Ciudadanos, aprender a competir tras bajar de categoría
El partido naranja se aferra a sus datos en zonas urbanas para ser optimista
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[La ‘nueva política’ entra en crisis antes de cumplir una década. Podemos y Ciudadanos afrontan el futuro sin sus dos líderes fundadores, Pablo Iglesias y Albert Rivera y con el peor apoyo electoral de su historia. El partido de Ione Belarra se tendrá que diluir en el proyecto de Yolanda Díaz y Arrimadas aspira a resistir como una formación urbana minoritaria. Lea aquí el caso de Unidas Podemos]
Ciudadanos (Cs) ha pasado en apenas cuatro años de liderar las encuestas en España, haber ganado las elecciones en Cataluña y entrar a formar parte de los gobiernos de importantes comunidades y ayuntamientos, entre ellos los de la capital de España o Madrid, Murcia, Andalucía y Castilla y León, a considerar que lograr un único procurador por Valladolid en la última de esta regiones es, casi, un éxito.
Un importante dirigente del partido naranja define ese cambio con un símil futbolístico: « Hemos bajado a segunda , y está muy bien que tengamos la aspiración de volver, algún día, a primera, pero mientras tanto tenemos que empezar a saber competir en segunda». La actual cúpula de Inés Arrimadas tiene claro que no se puede ser triunfalista ni lanzar las campanas al vuelo, pero creen que el resultado del pasado 13 de febrero, cuando Francisco Igea logró retener al menos su acta de procurador en Castilla y León, puede ser el comienzo de una remontada.
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Un optimismo que sustentan en varios datos comparados entre las elecciones del pasado 4-M de 2021 en la Comunidad de Madrid, cuando Cs desapareció de la Asamblea de Vallecas, y los comicios de Castilla y León. «En Madrid focalizamos nuestra estrategia en barrios concretos donde habíamos tenido tradicionalmente mucho voto, y no hubo manera. Ni Las Tablas [zona acomodada del norte de la capital de España] ni narices», explican coloquialmente. Pero esa misma estrategia sí ha surtido efecto en cuatro barrios de la capital castellana, donde Cs estuvo por encima del 10% del voto, precisamente las zonas en las que se focalizó la campaña naranja y donde se decidió remitir casi en exclusiva el buzoneo electoral.
Veinticuatro horas después de las elecciones el secretario de Comunicación, Daniel Pérez , trató de poner en contexto la situación del partido refiriéndose, aunque sin nombrarle, a la herencia dejada por Albert Rivera tras su dimisión en 2019. El partido estaba entonces, dijo Pérez, «en la sala de autopsias».
Entre abril y noviembre de ese año se bajó de cincuenta y siete a diez diputados . Pero eso no supuso, argumentan en la cúpula naranja, tocar fondo, sino el inicio de una caída más profunda. Y aunque admiten que la decisión de apoyar una moción de censura en Murcia en marzo de 2021 fue el «mayor error» de la era Arrimadas, creen que recibió un partido en un declive muy grande y con una marca muy dañada.
Tanto que la realidad de los sondeos internos durante todo 2020 y parte de 2021, los primeros dos años de la era Arrimadas, dibujaban una realidad aún peor que el casi 4% de votos obtenidos el año pasado en la Comunidad de Madrid o el 5% que, arriba o abajo, se obtuvo en las nueve provincias de Castilla y León.
De cara al futuro Ciudadanos cree que puede competir y bien en esa segunda división de la política. Aunque siendo menos ambicioso en los objetivos, focalizando con mucho nivel de precisión el caladero de votantes y marcando un perfil propio incluso frente a los partidos del centroderecha con los que, a priori, hay más coincidencias.
Olvidar territorios difíciles
En cuanto a lo primero, Ciudadanos se olvidará de los territorios en donde siempre le fue difícil penetrar , incluso en la época de mayor auge, fundamentalmente del norte de la península, como evidencia su incapacidad, en épocas buenas incluso, de entrar en el Parlamento de Galicia. E incluso podría revisar pactos a los que llevó la acuciante necesidad pero que desdibujaron parte de su perfil ideológico. Es el caso de la coalición Navarra Suma con UPN y el PP , que llevó a los liberales a renegar de su rechazo frontal a los regímenes fiscales especiales vasco y navarro.
Además, Cs apuesta sin ambages por ser un partido de perfil urbano y de clases medias profesionales, como evidencian los resultados comentados en cuatro barrios de Valladolid. «Ese es nuestro votante y muchos de ellos se fueron a la abstención, pero no a otros partidos», recalcan desde el equipo de Arrimadas. Y en cuanto al perfil propio, los naranjas creen que en el pasado la demoscopia marcó en exceso algunas decisiones que forzaron a volantazos notables .
Una de las más sonadas, hace años, fue la de la prisión permanente revisable, que tan pronto era «populismo punitivo», como llegó a decir una diputada naranja en el Congreso, a ser una medida que se defendía sin dudar. Ahora, tanto el voto a favor de la reforma laboral el pasado 3 de febrero como posturas diferenciadas del PP y sobre todo de Vox en inmigración u otras materias como la eutanasia, cuya ley vigente Ciudadanos respaldó, no se cambiarán pese a lo que digan los sondeos.
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