TEATRO
Un Shakespeare violento y pop
Calixto Bieto dirige 'Erresuma / Kingdom / Reino', un espectáculo en el que acude a los dramas históricos de Shakespeare
Para Calixto Bieito el poder tiene siempre las manos manchadas de sangre. En 'Erresuma / Kingdom / Reino' eleva el parricidio a motor de la historia y la traición y el crimen a una forma de practicar o concebir la política, sobre todo en su dimensión monárquica. Bajo la advocación o tutela de Shakespeare convierte por ello el escenario en un campo de batalla familiar donde, provocadoramente, sienta a la mesa a toda esa dinastía que coqueteó con el delito o fue su víctima: Ricardo II, Enrique IV, Enrique V, Lady Anne, Enrique VI, Margarita D' Anjou, Juana de Arco, Ricardo III, el duque de Cambridge, Dick El Carnicero y Falstaff.
Bieito da rienda suelta así a una particular visión de los dramas históricos de Shakespeare a partir de unos personajes donde la inmoralidad, la ambición, la psicopatía y la violencia son formas de construir la historia de un país. Por el espacio blanco de la caja escénica, donde simbólicamente aparece un limonero, se pasea la bandera del Reino Unido, una bandera que finalmente terminará colgada de uno de los altavoces, mientras en la gran pantalla del fondo se muestran imágenes de la Reina Isabel II viendo, desde el palco, la final de la Copa del mundo de fútbol de 1966, que ganó Inglaterra con un gol fantasma. Bieito establece una relación subliminal, una vivencia oblicua que diría Lezama, entre la sospecha de un campeonato amañado y las sospechas que causa la figura de la monarca, entre ese elemento pop, de la cultura popular de masas (el fútbol) y la alta política.
Bieito actúa siempre como un artista conceptual: propone instalaciones de enorme potencia plástica que proyectan un contenido crítico y un abismo moral, es decir, una perturbación de la sensibilidad y una perturbación de la conciencia. Bieito crea un mundo expresionista en cuanto a la violencia y naturalista en cuanto a un determinismo que alienta la práctica del poder. Los personajes de Reino, por eso, están atrapados en una conducta mecánica y sin salida, son verdugos y víctimas del sistema que ellos mismos representan como si conseguir el trono fuera siempre una puerta abierta hacia la locura y la muerte. Bieito hace que los héroes históricos shakespeareanos se paseen por el Callejón del Gato de sus vilezas mentales para mostrarnos el lado oscuro de la ciencia del poder, las intrigas y ese principio político de conseguir todo a cualquier precio. Wagner afirmó, respecto a los dramas de Shakespeare, que presentan la historia como es, como un camino de horror y de incoherencia, y eso es lo que ha querido plasmar Calixto Bieito. No es extraño en este sentido que Ricardo II haga de la sangre su elemento natural: la beba, se embadurne con ella y muera en un cubo lleno de sangre a manos de Enrique IV, su primo.
Con unas interpretaciones que brillan a gran altura, donde lo gestual es el reflejo de estas psicologías a la deriva, con un José María Pou tan solvente como lleno de recursos, Bieito crea una obra no solo estéticamente poderosa sino profundamente política desde la que no se dejan de trazar puentes con la actualidad. Los montajes de Bieito se basan en el efecto, en la espectacularización del espectáculo, en la hipérbole de ciertos rasgos y en la libertad imaginativa. Hay algo de manierismo en su postura, algo que resulta ya mecánico, como resultaba mecánica la estética barroca al final del barroco.
'Reino' es finalmente un intenso diálogo de Bieito con Shakespeare, un nuevo diálogo que vuelve a girar en torno a la violencia como ya pudimos ver en montajes anteriores. El resultado es este relato, esta visión sobre nosotros mismos, sobre los cimientos en los que se asienta nuestra historia y nuestro presente, nuestra memoria de sangres y el malestar de la sociedad del espectáculo que no puede ver un partido de fútbol sin que le roben la cartera.
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