'El ángel de fuego', entre la posesión y la esquizofrenia

El Teatro Real estrena en España la ópera de Prokófiev, en una producción dirigida por Gustavo Gimeno y Calixto Bieto

Una escena de 'El ángel de fuego' Javier del Real
Julio Bravo

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En 1919, Sergei Prokófiev -un músico, por cierto, nacido en la actual ciudad ucraniana de Donetsk- comenzó la composición de una ópera titulada ' El ángel de fuego '. Se basaba en la adaptación de la novela homónima de Valeri Briúsov , editada once años antes; el propio músico escribió el libreto, que cuenta la historia de Renata, poseída por espíritus malignos desde la aparición sobrenatural, en su infancia, de Madiel, el ángel de fuego, hasta su trágico final.

Prokófiev tardó casi ocho años en terminar la ópera, pero el camino hasta su estreno fue aún más largo y, de hecho, el compositor, que murió en Moscú en 1953, no la pudo ver sobre un escenario. La truculencia de la trama, en la que subyacen la violencia sexual, trastornos psíquicos, prácticas macabras, perversidad, fervor religioso, etcétera, fue uno de los motivos que hizo que muchos teatros de ópera se negaran a ponerla en escena. Y el otro motivo fundamental de que la obra tardara en estrenarse fue, según explica Joan Matabosch , «el papel protagonista, Renata; el propio Prokófiev se dio cuenta de que era una partitura de una exigencia y una extensión casi sobrehumanas. De hecho, cuando en los años veinte del siglo pasado el Metropolitan neoyorquino se interesó por esta ópera se dio cuenta de que no iba a encontrar una soprano capaz de cantar este papel».

La ópera se estrenó, en versión de concierto, el 25 de noviembre de 1954 en el Théâtre des Champs-Élysées de París. La primera representación escénica tuvo lugar en La Fenice de Venecia el 14 de septiembre de 1955. Y ahora, casi un siglo después de su creación, a España. El Teatro Rea l la estrena, en lo que Matabosch define como un gran acontecimiento, en una producción que dirige musicalmente Gustavo Gimeno y escénicamente Calixto Bieito, y que estará en cartel hasta el 5 de abril. El montaje vio la luz hace cinco años en la Ópera de Zúrich. Las sopranos Ausrine Stundyte , lituana, y Elena Popovskaya , rusa, encarnan a Renata, mientras que los barítonos Leigh Melrose y Dimitris Tiliakos (británico y griego, respectivamente) interpretan a Ruprecht. Dmitry Golovnin y Vsevolod Grivnov (Agrippa von Nettesheim / Mefistófeles), Agnieszka Rehlis y Olesya Petrova (La Madre Superiora / Vidente), Mika Kares y Pavel Daniluk (El Inquisidor) completan el doble reparto junto a Nino Surguladze, Dmitry Ulyanov, Jackob Glock, Josep Fadò, Gerardo Bullón, Ernst Alisch, David Lagares, Estibaliz Martyn, Anna Gomà y el Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real.

Son cantantes de diez nacionalidades distintas (entre ellos cinco rusos y un suizo-ucraniano) que, lógicamente, no permanecen ajenos a lo que está sucediendo en Ucrania. «No se habla apenas del asunto -cuenta Joan Matabosch-. Lo están pasando muy mal, hay muchas lágrimas antes de los ensayos; de hecho, estos están resultando muy terapéuticos para ellos». Tampoco el Teatro Real es ajeno al conflicto; ha mostrado su repulsa por la invasión -hace unos días canceló la visita prevista del Ballet del Bolshoi- y, según anunció su director general, Ignacio García Belenguer, « se ha decidido que antes de cada función la orquesta toque el himno de Ucrania ».

«Renata -se lee en la novela original- tenía solamente ocho años cuando, por primera vez, apareció en su habitación, entre los rayos de sol, un ángel, vestido con blanca túnica y envuelto en llamas de fuego. Era hermoso, sus ojos azules como el cielo y sus cabellos, hilos de oro. El Ángel le dijo su nombre: Madiel. Renata no se asustó y los dos jugaron entonces con las muñecas de ella. Desde aquel día, el Ángel la visitaba frecuentemente y Renata se acostumbró a él».

Marcos Darbyshire , que ha repuesto la producción de Bieito (éste se encuentra en Viena preparando un nuevo montaje de 'Tristan und Isolde'), habla de «episodios psicóticos de esquizofrenia que hoy tienen una explicación y que antes se consideraban 'posesiones'. La puesta en escena de Calixto trata de explicarlos desde un lugar psicológico y de entender su porqué. Intenta por tanto encontrar en el pasado la causa, y busca un episodio traumático, posiblemente un abuso, que provoca un quiebre psíquico en ella y una disociación que le hace convertirlo en la visita de un ángel».

El valenciano Gustavo Gimeno debuta en el foso del Teatro Real y lo hace para dirigir lo que dice que es una «ópera fascinante. Se sostiene sobre dos columnas, el principio -apenas en cuatro compases comienza la acción- y el acorde final, después de dos horas de música, que da una sensación de no ser conclusivo, de plantear muchos interrogantes. Y entre esos dos momentos, uno piensa que ha estado en un mundo que no se puede describir. Musicalmente es fascinante, con momentos íntimos, tiernos, 'cantabile', sobre todo cuando Renata piensa en el Ángel de Fuego, pero hay además muchos momentos musicales diferentes. Algunos muy característicos de Prokófiev, que se ven en sus ballets: ese aspecto rítmico marcado, punzante, una instrumentación cruda y directa, y momentos repetitivos, casi precursores del minimalismo, que hablan de los momentos en que Renata entra en bucle y en histeria».

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