La recaída del comercio corrobora que no habrá recuperación en «V»
Las importaciones se contraen aún más, a rebufo del consumo, si bien la recuperación beneficiará sobre todo a los bienes y servicios producidos en España
La esperada recuperación en «V» empieza a parecer una ilusión en uno de los indicadores donde parecía seguir esta tendencia: el comercio. Así lo atestiguan los datos de España con el resto del mundo. Solo hay que mirar la evolución de los meses de junio, julio y agosto. Al cierre del primer semestre la curva empezó a torcerse hasta que en el octavo mes del año volvieron a acentuarse las caídas.
«A corto plazo, el sector exterior no va a ser el motor de la recuperación por las propias características de la pandemia. Ya no hay ‘‘V’’», reconoce Antonio Bonet, presidente del Club de Exportadores. En junio, las ventas al extranjero cayeron un 9,21% en términos interanuales; en julio se recuperaron ligeramente hasta una tasa negativa del 7,51%; y en agosto regresaron a la tendencia negativa con un desplome del 9,11%. «La evolución no está siendo buena, y hay problemas estructurales que atajar» , dice Bonet.
Esta vuelta a la tendencia a la baja tiene especial incidencia sobre la recuperación. Más allá de la forma en que está siendo el rebote, cabe destacar que las exportaciones tiraron de la vuelta a positivo en la anterior crisis. El comercio con el exterior fue ganando peso hasta situarse en algo menos del 35% sobre el PIB en 2019; las ventas fuera tiraron de la recuperación, y ahora eso parece que no será posible, e incluso todo apunta, según las fuentes consultadas, a que su peso sobre el total de la economía caminará también a la baja este año y los siguientes.
Así las cosas, no todos los bienes han experimentado idéntica evolución en su exportación. Los productos energéticos mantuvieron en agosto una caída del 48,7% en interanual, en una línea plana prácticamente respecto a meses anteriores. Las manufacturas aumentaron su caída hasta casi un 9%. Y los bienes de equipo incrementaron el hundimiento hasta el 12,4%.
Por el lado de las importaciones , estas han caído también a plomo -un -17,1% interanual hasta agosto-, con mucha más fuerza que las exportaciones -alrededor de ocho puntos más-, provocando que, al igual que ocurrió en la anterior crisis, el hundimiento del consumo haya reducido el déficit comercial un 54,6% hasta agosto. «Si tomamos las importaciones de mercancías, al haber sido la caída de la demanda mayor en España que en el resto de países, se explica que las importaciones se reduzcan más que las exportaciones. Pero si incluimos las de servicios no es así, ya que aquí se ve el impacto de la crisis en el turismo », asevera la economista sénior de la Fundación de Cajas de Ahorros (Funcas), María Jesús Fernández.
Curiosamente, BBVA Research observa que la desescalada está provocando qu e el aumento del consumo vaya más a servicios y productos producidos en España que a bienes importados. «Durante el tercer trimestre del año, la relación se ha invertido y buena parte del incremento en la demanda no se ha desbordado hacia el exterior , sino que el gasto se ha concentrado en bienes producidos a nivel nacional», recoge el servicio de estudios en su Situación España.
Al principio del confinamiento, las importaciones, sin embargo, cayeron menos que el consumo, explica el economista jefe para España en BBVA Research, Miguel Cardoso, debido a que la reducción de la demanda se centró en aquellos servicios que el confinamiento impedía consumir: los prestados en España. En cambio, Cardoso recuerda que en las primeras semanas de pandemia, el gasto de los hogares aumentó en «alimentación, productos de tecnología para teletrabajar, ordenadores o equipamiento deportivo , que tienen un mayor peso de bienes importados».
«Todos los servicios personales que se nos impidió consumir fueron los que más cayeron entonces. Al levantar las restricciones lo que ha ocurrido es lo contrario , son los que más han aumentado», señala. De hecho, las importaciones ahondaron su caída anual en mayo frente a abril, pese a que entonces comenzó a reabrirse la economía, en lo que se pudo deber a este efecto.
Por tanto, la recuperación del consumo tendrá un efecto mucho mayor sobre la actividad -al tirar menos de importaciones- y el empleo que en otros países, ya que España es el estado de la OCDE que más puestos de trabajo de contacto personal tiene, un 56% del total de la afiliación. Al mismo tiempo esto supone un riesgo: si la recuperación se tuerce, ante la ola de contagios que están al alza, España es uno de los países que más tiene que perder .
Como fuere, el Gobierno ha incluido en sus previsiones este efecto : si en 2020 augura que las importaciones caerán un 20% ante un desplome del consumo del 12,6%, para el año que viene prevé que esta última rúbrica aumente un 8,3% pero las compras al exterior no recogen la misma elasticidad que la caída de este año, con un alza del 8,6% en 2021.
El automóvil resiste
Al mismo tiempo BBVA Research observa otro factor: el sector automotriz, uno de los motores del PIB nacional, n o redujo las compras al exterior de bienes intermedios tanto como esperaba . Los componentes de automóvil redujeron sus importaciones un 25% hasta agosto, frente al 41,6% que se contrajeron las de coches y motos.
«Puede ser una señal positiva», explica Cardoso, que lo achaca a dos posibilidades. En primer lugar que las fábricas sigan haciendo pedidos para producir esperando que la crisis vaya a ser pasajera. «Una hipótesis un poco optimista», admite. «La otra opción que creemos que puede estar más en línea con la realidad es que buena parte de los modelos producidos en España no van a estar tan negativamente afectados por el ajuste. España se especializa en modelos de coches pequeños, que puede tener una salida más fácil en crisis» , detalla Cardoso. Como suele ser norma, las crisis en España golpean con más intensidad que en el resto de países, pero la recuperación puede venir con fuerzas renovadas también.
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