DE PUERTAS ADENTRO
El «pop up» estudio de Edurne Herrán
Edurne Herrán se convierte en la tercera integrante del estudio de Blanca Gracia y Antonio Fernández Alvira en Madrid. Ella define su espacio como un laboratorio en el que se gestan proyectos, que se desarrollan en otros entornos: el móvil, la ciudad, su propia cabeza
Es posible que este lugar en Madrid les suene . De hecho, ya hemos estado en él. Lo hicimos para descubrir cómo era el estudio que compartían Blanca Gracia y Antonio Fernández Alvira . Sin embargo, entonces, no reparamos en esa habitación que quedaba a mano derecha en el espacio de este último. Parece ser que, en estos meses, allí ha llegado a morar otro artista, que ha empleado esa estancia como taller. Desde hace poco menos de un mes y medio, es el «laboratorio» –así lo define ella– de Edurne Herrán.
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En los últimos años, Edurne Herrán había convertido su propia vivienda en su estudio. Anteriormente, ella había gozado de ámbitos propios en los que trabajar gracias a becas y residencias. De hecho, recuerda con especial cariño el que se instalaba en una antigua guardería , fruto de una de las ayudas a la creación del Ayuntamiento de Vitoria : «Era un lugar maravilloso, amplio, rodeado de ventanales. Ha sido el mejor en el que he estado. Ojalá encontrara algo así en Madrid , pero aquí los alquileres están imposibles».
Un cúmulo de circunstancias
Ahora se han dado –como ella misma explica– «un cúmulo de circunstancias» que han favorecido volver a contar con un taller. Lejos de casa: «Por un lado, vendí de una tacada un grueso considerable de obras , lo que me ha permitido contar con cierta solvencia económica. Por otro, estoy inmersa en el remate de un proyecto potente que me absorbe mucho tiempo y espacio, y que requería de un lugar físico para desplegar sus conclusiones. Por último, Antonio, al que conozco desde que los dos participamos en la primera edición de los Encontros de Artistas Novos en Galicia, me contó que se quedaba libre un hueco en el taller que comparte con Blanca Gracia , y me animé».
Documentación de «Futuro Perfecto», proyecto actual de Herrán- J. R. Ladra Por otro lado, Herrán, que pronto formará parte de una colectiva en Artium, es partidaria de compartir el estudio, «pero sólo con gente con la que te lleves muy bien y en la que tengas confianza ciega: «Los artistas estamos llenos de tics, de manías absurdas. Yo, por ejemplo, soy tranquila en soledad, pero muy jaleable cuando estoy con gente. Me hice adicta a los mensajes de voz de whatsapp, y traía frito a gente como Fernández Alvira. Ahora, mi mar de dudas lo sufre en vivo y en directo. El “feedback” con los demás siempre es necesario, aunque luego no les hagas ni caso».
En ese intercambio de opiniones, los otros penetran en el caos controlado en el que se convierte el día a día de esta autora. «No tengo horarios de oficina –advierte–. Soy artista, y puedo trabajar desde la cama. Todo depende de lo que me traigo entre manos. Es cierto que durante las semanas en las que me centré en las obras bordadas [en el estudio encontramos ahora el mito de Aracne plasmado en un enorme lienzo] me estipulé una disciplina férrea, seis horas al día, porque, de no hacerlo así, no llegaba. Hay constancia en lo que hago, pero soy una jefa muy permisiva conmigo misma».
Edurne influye en su espacio y el espacio influye en Edurne. Allí reconoce que, por ejemplo, no fuma como lo hace en casa. También evita todos los estímulos que la desconcentren, como mantener el teléfono con sonido. «Esto es como una burbuja. No sé si fuera llueve o está nevando; un remanso de paz a mi manojo de nervios». De momento, la idea es quedarse una temporada, aunque ya tiene fechas cerradas para embarcarse en una nueva residencia, esta vez en el extranjero. «Todo dependerá de si puedo mantenerlo. Me estoy planteando lo de sacar a buen precio obra antigua para poder financiarme. O ceder el espacio a un artista extranjero que quiera venir a Madrid para que esos meses a mí no me resulten un gasto. Sería un programa especial de residencias», ríe. Si no saliera, tocará volver a hacer las maletas. Y desplegar este «pop up» estudio-tienda-habitación-laboratorio en otro punto del planeta.