Exportaciones, la vía de escape de la anterior crisis se atasca para la economía española
El Covid, los cambios en la globalización y el agotamiento de un modelo basado en el precio lastran una actividad clave en la última gran recesión
Las ventas españolas, que ya se desaceleraron en 2019, cayeron en el segundo trimestre un 27,7%, frente al 18,5% del comercio mundial
La pandemia del coronavirus ha puesto en jaque el crecimiento económico de España y ha tenido un efecto demoledor sobre sus ventas al extranjero, que se desplomaron un 15,8% en el primer semestre del año . Si el impulso exportador fue el asidero al que se agarraron muchas empresas para sobrevivir a la anterior crisis, en esta ocasión, en un contexto de desglobalización, con un tejido empresarial severamente dañado y con las exportaciones creciendo a un ritmo cada vez menor, su papel como motor de la recuperación económica queda en entredicho .
«En 2008 las exportaciones de bienes y servicios suponían un 22% del PIB y han llegado a alcanzar el 35% en 2019, es decir, fueron decisivas para sacarnos de la crisis. Esta vez pensamos que a corto plazo no va a ser así», asegura a ABC Antonio Bonet , presidente del Club de Exportadores e Inversores. ¿El motivo? « España va a estar en inferioridad de condiciones bien porque hemos sufrido más económicamente, bien porque las ayudas que están recibiendo nuestras empresas son inferiores. Si el tamaño del mercado va a ser menor por culpa de la “coronacrisis” y, además, nuestras empresas van a estar en peor situación, es muy difícil que el sector exterior vuelva a tirar del carro a corto y medio plazo». Las primeras señales de alarma ya se han producido. En el segundo trimestre del año las exportaciones españolas de mercancías cayeron un 27,7% mientras que el volumen del comercio de mercancías en el mundo lo hizo un 18,5%. «Eso significa que estamos perdiendo cuota de mercado a nivel mundial », alerta Bonet.
Desde la Cámara de Comercio de España, sin embargo, confían en que el sector exterior pueda ser nuevamente una palanca para superar la coyuntura adversa. «Debido al músculo que hemos alcanzado en el pasado tenemos la capacidad de que el sector exterior contribuya muy positivamente a la recuperación global de la economía española cuando la situación se normalice», sostiene Raúl Mínguez , director del Servicio de Estudios de la institución. Ese músculo al que se refiere se fraguó en la última gran crisis, cuando la caída del consumo interno hizo que las compañías se afanaran en la búsqueda de alternativas que les permitieran mantenerse a flote y muchas encontraron en los mercados internacionales un salvavidas para capear el temporal.
Desde 2008 hasta 2013, años centrales de la recesión, el número de firmas que probaron suerte más allá de nuestras fronteras no hizo sino incrementarse, al pasar de las 101.395 a las 151.160 . Un aumento de la base exportadora que también tuvo su reflejo en el valor generado por las transacciones: de los 189.227 millones de euros alcanzados en 2008 hasta los 235.814 conseguidos cinco años después. Con la recuperación iniciada en 2014, las exportaciones de mercancías acumularon tasas de crecimiento anuales nunca inferiores al 2% y en 2017 avanzaron un 7,7%. Desde entonces, eso sí, han moderado su crecimiento, con un repunte del 3,3% anual en 2018 y del 1,8% en 2019. Detrás de esta cifra se incluyen factores como la incertidumbre generada por el pulso que mantienen China y Estados Unidos o las tensiones entre Estados Unidos y la Unión Europea por las ayudas públicas a Airbus, que se han traducido en aranceles de la administración Trump a productos comunitarios por valor de 6.900 millones de euros.
Como nota positiva, Mínguez incide en que, a pesar de que exportamos a un ritmo más desacelerado, España ha sido capaz de conservar desde 2016 la cuota del 1,8% sobre el total de exportaciones mundiales de mercancías , según datos de la Organización Mundial de Comercio (OMC), «lo cual quiere decir que mantenemos la competitividad». Desde la Secretaría de Estado de Comercio, dependiente del Ministerio, defienden que «tras el fuerte impacto inicial de los primeros meses de la crisis sanitaria, se aprecian señales de recuperación relativamente rápidas, por lo que hay motivos para el optimismo a medida que se recupere la economía mundial».
El futuro, en cualquier caso, no será un camino de rosas para los exportadores. O no al menos con las viejas fórmulas, compitiendo en precios. Según el «Country Report 2020» de la Comisión Europea, publicado en febrero, España depende en gran medida de la competitividad de costes para sus exportaciones . «Las exportaciones españolas se concentran en bienes y servicios que compiten principalmente en precios. La cuota de las exportaciones de alta tecnología se mantiene por debajo de otros grandes Estados miembros de la UE y, en términos de valor añadido, España está más presente en la parte de las cadenas globales de valor más expuesta a la competencia de países emergentes», reza el documento.
Las exportaciones españolas de mercancías aumentaron en 2019 un 1,8% en respecto al año anterior; en 2018 crecieron un 3,3% y en 2017, un 7,7%
«Es cierto que en muchas ocasiones se ha tenido la tentación de intentar ser competitivos a nivel de costes, pero se pone de manifiesto que es cada vez más complicado. Una buena opción podría ser revertir estas estrategias de negocio hacia una estrategia más orientada a la diferenciación, a hacer productos de más calidad... ahí hablaríamos de la innovación, un tema muy relevante en este escenario actual», asegura Ramón González Cambray , director de los programas MBA y Executive Education de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
Bien lo sabe la compañía familiar Turrones Pablo Garrigós Ibáñez , nacida en Alicante hace tres décadas y con una amplia experiencia exportadora. «Tan pronto como montamos la empresa acudimos a ferias internacionales porque siempre hemos buscado mercados que no fueran solamente el español», comenta el fundador de la firma, hoy capitaneada por sus hijas Henedina y Débora. Sus dulces, enfocados al mundo gourmet, llegan a distintos países de Europa, Asia, América y Oceanía . «Nos diferenciamos de los demás con un producto de calidad, lo que siempre ha sido nuestra insignia y también estamos a la vanguardia en packaging», cuenta Pablo Garrigós. La venta exterior supone en torno al 30% de la facturación y su objetivo es llegar al 50%.
Antonio Bonet destaca que las empresas españolas son cada vez más proclives a competir en base a calidad, diseño, innovación y marca. «A medio plazo no podemos basar nuestra competitividad en precio porque nos van a ganar» , resume. Máxime si se tiene en cuenta que, con motivo de las interrupciones en las cadenas de suministros derivadas del Covid-19, se acelerará la desglobalización, lo que supondrá un encarecimiento de los procesos de producción . «El motivo fundamental que antes impulsaba a las cadenas globales de valor era la búsqueda de la eficiencia a través de menores costes, pero la pandemia ha mostrado que es mucho más importante tener seguridad en el aprovisionamiento , por lo que habrá una tendencia hacia el acercamiento de las fuentes de suministro. Es un proceso lento, pero que está claramente en marcha y va a tener una importancia muy grande», explica Enrique Fanjul , socio de la consultora Iberglobal y profesor del Máster de Relaciones Internacionales en la Universidad CEU San Pablo.
Diversificación geográfica
Como señala González Cambray, la pandemia obliga a las compañías a repensar a nivel de modelo de negocio y a hacer cosas diferentes: «Ha acelerado los procesos de cambio en las empresas a partir de la digitalización, pero también con la posibilidad de replantear nuevos retos». Uno de ellos es la diversificación geográfica, pues España todavía tiene una alta dependencia de Europa, destino del 71,4% de sus exportaciones . «Los mercados europeos ofrecen ventajas muy grandes desde el punto de vista de la seguridad jurídica y del marco institucional, están muy desarrollados, gozan de un alto nivel económico, etc. Cuentan con una capacidad de compra muy grande y España todavía tiene margen para aumentar su cuota de participación», afirma Fanjul, que matiza que esto no es óbice para que, siempre con la debida prudencia, se promueva la presencia española en otros mercados como Asia, que ahora representa el 9,2% de las ventas al exterior.
Fuentes de la Secretaría de Estado de Comercio aseguran que seguirán apostando por la diversificación internacional, abriendo nuevos mercados y con un mayor peso de las exportaciones a Asia, África y América . «En 2019, más de un 40% de las exportaciones de bienes y más de la mitad de los servicios se han dirigido a países extracomunitarios UE-27 y seguiremos adoptando políticas y acuerdos de comercio bilateral para aumentar nuestra presencia en otras regiones, reduciendo la dependencia de la zona euro», indican.
En el Club de Exportadores señalan también el potencial de los países que forman la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean) , donde la presencia española es más que modesta aunque ha aumentado en el último año: 3.848 millones exportados en 2019 (el 1,3% del total), un 7,2% más respecto a 2018. «Son 650 millones de habitantes (más que la UE) y hay países como Vietnam, Indonesia o Singapur que tienen tasas de crecimiento muy importantes», apunta Bonet, que insiste en que el esfuerzo de las empresas para reponerse a la crisis debe ir acompañado de reformas estructurales de largo alcance que ayuden a revitalizar su competitividad internacional . Considera necesario que se fomente el aumento de tamaño de las pymes (de media, una empresa en España tiene 4,7 trabajadores), con medidas como elevar los umbrales de declaración trimestral de impuestos de seis a veinte millones de euros. También cree fundamental «que no empeoren las situaciones competitivas subiendo impuestos o cargas sociales, algo que sería muy contraproducente».
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