TRIBUNA / CIUDAD ABIERTA

Los Acuerdos de la Villa

Marcos Sánchez Foncueva, CEO de la Junta de Compensación de Valdebebas, reivindica la importancia histórica del pacto entre las fuerzas políticas en el Ayuntamiento de Madrid y analiza su posible impacto en el urbanismo de la ciudad

La movilidad sostenible será clave en el desarrollo y mantenimiento urbano del futuro

“Por imperativo ético”. El de la memoria de las víctimas del COVID19. De esta manera solemne justificaba el Alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida , la firma de los Acuerdos de la Villa . Sin duda un pacto histórico que coloca a Madrid en el centro de la política nacional, consolidando el kilómetro cero, este centro geográfico, como referencia para todos los que creemos en la libertad y en la democracia y, porque no decirlo, en España. Son grandes las diferencias, fuertes las discrepancias, alejadas las posturas en una parte importante de aquello sobre lo que, sin embargo, se ha cerrado un acuerdo marco sobre el que edificar una Capital más fuerte y más global que nunca. En palabras del Regidor, “Madrid es el rompeolas de todas las Españas”.

800 años han pasado desde que Rodrigo Rodríguez Girón fue nombrado Justicia Mayor y Señor de Madrid, considerado por la historiografía reciente el primer Alcalde de la ciudad. Bajo su mandato se prohibieron los duelos, se multaba arrojar estiércol a las calles, se perseguían los vertidos en el Manzanares. Al poco de su nombramiento, tras una pertinaz sequía que trajo consigo hambre y enfermedad, buscó con el Rey Fernando III la redención de los pecados de los madrileños sacando en procesión por las calles el cuerpo incorrupto del Patrón San Isidro, con el resultado de fuertes lluvias a los pocos días que arrastraron epidemia y sequía, aliviando la hambruna galopante.

No ha sido necesario esta vez la intercesión del Santo, ni el duelo de cuchillos. Se ha producido, eso sí, el milagro del consenso y del acuerdo entre opuestos. Los acuerdos alcanzados en este mes de julio de 2020 tienen una relevancia y una importancia histórica que empezaremos a poner en perspectiva todos los madrileños en los próximos meses, no solo por lograr un consenso entre todos los grupos políticos del consistorio, casi olvidado desde aquellos Pactos de la Moncloa de 1977. También porque s upone un acuerdo programático que inicia una nueva época en muchos de los aspectos a los que se extiende, desde la adopción unánime de medidas sociales y de reactivación económica tras la devastación de la pandemia, hasta la definición de una nueva estrategia de ciudad, de una estrategia urbana que, en función del grado de desarrollo que alcance en la práctica, supondrá un antes y un después en la forma de entender y gestionar el urbanismo de Madrid.

Se propone, para la obtención del suelo destinado a la construcción de viviendas, traspasar el inscrito en el Patrimonio Municipal de Suelo de uso residencial a la EMVS , la cual habrá de adscribirlo al desarrollo de vivienda protegida. Promueve, a su vez, la transformación de parte del suelo dotacional en residencial, o la elaboración de una fórmula mixta que permita conjugar ambas calificaciones. El alcance de este acuerdo se me antoja extraordinario. Supone la puesta en valor, por fin, de un patrimonio público de suelo tan importante como el madrileño, ligándolo de manera inequívoca, ahora sí, a la promoción de vivienda pública. Para ello proclama la necesidad de la colaboración público-privada en el desarrollo de esta política de vivienda. Nadie discute ya, afortunadamente, la imperativa y urgente necesidad de este trabajo conjunto que han de desarrollar las administraciones públicas con las empresas promotoras y constructoras del sector privado.

Pretenden los acuerdos, también, impulsar el desarrollo de un parque público de vivienda en alquiler similar al existente en las ciudades europeas más avanzadas, como Viena, Berlín, Amsterdam o París, fijándose el horizonte del 20% del parque inmobiliario. Algunos venimos reclamando desde hace años como posible, la implantación y recreación, salvando distancias y adaptando modelos, de una política pública de vivienda como la de Viena en la ciudad de Madrid. Complementa esta aspiración con el objetivo de la construcción de 15.000 nuevas viviendas protegidas públicas en alquiler social a lo largo de los próximos años.

La transformación digital y la prioridad a la tecnología en el diseño y mantenimiento urbano alcanzan también especial relevancia en los acuerdos. Se enfatiza la prelación en la incorporación de indicadores urbanos y big data que permitan optimizar el mantenimiento y conservación de pavimentos y estructuras de la ciudad, así como conocer deficiencias en materia de accesibilidad, buscando completar y actualizar un inventario de todo el espacio público municipal con información sobre su estado de conservación y nivel de accesibilidad. Todo ello subordinado a una definición de movilidad sostenible que, de manera más o menos rápida pero del todo inexorable, está llamada a cambiar la ciudad y la manera en la que la hemos visto y vivido los madrileños.

Resulta evidente que el esfuerzo de gestión para conseguir algunos de estos resultados será monumental y habrán de vencerse demasiadas inercias que hoy lastran el avance por tan ambiciosas rutas. En todo caso, hemos de contextualizar los objetivos en el marco de la unanimidad en que se encuadran . Solo de esa manera podremos atisbar la dimensión de los cambios propuestos. Baste la brevísima relación de medidas propuestas, entre las 352 que contienen los Acuerdos, para apuntar la profundidad de la transformación a que pueden dar lugar.

He tenido la oportunidad de trabajar con José Luis Martínez-Almeida y con Begoña Villacís, así como con sus equipos, en los años previos a la asunción de sus cargos. Alcalde y Vicealcaldesa tienen un profundo, por trabajado y por estudiado, conocimiento de las realidades y necesidades de la Capital y una cercanía y complicidad con los madrileños que no son fáciles de ver. Desde mi realidad como gestor y desde mi pasión por mi ciudad he de destacar que nuestro Alcalde, con el apoyo y el incansable trabajo de la Vicealcaldesa, han conseguido algo por lo que todos los madrileños les debemos gratitud. Aunar las voluntades de todos los grupos municipales y conseguir ilusionarles con el desempeño de una tarea común, eso que parece tan simple y consustancial a la política, pero que se demuestra tan raro y complicado de obtener, colocan a uno y otra en un lugar que debemos preservar de ideologías y partidos. Esa labor desarrollada por todos los ediles del Consistorio, esa visión, debe propagarse y proclamarse en todos los pueblos y ciudades de España y en el Gobierno de la Nación. Puede hacerse y merece la pena, sea cual sea la que pueda suponer.

Mientras tanto, Madrid sale ganando. Podemos mostrar con orgullo estos Acuerdos de la Villa. Traigo ahora a la memoria del lector aquel bando que circulaba por la Villa y Corte, el primero dado por un Alcalde constitucional legítimamente instaurado, Pedro Sainz de Baranda: "El rey ha jurado, libre y espontáneamente, a las seis de la tarde, en presencia del Ayuntamiento constitucional provisional de esta villa, la Constitución Política de la Monarquía Española, promulgada en Cádiz el 19 de marzo de 1812; y ha dado orden al general don Francisco Ballesteros para que jure igualmente el ejército; en su consecuencia, ha acordado el mismo Ayuntamiento que haya iluminación general y repique de campanas por tres noches, empezando desde hoy". Los Acuerdos de la Villa del año 2020, no se dude, están revestidos de una importancia y de una trascendencia que bien merecen que un repicar de campanas, siquiera por unas horas, se extienda por la ciudad de Madrid, alcanzando de lleno sus tañidos a ese otro Palacio, al de la Moncloa.

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