicación interna» , manifiesta un dirigente socialista que ha sido jefe de gabinete en un gobierno de coalición autonómico. El protocolo de coordinación rubricado por PSOE y Podemos pacta incluso cómo comunicar los desacuerdos . Todo mensaje gubernamental debe pasar por la secretaría de Estado de Comunicación. Y ningún ministro deberá opinar de cuestiones que excedan sus competencias.

De entrada esta semana Podemos ha debutado en el Gobierno tragándose varios sapos, como la designación de Dolores Delgado como Fiscal General del Estado. Convertir a Iglesias en el primer defensor de Sánchez. Ese es el plan. El ascenso de Redondo es la resignación de Iglesias. Las enormes aspiraciones de Iglesias hace muy pocos años respecto a su entrada en el Gobierno, CNI incluido, se han visto reducidas a un control presupuestario muy limitado. Todos sus ministros son desgajes competenciales de otras carteras . Incluso su vicepresidencia es muy limitada. «Es una pena que siempre trabaje para nuestros adversarios», dijo Iglesias de Redondo cuando hace unos años le invitó a su programa de televisión. Y seguro que a día de hoy sigue pensando lo mismo.

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