Del pensamiento único y la carne
En teatro, son los personajes y las historias quienes hablan, quienes exponen las ideas y los pensamientos del autor. Cuando éste se pone por delante de ellos, la función suele adquirir un tinte discursivo y un tono mitinero. Esto es lo que ocurre en «Atentado», una obra en la que su autor, Félix Estaire, parte de una tan atractiva como actual situación: dos personas, la jefa de comunicación del Gobierno y un empleado de mantenimiento de un gran museo, se refugian juntos en un pequeño cuartito de limpieza de la pinacoteca después de producirse un atentado terrorista.
«Atentado» -que Estaire subtitula «Pieza dramática en cápsulas para ingerir en una dosis»- se desarrolla como una suerte de «thriller político», en el que cojea la exposición de la historia, contada a través de flashbacks, alguno de ellos confusos, y de los personajes, demasiado estereotipados y, en el caso de Natalie, la jefa de informativos, con escasos visos de credibilidad al convertirla en una títere sin personalidad alguna.
Félix Estaire es un magnífico escritor, y sus parlamentos -dichos, claro, por sus personajes- tienen en muchos casos profundidad de pensamiento, pero peca en ellos de excesivo adoctrinamiento y de un pensamiento único.
Con todo, «Atentado» se beneficia de una magnífica interpretación de los tres actores -María Morales, Eva Rufo y Ángel Ruiz.-, tan valientes como poderosos: y a una dirección dinámica que, sin embargo, en ocasiones no sabe aprovechar la hermosísima escenografía de Alessio Meloni y se diluye en ella.
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