Tokio 2020

Matt Stutzman, el Robin Hood sin brazos, busca recompensa en Tokio

El arquero, que sujeta sujeta el arco con los pies y lo activa con la mandíbula, se ha preparado a conciencia para volver al podio en Tokio tras la plata de Londres 2012 y la decepción de Río

Eva Moral aumenta el botín del triatlón con un bronce

Susana Rodríguez, de la portada de 'Time' al oro

Matt Stutzman, durante la competición en Tokio IOS / IPC

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A pesar de que ya es conocido en el mundo paralímpico, todavía sorprende que alguien sea capaz de levantar un arco con los pies, situar la flecha, estirarla con los dientes, y disparar. Sin la ayuda de las manos. Para quien tiene los dos brazos, casi es difícil hasta de entender. Pero Matt Stutzman no solo hace todo el proceso con una pulcritud y una facilidad extraordinarias, es que, además, apunta y acierta. Es un prodigio que debutó en Londres 2012 con una plata, que no pudo repetir podio en Río y que está en el camino de recuperar su lugar en el Olimpo paralímpico en Tokio 2020.

Nació sin brazos hace 38 años con uno de esos billetes de lotería que solo reciben unas pocas personas en el mundo. Una entre 350.000. A sus padres no les gustó el premio, y lo dieron en adopción. A él, que no podía comparar entre hacer las cosas con o sin brazos, no le importó, y tampoco a la familia que lo acogió, que lo educó como si tuviera brazos. Ninguna diferencia con sus hermanos ni ninguna facilidad. De hecho, no recuerda haber aprendido de forma consciente a realizar todas las actividades con los pies, como comer, porque su cerebro no tenía alternativas, no había otra forma de hacerlo .

Jugó al baloncesto y al fútbol con sus siete hermanos, aprendió a montar en bicicleta, cuyo manillar manejaba con el pecho . Incluso a disparar un arma, como hacía su padre. Querían que estuviera preparado para una vida que no sería fácil para él. Aunque lo del arco llegó más por pragmatismo que por diversión. En 2009, tras la crisis, se vio sin trabajo. Pocas opciones de empleo entre la población sin discapacidad, mínimas para alguien como él. Y se le ocurrió, casi a la desesperada, que lograría llevar comida a casa aunque fuera cazando ciervos con sus propias manos. O pies.

Aprendió por su cuenta, creando su propia técnica: sujetar el arco y armar la flecha con los pies, tensar la cuerda en el hombro y activarlo con la mandíbula. Encontró un patrocinador que lo contrató por la parte extraordinaria de su presencia en los torneos. Pero Stutzman no quería ser un espectáculo y se entrenó para ser el mejor. No sabía que existían los Juegos Paralímpicos hasta que descubrió una competición en Las Vegas en 2011. Se clasificó para Londres 2012, donde el mundo descubrió a un arquero prodigioso, con unos pies firmes, efectivos, de plata. Unos pies que lo hacen todo, cargar la flecha, llevar a sus hijos, Alex, Cameron y Carter, al colegio en su vehículo muy poco adaptado o participar en carreras de coches, pie en el volante, el otro en los pedales .

O de imponer un récord Guinness de acertar en una diana a mayor distancia. Unas 310 yardas (283 metros) que no han sido superadas por arqueros ni con ni sin discapacidad . «Nunca me he sentido una persona con discapacidad. No tengo brazos, pero sí voluntad», explicó como su lema de vida.

De Río 2016 se llevó la decepción de no pasar de octavos por una flecha en mal estado que no revisó. En 2019 volvió a Las Vegas para competir en un torneo con arqueros sin discapacidad, tal es su nivel y su experiencia bajo presión, como cuando lo miraban con burla o miedo, como cuando no encontraba trabajo y tenía que llevar comida a casa. Ahora, además, es milimétrico con la preparación del equipo y la suya propia, para empezar ha perdido 27 kilos y ha fortalecido su mente para abstraerse del calor de Tokio , donde apunta a medalla.

Guillaume Toucoullet AFP

También la quiere Guillaume Toucoullet , de 36 años. Tiene los dos brazos, los utilizó para jugar a la pelota vasca durante su infancia y, después, para ser campeón nacional de remo. Pero el izquierdo le dejó de funcionar tras un accidente de moto en 2010. Así que utiliza la boca para situar la flecha y tensar la cuerda. Stutzman y Toucoullet, dos obras de arte y de ingeniería humana en tiro con arco.

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