Los secretos de la economía que lleva 28 años sin sufrir la recesión
La desaceleración de China pone a prueba la capacidad de Australia para resistir a los cambios de ciclo
Australia también está en las antípodas en políticas económicas. El país oceánico acumula 28 años sin entrar en recesión (no ha sumado dos o más trimestres consecutivos en negativo y solo ha cosechado cuatro desde 1991), un hito insólito entre las economías desarrolladas y maduras, acostumbradas a sobrevivir en la montaña rusa de unos ciclos económicos que igual desatan la euforia que empujan a la depresión más profunda.
Es innegable que el rebufo de China (que acapara el 35% de las exportaciones australianas) ha ayudado mucho en estas casi tres décadas de crecimientos continuos y regulares, del mismo modo que la ralentización del gigante chino podría pasar ahora factura, pero la fortaleza de la economía australiana no se ha cimentado únicamente en el efecto contagio de los vecinos en ebullición. «El apetito por las materias primas de China e India ha contribuido, y también la industria ganadera y los agricultores se han beneficiado por la demanda que conllevan los nuevos hábitos alimenticios de la creciente clase media china. Además, se ha producido una avalancha de compradores chinos que han tomado posiciones en el mercado inmobiliario australiano», explica Aurelio García del Barrio, director del MBA con especialización en Finanzas del IEB.
«Los principales motivos por los que Australia ha evitado una recesión son China y el aumento de la población. China es ya su principal socio comercial, y no solo en bienes (sobre todo, acero y metales), también en exportación de servicios (turismo y educación)», explica Alicia García Herrero, analista jefe del banco de inversión Natixis para Asia-Pacífico.
«Pero también hay factores socioeconómicos que explican la estabilidad económica del país. La mayoría de los australianos viven temerosos ante una recesión que está por venir, y eso les hace ser prudentes. Además, las decisiones del Banco de la Reserva de Australia (RBA) han sido mucho más cabales y menos arriesgadas que las tomadas en otras economías desarrolladas. En política monetaria nunca se han dejado llevar por el pánico en los momentos más delicados y han desplegado medidas contrapuestas al resto del mundo: no han elevado tipos de interés en aras de proteger su divisa y de atajar prematuramente una inflación que suponían que acabaría por llegar, y anticipando además que una moneda más débil balancearía sus exportaciones desde un sudeste asiático que estaría renqueante hacia otras zonas económicas donde esa devaluación las haría mas competitivas», asegura García del Barrio.
Las políticas económicas de los distintos gobiernos también se han caracterizado por la mesura. El país «es un ejemplo de disciplina fiscal y equilibrio presupuestario», subraya el profesor del IEB. Una filosofía que se traduce en una deuda pública que supera ligeramente el 40%. Con un mercado laboral muy flexible, la cifra de paro ronda el 5% y el desempleo juvenil no llega al 12% . Además, Australia también se ha diferenciado por introducir medidas para contrarrestar los efectos del ciclo, como las inversiones masivas en infraestructuras ejecutadas en 2009. Y en numerosas ocasiones, ha aprovechado el viento a favor para presentar superávit presupuestarios. Alicia García Herrero subraya otro factor clave en el desarrollo del país: «Sigue atrayendo mano de obra de valor añadido, lo que aumenta la productividad».
«Siempre han tenido una gestión eficiente y eficaz y los malos gestores no se perpetúan»
«Siempre han tenido una gestión eficiente y eficaz, y además no se perpetúan los malos gestores ni las políticas autocorrosivas. Vivieron una crisis bancaria hace más de dos décadas y la reacción del Gobierno fue la de ejecutar una purga de los altos directivos responsables de las entidades que estuvieron al borde de la quiebra. Con eso enviaban un mensaje claro a los mercados: el que la hace la paga», explica el profesor del IEB. El saneado sistema financiero del país austral también esta respaldado por políticas de fomento de la competencia que impiden por ley la fusión de las cuatro mayores entidades .
Pero la contrastada fortaleza de la economía australiana está ahora a prueba. Razones para la inquietud no faltan, y a principios de mes el RBA movía ficha con el anuncio del primer recorte de tipos de interés en tres años, hasta dejarlos en un 1,25% , un nuevo mínimo histórico. El objetivo oficial, «apoyar el crecimiento del empleo y dar más confianza de que la inflación será consistente con los objetivos a medio plazo», según explicó el regulador en un comunicado. «El argumento para bajar tipos ha sido la debilidad del mercado de trabajo. Pero yo pienso que hay otra motivación importante, que es el mercado inmobiliario, que atraviesa una situación difícil por varios motivos: uno es el excesivo endeudamiento de las familias que restringen la demanda interna de vivienda, a la vez que se ha desplomado la demanda externa, que es fundamentalmente China (los controles de capital dificultan las compras de vivienda en el exterior)», explica Alicia García Herrero. Los niveles de endeudamiento de las familias australianas (en el entorno del 100% del PIB ) están muy vinculados a ese calentamiento del precio de la vivienda (se ha disparado hasta un 70% en la última década), llegando a configurar una inquietante burbuja. «El banco central australiano también ha reaccionado bien aquí. Endureciendo la concesión de hipotecas ha conseguido pinchar esa burbuja de forma controlada», asegura García Barrio.
El freno en China también puede impactar en el turismo, otro de los vectores del «milagro oceánico». «Los viajes han contribuido de manera significativa al crecimiento de esta economía. De hecho, más de 9 millones de turistas internacionales entraron en el país en 2018 -un aumento del 24% con respecto a los tres años anteriores- para contribuir con más de 44.000 millones de dólares australianos a la economía», asegura Marco Rosso, director regional para España de SiteMinder, una compañía australiana de tecnología para hoteles. Rosso resta importancia a un posible enfriamiento en la industria del viaje: «No vemos que la tendencia de los viajeros chinos de venir a Australia vaya a ralentizarse», sentencia.
El tímido crecimiento de los dos últimos trimestres de 2018 (0,3% y 0,2%) y el primero de 2010 (0.4%) certifica una ralentización que amenaza el inmaculado historial reciente de la economía australiana. Pero García del Barrio cree que «el país tiene buenos fundamentales como para no sufrir un vaivén importante en sus cimientos». De nuevo, Australia se atrinchera en las antípodas económicas para hacerse fuerte en el cambio de ciclo.
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