Proceso natural

Todas las operaciones que salieron mal - no fueron pocas- fueron recurridas y los tribunales se mostraron comprensivos con los demandantes y justicieros con las entidades financieras

NIETO

IGNACIO MARCO-GARDOQUI

Hubo un tiempo, tampoco muy lejano, en el que los intermediarios financieros -principalmente la banca, pero no solo-, cometieron muchos errores y algún que otro atropello. Vendieron como merluza de anzuelo lo que era pescadilla revenida. La mayoría de los clientes no entendía lo que compraban y no pocos vendedores no sabían lo que vendían. Eso condujo a situaciones habituales de abuso e indefensión. Todas las operaciones que salieron mal - no fueron pocas- fueron recurridas y l os tribunales se mostraron comprensivos con los demandantes y justicieros con las entidades financieras.

Curiosamente, ninguna de las operaciones que tuvieron un final feliz -también las hubo y no en escasa cantidad-, fueron reclamadas. Lo cual nos lleva a concluir que siempre se entienden mejor los finales felices que las conclusiones amargas . Mecanismos de defensa de la mente humana, unidos con ciertas dosis de egoísmo y completadas con ese concepto militar del aprovechamiento del terreno.

Los organismos reguladores salieron al paso, convencidos pero también forzados por la presión popular y establecieron dos tipos de medidas. Unas, caminaban en la dirección de establecer nuevas normas y regulaciones que evitaran los abusos y mantuvieran las operaciones dentro de unas coordenadas más estrictas y controlables. Otras, pretendían aportar transparencia a las transacciones de tal manera que los clientes supieran con claridad y en todo momento, cuánto y porqué servicios pagaban las comisiones solicitadas por los vendedores.

Ambas decisiones fueron correctas. Pero no inocuas. La mayor transparencia permitió establecer comparaciones entre las gestoras , algo que encanta a los clientes. A muchos, les gusta tanto esto de apretar a los proveedores que valoran más a quienes les cobran menos que a quienes rentabilizan mejor sus ahorros . Lo primero se conoce desde el principio, lo segundo solo se ve al final. Y todos estos movimientos condujeron a la reducción de las comisiones cobradas, es decir, de los ingresos percibidos por las gestoras. Y de ahí solo hay un pequeño trecho a sus planes de ahorros de costos y, por fin, a la concentración en entidades cada vez mayores . Un proceso natural, aunque doloroso para los afectados.

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