La España donde «no existen» Podemos, Ciudadanos y Vox

Las elecciones dibujan una incógnita en las nueve provincias donde PP y PSOE monopolizan los diputados electos: está por ver si el bipartidismo reajustará sus fuerzas o si los «nuevos» conseguirán algún escaño

En nueve de las once provincias más despobladas todavía no han conseguido escaño los nuevos partidos Isabel Permuy

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La España donde «no existen» Podemos, Ciudadanos y Vox es la misma en la que se convocan manifestaciones para viajar en un tren en condiciones, donde los hospitales no tienen unidades de ictus y se pelea para que las escuelas rurales no cierren, porque si se van los –cada vez menos– niños que quedan, el pueblo morirá.

En esta España, cuando hay elecciones generales siempre ganan PP y PSOE. Su fuerza allí es tan grande que, desde que surgieron los partidos de Iglesias, Rivera y Abascal nunca han conseguido rascar ni un solo diputado. Este año, el panorama electoral dibuja una oportunidad para que estas tres formaciones rompan la tendencia, aunque no es ni mucho menos descartable que el bipartidismo se vuelva a imponer y lo único que cambie sea el equilibrio de fuerzas entre socialistas y populares.

Desde que Podemos y Ciudadanos (Cs) irrumpieran en las generales de 2015, el bipartidismo ha resistido en nueve provincias, que se ordenan de la siguiente manera en función del grado despoblación que padecen: Soria, Teruel, Cuenca, Zamora, Ávila, Cáceres, Palencia, Segovia y Ciudad Real. Estas circunscripciones reparten 29 escaños, que van desde los dos de Soria hasta los cinco de Ciudad Real y que en los últimos comicios, en 2016, se tradujeron en 18 diputados para el PP y 11 para el PSOE. La distancia entre el bipartidismo y los –ya no tan– nuevos partidos es abismal, tanto que Podemos, Vox y Cs tendrán que pugnar, en el mejor de los casos, por un diputado en cada territorio. Se trata del conocido popularmente como el «escaño que baila», que hasta ahora también se han repartido entre PP y PSOE en virtud de quién estuviera más fuerte en cada momento.

Las únicas excepciones son Huesca, la cuarta provincia más despoblada de España, donde cuentan con un diputado de Podemos, y Guadalajara, la novena provincia menos poblada, que tiene un diputado de Ciudadanos.

Rosa Romero (PP) ha sido vicepresidenta tercera del Congreso después de ser elegida diputada por Ciudad Real, donde hay en juego cinco escaños que habitualmente se reparten entre PP y PSOE. Al ser preguntada por ABC, no oculta la importancia que tiene esta cita electoral para el PP, que ahora tiene con Vox y Cs más competencia que nunca en el centro-derecha. «Fragmentar el voto puede ser el peor enemigo para quien no quiera que Pedro Sánchez vuelva a gobernar», admite Romero, quien insiste en la idea: «Tal vez la fragmentación pueda invertir lo ocurrido en las últimas elecciones y que el PSOE se lleve tres escaños y nosotros dos, pero lo vamos a pelear».

«Es difícil, pero no imposible, podemos sacar un diputado», expone desde Segovia Noemí Otero , la secretaria de Organización en la provincia de Cs, partido que se encuentra justamente en el otro lado de la balanza. Allí se reparten tres escaños que, en 2016, fueron dos para el PP y uno para el PSOE. Ahora la batalla volverá a estar en el campo de este último diputado, igual que en Teruel, donde explican las bondades del manido sistema d’Hont con un sencillo ejemplo.

«Siempre se ha dicho que las personas que PP y PSOE ponían de número 1 al Congreso podían dejar su trabajo, porque iban a salir seguro. El segundo, eso sí, era mejor que siguiera trabajando», ironiza Héctor Vicente, portavoz de Podemos en Teruel, quien explica que la hoja de ruta de su partido pasa por luchar contra otra expresión también conocida ampliamente: «La estrategia del PP para no desangrarse es apelar al voto útil».

Dos escenarios

Si el PP pierde fuerza en estos territorios, la hemeroteca habla de que el PSOE sería el gran beneficiado. Javier Antón es el candidato del PSOE para ocupar el escaño del Hemiciclo donde ya se ha sentado durante esta legislatura representando a Soria, la provincia con menos diputados a repartir con dos. Como indica, allí es prácticamente imposible otra fórmula que no sea un reparto de diputados al 50% entre PP y PSOE, por mucho que el panorama electoral cuente con más opciones que nunca. Sin embargo, el político no esconde las prioridades de su formación de cara a estas elecciones: «Miramos hacia arriba, no hacia atrás».

Los estudiosos de la demoscopia y la política, por su parte, tampoco cierran la puerta a la segunda alternativa, que no es otra que formaciones más jóvenes derriben el muro del bipartidismo en circunscripciones pequeñas. «No es imposible que Vox consiga un escaño en estas zonas», adelanta Narciso Michavila , presidente de GAD3 , quien sin embargo acota un poco más los caladeros donde la formación de Abascal podría dar la sorpresa aprovechando que lleva el viento de cola. «Puede hacerlo en zonas rurales castellano parlantes, en el resto es imposible», pronostica Michavila, quien añade que Vox «tiene más apoyo en núcleos rurales que Cs y Podemos, que concentran sus votos en las provincias más grandes».

Cercanía e implantación

Hay un factor, sin embargo, que juega en contra de los partidos más jóvenes. «En provincias así es muy importante la estructura territorial de los partidos tradicionales, que tienen sedes en prácticamente todos los municipios», manifiesta Rubén Tamboleo , sociólogo y consultor político. Esta mayor implantación de socialistas y populares favorece que tengan un trato más cercano con el electorado, táctica en la que volverán a incidir. «Nuestra receta es estar pegados al ciudadano. Estar en todos los pueblos. En Ciudad Real hay 102 pueblos y nos lo recorremos todos», especifica Romero, en la misma línea que Antón desde Soria: «Intentamos mirar a la cara a los ciudadanos, escucharles y traducir sus reclamaciones en propuestas».

No obstante, los «nuevos» intentan ponerse las pilas en este sentido, conocedores de que la implantación territorial es clave. Así lo afirma Alejandro Pedrera, portavoz provincial de Vox en Cáceres , quien reivindica que desde su partido, y a pesar de sólo tener dos sedes en la provincia, están intentado llegar a todos los rincones. «Hacemos mesas informativas en todos los pueblos para informarnos de sus necesidades». Más de lo mismo en Segovia, donde Otero y sus compañeros de Cs, conocedores de que la brecha generacional les hace «mucho daño», han dado un salto cualitativo para ser más efectivos en estas elecciones: «En 2015 éramos el germen de lo que somos ahora. Para esta cita tenemos una estructura más sólida, equipos más solventes y sobre todo, más gente, lo que nos permite llegar a más personas en los pueblos».

Y precisamente ahí, en los pueblos y provincias más despobladas de España se juegan mucho tanto PP y PSOE como Podemos, Ciudadanos y Vox. Los primeros intentarán decantar la balanza en busca de unos diputados que pueden ser cruciales, mientras que los segundos buscarán estrenarse en unos territorios donde reclaman menos promesas y más hechos para tener futuro.

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