La izquierda invertebrada
Mientras continuemos teniendo esta izquierda revanchista e impermeable a las enseñanzas de la democracia, tendremos que acudir a las urnas con la única misión de que no nos arrasen los inconcebibles jinetes del totalitarismo venezolano
Pedro Sánchez presentó su candidatura con una gran bandera española , en la clásica exageración de los que se sienten en falso. Se hizo el moderado después de haber entregado los principales ayuntamientos al populismo antisistema , en una demostración más de que «extrema izquierda» es un pleonasmo y de que los socialistas continúan instalados en la irresponsabilidad prebélica de 2004 .
Con la alta excepción de Felipe González, la izquierda en España ha sido siempre una amenaza para el equilibrio, el orden y la prosperidad . Zapatero intentó, con su deplorable agenda sectaria, reabrir la Guerra Civil por ese deliro tan socialista de ganar lo que afortunadamente perdieron en el campo de batalla; y por la no menos socialista obsesión de matar a Franco, que se les murió en la cama. Hay una lección estructural de nuestra Historia que la derecha, por complejo o por lo que sea, ha renunciado a explicar, y es la fortuna que tuvimos de que la Guerra no la ganara el peor bando. Con Carrillo y con La Pasionaria habríamos caído bajo la terrible influencia del Pacto de Varsovia y todavía hoy no seríamos un país plenamente evolucionado.
Se acusa al presidente Rajoy de querer meter miedo , pero el único miedo que de verdad hemos sentido es el que nos ha causado Pedro Sánchez convirtiendo en alcaldesa de Madrid a Carmena , en alcaldesa de Barcelona a Ada Colau , pactando con Bildu en Vitoria o con la CUP en Badalona, entre tantas otras calamidades que le desmienten como líder de un partido homologable y le retratan como cabecilla de una banda. Mientras continuemos teniendo esta izquierda revanchista, impermeable a las enseñanzas de la democracia y moralmente invertebrada, tendremos que acudir a las urnas con la única misión de que no nos arrasen los inconcebibles jinetes del totalitarismo venezolano.
El año en que que el Frente Nacional pasó a la segunda vuelta y los socialistas no tuvieron más remedio que votar a Chirac, coincidí el día de la elección con Felipe González en el Hotel Costes de París. Me dijo: «¿Te imaginas que tuviéramos que votar a Aznar para salvar a España?». Llegó el día en que no tuvimos que imaginarlo y la izquierda española demostró que el odio sigue siendo su sustancia . Ausencia de Dios y de empatía. El gulag es, a fin de cuentas, una falta de piedad.
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