CAMINO A LAS URNAS
La campaña mira a la izquierda
Descontada una hipotética victoria de Feijóo, el CIS apunta a un escenario que parecía ya resuelto: quién liderará la izquierda tras los comicios del 12-J
La ya lejana campaña del 5-A tenía escrito un guión para una película de intriga: Feijóo partía con la ventaja justa y se jugaría su cuarta mayoría absoluta en los días decisivos, con el debate televisivo como una incógnita en el camino. La izquierda se veía, encuestas mediante, en un escenario en el que cabía dar la batalla por un cambio político en Galicia. De cara a este 12-J, tres meses después, y con una variable en forma de crisis sanitaria que ha modificado el rumbo de la historia, el protagonista de la intriga ya no parece ser el candidato a la reelección , que habría cosechado un mayor apoyo en este tiempo de pandemia (siempre según la unanimidad de los sondeos publicados). El CIS de Tezanos puso esta semana sobre la mesa un nuevo elemento de suspense: quién liderará la izquierda en un contexto de cuarta mayoría absoluta de Feijóo.
Vista la trayectoria de los barómetros del CIS desde que aterrizó en sus fogones José Félix Tezanos, cabía esperar que se dibujara una proyección electoral en sintonía con la que habitualmente goza Pedro Sánchez: buenas dosis de esperanza para el PSdeG y Gonzalo Caballero para desbaratar las aspiraciones de Feijóo. Pero l ejos de espolear e ilusionar a los socialistas, el CIS les añade un elemento de seria preocupación . El BNG, lejos de estar en tierra de nadie como tercera fuerza política, se encontraría en situación de disputarles la segunda plaza. En voto directo, el PP se situaba en el 34,7%, el BNG en el 14,8% y el PSdeG en el 14,1% . El maquillaje vendría en la siguiente pregunta, al añadirle la variable de la simpatía, que situaba los porcentajes en un 38,7, 17,6 y 18,6 por ciento, respectivamente.
Son los datos sin cocina, esto es, sin incorporar recuerdo de voto y dejando en tierra de nadie a un 21,2% de indecisos, cuando otras encuestas sí son capaces de proyectar la inclinación de estos votantes hacia uno u otro partido en función de preguntas como a quién prefiere de presidente de la Xunta o cómo valora a cada candidato. Un 53% del electorado consultado por el CIS se decanta por cuatro años más de Feijóo, y recibe un 6,1 de nota media. Estos datos concuerdan grosso modo, por ejemplo, con la encuesta de GAD3 para ABC publicada el pasado 1 de junio. Que un candidato obtenga esa valoración implica a la fuerza que votantes de otros partidos le concedan una nota siquiera de aprobado. Con un 53% de predilección por Feijóo salta por los aires el argumento de Caballero de que Galicia quiere cambio.
Hasta el momento, el grueso de estudios demoscópicos ( GAD3 , Infortécnica, Sondaxe, Celeste-Tel, etc.) vaticinaba subidas para PSOE y BNG , que de alguna manera se repartían los escaños que se dejaba por el camino En Marea, ahora reformulada como Galicia en Común. Pero los distintos puntos de partida de socialistas y nacionalistas, con 14 y 6 escaños cada uno, daba una enorme ventaja a Caballero para, siquiera con la subida pírrica que vaticinan algunos sondeos, conservar la segunda posición. El Bloque tenía demasiado terreno que recuperar para poder plantar cara a su socio preferente en Galicia, con el que cogobierna allí donde le dan los números. De ahí la sorpresa del CIS. Caballero y Pontón no estarían tan lejos. Es más, la aspirante nacionalista resulta ligeramente mejor valorada que el socialista (5,0 frente a 4,9), y en 2016 ya demostró su capacidad para crecer en las campañas, principalmente en el debate televisado en los medios públicos.
El navajazo del CIS al PSdeG incide en una evidencia ya apuntada por otros sondeos: Caballero no suma a la marca . No entusiasma, no ilusiona. El 14,1% de los socialistas está a años luz del 32% de las generales de abril de 2019. Apenas ha pasado un año, pero los números no le salen al secretario general del PSOE gallego. Él, más sanchista que nadie, es incapaz de conservar los apoyos que sí tuvo Pedro Sánchez en la Comunidad, quien se desplazará a Galicia para salvar los muebles de su candidato. Si ni siquiera así conserva la segunda posición, el murmullo interno en el PSdeG va a elevarse: por menos pasaron a cuchillo a Emilio Pérez Touriño en la víspera de aquel fatídico 1 de marzo de 2009. Con 18 escaños, Ferraz tampoco le permitió una segunda oportunidad a Pachi Vázquez, y él si fue segundo. ¿Se la dará a Gonzalo Caballero si lo adelanta el Bloque? El silencio que hoy reina entre los socialistas puede tornarse en estruendo ante un fracaso de tal magnitud.
El nuevo escenario en la izquierda con el que nadie contaba va a introducir matices, de manera obligatoria, en la estrategia del BNG. Además de atacar discursivamente a Feijóo tiene en su mano lanzar dardos al PSOE para quedarse con algunos de sus votantes y dar un sorpasso que sería aún más histórico que el de Beiras en 1997 por una sencilla razón: entonces el PSOE a nivel nacional venía de la descomposición del «felipismo», mientras que ahora gobierna en España. ¿Dejará pasar la oportunidad Pontón de adelantar a los socialistas? Incluso aunque no quisiera enturbiar las relaciones con un futuro socio de coalición, tiene en su mano liderar un hipotético gobierno multipartito, y no quedar relegada a una vicepresidencia, como ocurrió en 2005. Es un ahora o nunca para los nacionalistas. Un motivo más de preocupación para el PSOE.
La campaña mira a la izquierda, y también lo hace un centro-derecha que se pellizca para no dormirse en las encuestas y que su electorado se confíe el 12-J y no vaya a votar. La no realización de actos masivos penaliza principalmente al partido que con más facilidad los organiza y que mejor rendimiento mediático obtiene de ellos. No habrá Plaza de Toros de Pontevedra, ni explanada de Palexco, ni romerías multitudinarias. El PP sabe que en un escenario de normalidad, en el que no se produzcan incidentes ni anomalías, que no se vea sacudido por alarmas sanitarias, tiene en su mano revalidar el gobierno. No se van a escuchar en los dirigentes populares discursos especialmente afilados, porque la apelación a la moderación es el hilo conductor de la campaña de Feijóo. Solo con ella se accede al votante de centro-izquierda al que no le molesta un PP centrado en vez de experimentos multipartitos por la izquierda.
Conscientes de que una campaña de perfil bajo beneficia al PP, la izquierda y sus aliados no van a dudar en azuzarla y agriarla, buscando una reacción fuera de tono de Feijóo y los suyos. La consigna es clara: si se fabrica una imagen radical o extremista del PPdeG se puede agitar de manera más convincente el fantasma de Vox. La ultraderecha es el ingrediente básico para el confort de Sánchez en Moncloa: mientras exista, él seguirá aglutinando voto útil. En Galicia es una visualización casi imposible, dada la irrelevancia discursiva y de personas de Vox (globos y abueliña aparte). Se van a suceder estos días grandes supuestos escándalos en la gestión de la crisis sanitaria, que probablemente resistan y ganen abultadamente la comparativa con otros territorios igualmente golpeados por el Covid-19. Pero que sin embargo serán agitados como la prueba definitiva de lo mal gestor que es Feijóo, ese al que prefieren de presidente un 53% de los gallegos, según el CIS de Tezanos.
Unas elecciones no son una suma perfecta, ni una fórmula que se pueda aplicar a priori. Una campaña puede ser un paseo a pie por el campo o, por el contrario, una montaña rusa en un vagón sin frenos. Ninguna encuesta daba vencedor a Núñez Feijóo en el año 2009 y, contra todo pronóstico, lo fue. Ahora podría alegarse que ninguna le da posibilidades a la izquierda, y que podría repetirse la sorpresa. De entonces a ahora hay una atmósfera política menos tensa y una gestión menos salpicada por peleas internas, despilfarros y desatinos. Pero la última palabra, dentro de tres semanas, la tienen los gallegos. A votar.
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