Faltan ingresos

Como es perceptivo ha iniciado el proceso con el límite de gasto en donde ha ejercitado la prudencia, al basar las cuentas sobre previsiones modestas de crecimiento del PIB y del empleo

PUEBLA

IGNACIO MARCO-GARDOQUI

España necesita unos presupuestos. Lo dice el Gobierno y es cierto. Los actualmente en vigor fueron elaborados por el ministro Montoro hace un par de glaciaciones y aunque nos han parapetado frente a algunas veleidades, no es lógico que una coalición entre la ultra izquierda y la ultra, ultra izquierda (según su propia taxonomía) gobierne con unos presupuestos de ultra derecha. Demasiada distancia.

Además, quiere y debe darse prisa. El futuro de Sánchez pende del hilo catalán. Un hilo poco resistente que puede quebrase en cualquier momento. Pende de ERC y los veleidosos republicanos penden a su vez de las ideas locas del nunca demasiado Honorable Torra , quien a su vez obedece a un inestable fugado. No habrá en el mundo una sola compañía dispuesta a cubrir semejante riesgo. Por eso le conviene correr.

Como es perceptivo ha iniciado el proceso con el límite de gasto en donde ha ejercitado la prudencia , al basar las cuentas sobre previsiones modestas de crecimiento del PIB y del empleo. Lo malo es que ese horizonte mortecino de la economía minorará los ingresos fiscales. Por supuesto, el capítulo de gastos crece de forma abultada. Son tantas las promesas que cumplir, tantas las aspiraciones que colmar y tan numerosas las atenciones que servir que l os gastos subirán como la espuma.

Entonces, ¿cómo cuadrar unas cuentas con menores ingresos y mayores gastos? De dos maneras. La primera, con una renegociación de las exigencias de contención del déficit público impuestas por Bruselas. La ministra de Hacienda dice que la senda pactada por el PP no era realista. Claro, pero eso depende del lugar al que se pretenda llegar. La segunda mediante una subida de impuestos cuya concreción la hará en pequeñas dosis para que resulte más sencillo de ingerir.

De entrada nos asegura que solo afectará a los más pudientes. Una afirmación que es falsa por ser imposible de cumplir. Para comprobarlo basta con preguntarse quién terminará por pagar las dos nuevas tasas anunciadas: algunas transacciones financieras y los servicios digitales . No se han enterado todavía de que los impuestos se incorporan a cada estadio de la cadena de costes y que siempre termina por abonarlo el consumidor final. ¿Quién sino iba a hacerlo?

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