Con permiso
El discurso, económico, por supuesto, de Rajoy
Sánchez ha roto la hucha antes de tiempo. Quizás los ciudadanos deberíamos haber exigido antes cobrar los dividendos
Arranca la semana con enorme expectación, ya no tanto por la música de fondo de los nuevos ajustes sobre el déficit o por la batería de impuestos que se avecina, sino por el discurso del expresidente Mariano Rajoy en la que será su vuelta al ruedo político. La cita, el próximo viernes, día 20. Y ante los suyos. Entorno a las 16.00 horas, en la inauguración del congreso nacional más decisivo del PP en su historia reciente, en el que más de tres mil compromisarios tendrán en su mano la elección del nuevo líder del partido. Soraya Sáenz de Santamaría o Pablo Casado . ¡No va más!
Y es que tras su traumático abandono del cetro presidencial el pasado 1 de junio -por el éxito de la moción de censura que le desposeyó del cargo en favor de Pedro Sánchez -, Rajoy volverá a escena para poner en valor el discurso, económico, por supuesto, que le ayudó a gestionar España y sacarla del profundo agujero en el que la dejó enterrada medio viva su antecesor. Una herencia económica la de Zapatero, por cierto, catastrófica para todos excepto para una persona: ¡el propio Rajoy! Al dejarle un listón tan sumamente bajo que le ayudó a ganar de calle, con mayoría absoluta, las elecciones del 20-N de 2011 . Así, Rajoy pudo poner en marcha la maquinaria de una política económica de ajuste con unos réditos que hoy recoge su sucesor al frente del país y... del partido. ¿Quién? ¿Ambos?
El caso es que será un mensaje estructurado bajo las premisas de los que le ayudaron a desahogar el país - los Nadal, Montoro, Báñez ...-, pivotando sobre tres ejes principales: estabilidad presupuestaria, control del gasto público y devaluación interna. Hoy, todos ellos, fuera de vigor y perdidos para la causa socialista. Primero, porque la nueva ministra de Economía, Nadia Calviño , que puso como única condición para aceptar el cargo la desaparición o dejación de funciones a su favor de la antigua Oficina Económica , ha empezado a tirar por tierra la estabilidad presupuestaria, aumentando en cinco décimas el objetivo de déficit para este año -con el beneplácito, de momento, de Bruselas-. Segundo, porque está fuera de toda duda que aquello del control del gasto público no va con la ministra de Hacienda, María Jesús Montero , sino todo lo contrario, por lo que se impone la vuelta a los impuestos «a los malos» para hacer acopio de votos hasta final de legislatura. Y, tercero, por los efímeros efectos de la apresurada firma sobre alza de sueldos con los agentes sociales que hizo que la devaluación interna pasara a mejor vida con una inflación que se consolida por encima del 2%.
Sánchez ha roto la hucha antes de tiempo. Quizás los ciudadanos deberíamos haber exigido antes cobrar los dividendos de unos réditos económicos de los que hoy se beneficia el Gobierno pero que también llevará por bandera el próximo presidente del PP por sugerencia directa de Rajoy.
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