TRIBUNA
El tamaño importa
El presidente de la Confederación Empresarial de Madrid (CEIM) cree que «España destaca por la proliferación de trámites regulatorios y normativas vinculadas al tamaño empresarial que representan un enorme muro para la iniciativa empresarial»
Solo los necios o los sectarios pueden cuestionar el papel determinante de las grandes empresas en la creación de riqueza y empleo de un país. Las economías con empresas más grandes e internacionalizadas son más productivas, más innovadoras y atraen más talento; y cuentan con una mayor capacidad de supervivencia empresarial y estabilidad del empleo en épocas de crisis. Además, las grandes empresas generan no sólo empleo directo, sino también indirecto e inducido. Un ejemplo muy claro es el ecosistema empresarial que surge alrededor de las grandes fábricas de automóviles, rodeados de pequeñas y medianas empresas que les complementan con diferentes productos y servicios.
La gran empresa en España (más de 250 trabajadores) supone solo el 0,4% del tejido productivo, sin embargo, de ellas depende el 40,8% de los asalariados del sector privado, y en los primeros meses de la pandemia, España ya ha perdido alrededor de 200 de estas grandes compañías, con su correspondiente impacto en el empleo. Es verdad que la mayoría de ellas no han desaparecido, pero han dejado de ser grandes, es decir, se han empequeñecido, lo cual viene derivado de una pérdida de empleo . Y, a su vez, han perdido tamaño porque han reducido su actividad, lo que afecta a miles de pymes que les suministran productos o servicios.
Está claro que, durante esta crisis, las empresas más golpeadas han sido las pequeñas. Pero el empleo destruido entre las medianas y las grandes ha sido también muy abultado. En el caso de las grandes, no tanto porque hayan desaparecido sino porque han menguado. Pero, debido a su peso en el mercado laboral, su impacto en términos de empleo es muy elevado.
El tamaño importa para competir en el mercado y en el rendimiento en términos de empleo y renta. Las grandes empresas son fundamentales porque son más competitivas , tienen una capacidad de movilizar actividad económica en un porcentaje mucho mayor, tienen más capacidad de financiación, mayor solidez laboral, ofrecen mejores expectativas en capital humano y carrera profesional, mayores salarios, más planificación a largo plazo y mayor capacidad inversora, de desarrollo de I+D o de innovación.
Asimismo, otro asunto relevante para el crecimiento de nuestras empresas es la calidad institucional. Es un hecho demostrado que los países con más calidad institucional son los más competitivos. Como demuestra el icónico libr o «Why nations fail: The origins of power, prosperity and poverty» , el triunfo o el fracaso de las naciones se encuentra íntimamente ligado a la eficacia y excelencia de sus instituciones. Y dentro de esas instituciones, ninguna probablemente tenga el peso o la seguridad que otorga la Justicia. El funcionamiento de ésta puede reforzar o minar la confianza que necesitamos, no sólo las empresas y los inversores, sino también los ciudadanos, en el momento de tomar decisiones de futuro.
Del buen funcionamiento de la Justicia depende - mucho, por lo tanto, el desarrollo de un país y, por consiguiente, de sus empresas.
Una Justicia más rápida y segura, con criterios claros, comprensibles e independientes, es ineludible si España quiere crecer y progresar en libertad. Estamos en un mundo cada vez más competitivo y la Justicia es un elemento clave para conseguir la mejora de nuestra competitividad como país, y la de nuestras empresas en un mundo globalizado. Su mal funcionamiento, o sólo la sospecha de ello, genera costes que condicionan el crecimiento y el dinamismo económico, reduciendo el bienestar. Las empresas valoran el atractivo de un país como destino de inversiones considerando, entre otros factores, la eficiencia, calidad e independencia judicial, así como la existencia de una legislación clara y estable. Existe una clarísima relación directa entre seguridad jurídica y crecimiento económico e inversión.
Por otro lado, España destaca por una proliferación de trámites regulatorios y normativas vinculadas al tamaño empresarial que representan un enorme muro para la iniciativa empresarial. No se trata de favorecer que las pymes mantengan su tamaño, sino que se fomente que crezcan. Ese es el mejor apoyo que pueden recibir. Sin embargo, los indicadores de regulación del mercado de productos PRM (Product Market Regulation) de la OCDE indican que, aunque se han producido mejoras, el índice global de barreras a la iniciativa privada en España se sitúa todavía muy por encima del correspondiente a los países de nuestro entorno.
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