Elecciones vascas 2020
Las crisis de su gestión no castigan a Urkullu, que persigue la mayoría
Bildu y Podemos tratan de seducir al PSE para desplazar al PNV

El escenario ha cambiado de forma dramática respecto al pasado mes de marzo, aunque las sensaciones que transmite este segundo «acto» de las elecciones vascas son muy parecidas. Pocos resquicios hay por los que la oposición pueda atravesar la muralla que ha levantado el nacionalismo, que afronta el proceso con el paraguas de las encuestas y la previsión de que sus errores de gobernanza no les saldrán caros en las urnas. No obstante, los comicios del 12 de julio incluyen el factor impredecible de la crisis del coronavirus , lo que los convierte en una prueba de fuego no solo para el Gobierno de Iñigo Urkullu sino también para las direcciones nacionales de los partidos. La ciudadanía dictará sentencia.
Frente a esta situación, el Partido Nacionalista Vasco ha optado por tomar la vía pragmática y ha centrado su discurso en el desaguisado económico y social provocado por el Covid-19. Con el viento a favor y la posibilidad cierta de que tras el 12-J pueda alcanzar la mayoría absoluta de la mano del PSE, el PNV no tiene intención de correr ningún riesgo durante una campaña electoral que, además, le ha allanado el Gobierno de Pedro Sánchez con el goteo de cesiones competenciales al que ha accedido a cambio de apoyos puntuales durante el estado de alarma. El «trofeo» más relevante, por lo que significa y lo que conlleva, es el de la gestión del ingreso mínimo vital (IMV) , que a la postre sienta las bases para la transferencia en un futuro de la Seguridad Social.
El próximo jueves, apenas horas antes de que se inicie la campaña electoral, la formación que preside Andoni Ortuzar podrá exhibir además la «fotografía» de su acuerdo con el Ejecutivo de Sánchez para el traspaso de tres nuevas competencias. Estas transferencias, referidas al seguro escolar, los productos farmacéuticos y las ayudas previas a la jubilación ordinaria de los trabajadores afectados por ERE, son de bajo calado práctico, pero de gran valor simbólico.
A los nacionalistas no les interesa por ello entrar en el «cuerpo a cuerpo», y de hecho abogaron por reducir la campaña electoral a la mitad. En Sabin Etxea consideran que la oposición pretende instaurar un escenario brusco en los días previos a los comicios, pero lo cierto es que no ha estado la legislatura de Urkullu exenta de polémicas. Su actuación en la crisis del vertedero de Zaldívar (Vizcaya) continúa bajo tela de juicio, lo que se suma a los diversos «incendios» por corrupción que se han originado en estos últimos años, desde las irregularidades en las oposiciones del Servicio Vasco de Salud (Osakidetza), que provocaron la dimisión del exconsejero Jon Darpón; hasta el presunto fraude en la gestión de los comedores escolares.
Polémicas que, al menos hasta la fecha, no parecen haber desgastado al Gabinete de Urkullu, el político vasco mejor valorado en la encuesta que publicó la semana pasada el CIS con una puntuación media de 6,1 sobre 10. De igual manera, el PNV sería a tenor de este sondeo el partido más votado el próximo 12-J con el 31,9% de los apoyos, muy por delante de la segunda fuerza, que sería Bildu (12,2%). Eso sí, a los de Ortuzar no les alcanza, «a priori», para la mayoría absoluta .
Experimentos de izquierdas
Terreno abonado para la reedición de la alianza con el PSE, con el que el PNV espera lograr esa mayoría que se le escapó por un solo escaño en la pasada legislatura. Los socialistas vascos, que según los sondeos tampoco pagarán los efectos de la actuación de Sánchez durante la crisis sanitaria, no disimulan su predilección por sus actuales socios de Gobierno frente a los «experimentos» que proponen «otras izquierdas», apuntó recientemente su secretaria general, Idoia Mendia.
De esta forma se refirió a la «invitación» de Podemos a conformar un tripartito junto a Bildu . Los morados, que acaban de ratificar a la «pablista» Pilar Garrido como coordinadora general, se aferran a la gran alianza «de izquierdas» como única vía para mantener cierta influencia en la Cámara vasca ante la aciaga previsión de las encuestas.
Un acuerdo a todas luces improbable cuya mera mención resulta incómoda al PSE, que, al menos por el momento, prefiere guardar las distancias con los batasunos. No basta el intento de lavado de imagen de Bildu, que en las últimas semanas ha mostrado su lado más oscuro al negarse a «condenar» actos de «kale borroka» como el que se perpetró en el domicilio de la propia Mendia.
La coalición soberanista, aunque se mantiene como segunda fuerza y parece ganar la batalla a Elkarrekin Podemos en esa pugna por erigirse como el candidato de la izquierda más contestataria, sigue sin ser a día de hoy una alternativa real en el País Vasco, cuya ciudadanía se mantiene en su mayoría alejada de los postulados soberanistas que defienden los de Arnaldo Otegui. Por otro lado, tampoco ha logrado arrebatar a los nacionalistas el papel protagonista en el Congreso de los Diputados que saboreó tras acordar con Sánchez la derogación de la reforma laboral .
El voto de centro-derecha
En esta marejada política, PP+Cs se presenta a los comicios con el membrete de ser la única opción de centro-derecha no nacionalista. Tampoco sonríen las encuestas al proyecto que encabeza Carlos Iturgaiz, si bien en el seno del Partido Popular consideran que la situación ha mejorado sensiblemente respecto al pasado marzo , cuando se encontraban en plena crisis tras la dimisión de Alfonso Alonso como presidente y las pugnas con Génova.
Los populares vascos se aferran al «efecto Iturgaiz» y a su alianza con la formación naranja para aglutinar el voto de centro-derecha en una campaña en la que será constante la presencia de Pablo Casado, al igual que la de Pedro Sánchez. De hecho, el líder popular se desplazará hoy mismo a Vizcaya para calentar los motores de la campaña. La carrera ha comenzado.
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