El golpe más duro al capitalismo familiar italiano

El castigo a los Benetton en el culebrón Autostrade, alentado por el populismo, marca un punto y aparte en la historia empresarial del país

La tragedia del puente Morandi de Génova ha pasado factura a los Benetton Reuters

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El culebrón dura casi dos años, envuelto en una tormenta política y económica que traerá cola. Después de 21 años de control, la familia Benetton acabará, en el arco temporal de alrededor de un año, fuera de la gestión de Autostrade per l’Italia (ASPI) , controlada en un 88 % por Atlantia -socia de ACS en Abertis-, que gestiona 3.257 kilómetros de autopistas en Italia, sobre un total de 5.866, es decir, el 55,3%. El gobierno decidió en la madrugada del martes al miércoles retirar la concesión a la familia Benetton y ASPI se convertirá en una sociedad dirigida por el Estado mediante la Caja de Depósitos y Préstamos , controlada por el ministerio de Economía, Y que se cotizará en Bolsa, con la mayoría de capital del Estado (33%).

Para la familia Benetton, que controla el 30% del grupo Atlantia, representa cerrar un capítulo muy importante de un modelo familiar del capitalismo italiano. Su salida de Autostrade tiene su origen en la tragedia del puente Morandi de Génova, cuyo derrumbe causó 43 víctimas el 14 de agosto 2018 . El populismo del Movimiento 5 Estrellas dictó sentencia inmediata: convirtieron en una bandera de su identidad la necesidad de revocar la concesión a ASPI.

Los dirigentes del Partido Democrático, que forma parte de la coalición de gobierno, se mostraron más cautos y presionaron por una solución negociada. Al final, se llegó al acuerdo de que los Benetton salgan gradualmente, reduciendo su 88% en ASPI al 10%, que los deja sin puesto en el consejo de administración, un porcentaje que acabarán vendiendo cuando se les presente la mejor ocasión.

A sus 85 años, a Luciano Benetton , que creó un imperio económico partiendo de la confección de jerseys, no le quedó otra opción que la retirada. Forjó un imperio con un inicio de leyenda en 1955. Se trató de una historia ejemplar del capitalismo familiar italiano. Cuando tenía 19 años, Luciano compró su primera máquina de tejer de segunda mano. Su hermana Giuliana pasaba más de 18 horas tejiendo y Luciano ofrecía la mercancía a las tiendas de la ciudad. Él se había enamorado de los colores observando al pintor ruso Kandisky: «La combinación de los colores se convirtió para mí en una obsesión». Fue una clave del éxito. El colorido de los jerseys constituyó una novedad que arrolló entre los jóvenes de la época. La firma de moda fue la principal criatura de Luciano Benetton , origen después de un holding financiero controlado por la familia Benetton, con filiales como Autogrill o Autostrade. Todo un grupo de empresas con unos 65.000 trabajadores.

Tras el derrumbe del puente Morandi , el populismo desató una campaña de demonización de los Benetton, culpándoles de haberse preocupado solo por obtener beneficios con Autostrade sin atender la seguridad. Luciano Benetton tuvo que salir al paso de las feroces críticas: «Los ataques son injustos. Ningún componente de la familia Benetton ha gestionado jamás Autostrade. Nos consideramos parte lesionada, asumimos la responsabilidad por una gestión de los managers que ha demostrado ser inadecuada». Hoy muy pocos defienden públicamente a la familia Benetton . Sí lo ha hecho el fotógrafo Oliviero Toscani , que firmó las famosas campañas publicitarias logrando que Benetton fuera una marca global. Toscani critica el «linchamiento mediático» contra Los Benetton : «De todas las personas con las que he trabajado, nunca conocí personas más honestas que Luciano y su familia. Hoy nadie que en el año 1999 las autopistas eran un desastre; el Estado les ofreció la concesión, porque nadie las quería».

Hoy todos pretenden cantar victoria tras la retirada de la concesión de Autostrade a los Benetton, pero se mantienen interrogantes, tras la feroz lucha que ha habido entre el populismo y el reformismo. Los más populistas y radicales del Movimiento 5 Estrellas hubieran deseado la expropiación, la retirada de la concesión sin contemplaciones hacia los Benetton. En ese caso el Estado tendría que haber pagado una indemnización de 23.000 millones de euros, y habría suscitado dudas sobre la economía de mercado en Italia, dañando su imagen exterior.

Deriva populista

Reflejo de ese populismo es la declaración de uno de los líderes del Movimiento, Alessandro Di Battista , apodado el Che de Roma: «En este país donde todos los escándalos terminan en un clima feliz, no recuerdo a una familia de poderosos que haya terminado abofeteada como le ocurrió a la familia Benetton el martes por la noche». Tuvo que salir al paso de ese populismo desmedido la ministra de Infraestructuras y Transportes, Paola De Micheli (Partido Democrático): «No ha habido una expropiación al estilo venezolano». En la misma línea se ha expresado, Matteo Renzi , líder de Italia Viva, que forma parte de la coalición gubernamental: «Ha habido un acuerdo entre el Gobierno y la familia Benetton; por lo tanto, a los particulares no se les expulsa, sino que se les paga». De hecho, la Bolsa de Milán «premió» el acuerdo, con una subida de 26,65% en la cotización de Atlantia el miércoles.

El retorno a la gestión estatal para Autostrade suscita dudas en un momento clave para Italia como es la negociación del Fondo de recuperación de 750.000 millones de la Unión Europea. Los llamados países «frugales» no aceptarían que Italia solicite dinero para nacionalizar su economía , manteniendo empresas ruinosas como es el caso de Alitalia. El número dos del PD, Andrea Orlando, ha tratado de eliminar esas sospechas: «ASPI no será otra Italia; o hacemos reformas o perdemos los fondos de la UE».

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