CAMINOS DE INNOVACIÓN

La década perdida en la que España vio pasar el tren del futuro

La inversión en I+D+i se desplomó con la crisis y apenas se ha reactivado con la recuperación. El bloqueo institucional y la inestabilidad han impedido definir una política de Estado que enfoque al país hacia un proceso de transformación tecnológica que ya marca las reglas de la nueva economía

Daniel Caballero

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La historia de Facebook cumple todos los clichés de Estados Unidos. Incluso, David Fincher rodó una película sobre ello -«La red social»- para dejar testimonio hollywoodense de que allí están a otro nivel. Jesse Eisenberg encarnó a un joven Mark Zuckerberg en la Universidad de Harvard ávido de dejar huella. Fue en ese centro, en las cuatro paredes de su residencia, donde pergeñó una idea que hoy capitaliza en Bolsa más de medio billón de dólares. Todo superstartupero, con inversores de por medio, ordenadores, garajes, alcohol, chicas... Una historia de película que acabó siéndolo pero es algo que solo puede ocurrir en la cuna de las bombillas sobre la cabeza. ¿Se imaginan algo así en España, con Alejandro Amenábar a la claqueta y Mario Casas ante la cámara? No, hoy en día es imposible. Por muchas razones.

Cabify es lo más parecido a Facebook que tenemos en España. Primer y único «unicornio» nacional, es decir, startup que sobrepasa los 1.000 millones de valoración . Un crecimiento muy rápido que llamó la atención, precisamente, en Silicon Valley . Todos los caminos conducen a Roma... pues esto lo mismo. Y comparar la empresa fundada por Juan de Antonio con el gigante que creó Zuckerberg es, quizás, hiperbólico. En este punto se terminan las posibilidades. España no tiene más.

«Nuestro país está en un escenario de década perdida. Había hecho un gran esfuerzo a principios de siglo para recuperar el retraso histórico; se había conseguido en el periodo 2004-2010, cuando crecimos en inversión por encima de nuestros socios. A consecuencia de la crisis, ese esfuerzo se fue al traste; la I+D+i no solo no se protegió sino que los Presupuestos Generales del Estado se ensañaron con ella. Estamos peor que hace diez años», dice Jorge Barrero, director general de la Fundación Cotec. No es extraña esta percepción al mirar los datos. España invirtió en innovación en 2017 -último año con estadísticas- apenas el 1,2% del PIB ; realmente lejos del 2% de media de la Unión Europea, el 2,79% de Estados Unidos, el 3,02% de Alemania, el 2,19% de Francia... Lo peor es que en 2009 la cifra era del 1,35%, aunque la crisis arrasó con ello. Una tendencia contraria a la del resto del mundo. Unos para adelante, otras para atrás. De ahí la década perdida.

La única esperanza, aunque tibia, está en el sector privado. Tiró de la inversión en 2017 con un incremento del 8,2%, más del doble que el crecimiento del PIB; por contra, en el sector público el incremento fue de «solo» el 1,7%. En total, en España el dato aquel año fue de 14.052 millones entre todas las partidas, públicas y privadas. «En 2018, los indicadores de Cotec nos hacen pensar que las cifras serán positivas . No estamos tan seguros en 2019», prosigue Barrero.

No es casualidad que este año se pueda llegar a sufrir en inversión en I+D+i. Dos elecciones generales en apenas unos meses, las cuartas en cuatro años, con presupuestos pretéritos prorrogados... Las cuentas de Montoro , por antiguas, hipotecan el futuro del sector. «Las situaciones de inestabilidad institucional no favorecen, tampoco las especulaciones relativas a cambios en el régimen fiscal, en concreto en lo que se refiere a la aplicación del Impuesto de Sociedades o el incentivo a la I+D. Más aun en el caso de filiales de multinacionales, que intentamos convencer a nuestras corporaciones de la idoneidad de España para traer proyectos innovadores», destaca Helena Herrero, presidenta de la Fundación I+E y de HP en España. Que el país necesita un presidente, ya mismo, no para 2020, para poder «mover la innovación».

Bloqueo político

En el hachazo que supone para el sector el no tener Gobierno y continuar dando bandazos de incertidumbre coinciden todas las fuentes consultadas. Patronales, investigadores, fundaciones, escuelas de negocios... todos están de acuerdo . El «bloqueo político», dicen concretamente. A este gremio le da lo mismo el color de los partidos, lo que quieren es que España se ponga las pilas. «Estamos mejor de lo que nos creemos y peor de lo que deberíamos estar. Somos un país de luces y sombras: tenemos empresas y personas muy destacadas pero después en la media no estamos donde deberíamos. Hay que poner el esfuerzo, el foco y el apoyo público en que se desarrollen modelos de negocio nuevos y crezcan los actuales para que las oportunidades se aprovechen», dice Pedro Mier, presidente de Ametic, la patronal de las compañías tecnológicas.

En inversión nadie niega que nuestro país tiene los deberes por hacer. La crisis actúa de excusa política pero lo cierto es que se acumulan ya varios años de crecimiento vigoroso y eso no se traduce en un mayor esfuerzo. La UE puso a España la tarea de alcanzar el 2% de dinero dedicado a I+D+i en 2020 -así como tener un 20% del Valor Añadido Bruto en la industria-, pero ni una cosa ni la otra. A medias, y en pocos meses llegará el tirón de orejas de Bruselas... aunque tiene otros asuntos urgentes sobre la mesa como las pensiones, la deuda, el déficit, el paro y la desaceleración .

Si se mira al Índice de Economía y Sociedad Digital (DESI), el panorama no difiere tanto. Según ese indicador, España está en el puesto 11 del ranking europeo, con una puntuación de 56,1 puntos. Por encima en este caso de la media comunitaria, Alemania y Francia, pero lejos del potencial que los expertos defienden que tiene nuestro país. Los puntos fuertes de España son la conectividad - preparación para el 5G o la banda ancha- y los servicios públicos digitales -destacando en datos abiertos y servicios de sanidad electrónica, por ejemplo-. Los débiles, más bien el débil, con mayúsculas, es el capital humano. «Alrededor de una quinta parte de los ciudadanos españoles aún no están conectados y cerca de la mitad de la población sigue careciendo de las competencias digitales básicas», dice la ficha nacional de DESI. Puesto 17 de los 28 de la UE; mucho por hacer. «Actualmente, si nos comparamos con otros países, España es la decimocuarta economía del mundo y, sin embargo, ocupamos el puesto 29 en el grupo de los países más innovadores, según el índice de Bloomberg», añade Herrero. Un panorama con el que la película que Fincher rodaría en este territorio sería más «Seven» o «El club de la lucha» que «La red social».

Modelo propio

En esta época de la copia y la simulación de lo que hacen los demás, las fuentes consultadas defienden que España no debe apostar por su propio Silicon Valley. EE.UU. es una realidad distinta, como lo son otros «hubs» como Tel Aviv, Shenzhen, Seúl ... «Intentar replicar Silicon Valley a las bravas no necesariamente funcionará sino que hay que ir a por qué se han desarrollado esos polos de innovación. Las cosas no salen por generación espontánea», asegura Mier. Se está refiriendo a ir al fondo de por qué esa zona tiene tanto éxito y es allí donde quieren formarse y desarrollarse los emprendedores de todo el mundo. Y no duda en hablar de que en ese sitio se ha armado un ecosistema muy potente al calor del clima universitario; el conocimiento llama a las ideas y las ideas a las startup.

El gran problema de España, más allá de la falta de inversión, la incertidumbre política, etc., radica en la falta de un modelo país. «No se está siguiendo ningún modelo», esgrime Barrero. Y eso es buena parte de lo que pide el sector para poder potenciar España, tanto a nivel interno como externo. «La apuesta por la innovación contribuye al desarrollo y la modernización de las sociedades y es el sustento de un mercado laboral altamente cualificado , mejores servicios sociales en general, una sanidad moderna y eficaz, un sistema educativo eficiente, la sostenibilidad del sistema de pensiones…», defiende Herrero.

Casos de éxito

Sí que es cierto que existen proyectos como «La manzana del acero» (Asturias) , «La Milla del Conocimiento» (Gijón) , «Málaga Valley» , el polo de desarrollo de impresión 2D y 3D de León... pero nada de conjunto. Aun así, proyectos como estos hacen pensar que pronto puede haber un cambio. «En España solemos llegar algo tarde, pero cuando finalmente nos ponemos las pilas no descansamos hasta que estamos en cabeza. Pasó con la conectividad: empezamos en la cola y nos hemos puesto en cabeza de Europa», afirma Joost van Nispen, fundador y presidente del Instituto de la Economía Digital de ESIC Business & Marketing School. Aunque no hay que olvidar que el país todavía arrastra un problema más añadido: el miedo al fracaso. Este experto cree que «cada vez hay menos complejo» sobre este tema, y que no está tanto en la tecnología sino en el idioma, la cultura global y la capacitación.

Pese a todo, aún hay esperanza. Pero antes se deben afrontarse todos los retos mencionados. Sin perder de vista las trabas burocráticas, tradición ya en España. Los expertos urgen a acabar primero con el bloqueo político para poner España a trabajar y desbloquear unos Presupuestos que acompañen la etapa de crecimiento. Tras ello, definir el modelo de país que se quiere construir. Y ya entonces Alejandro Amenábar y Mario Casas podrán empezar a grabar su película.

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