Ficha técnica:
La mejor Brasil de los últimos tiempos desnudó a la peor España del lustro en Maracaná. Dura, pragmática, contragolpeadora y con un Neymar extraordinario, la ‘Canarinha’ selló su cuarto título en la Confederaciones, dejó a ‘La Roja’ sin el galardón que le falta y marcó territorio para el Mundial del verano próximo. Ni el día menos de descanso cabe de excusa. El partido fue un martirio, un calvario para los desdibujados jugadores de Del Bosque. La dolorosa derrota, de esas que marcan tendencia, dejó en 29 el récord de partidos oficiales de España sin perder. Desde el choque ante Suiza, el 16 de junio de 2010, la selección no hincaba la rodilla.
Cuando Maracaná retumbó durante el himno brasileño, cantado a ‘cappella’ por los jugadores y un público enfervorizado, empezó el calvario. Los hombres de Scolari se conjuraron a partir de esa letra compuesta por Francisco Manoel da Silva cuando Brasil se independizó de Portugal. «Pueblo heroico, grande, bello, fuerte, impávido, coloso, patria armada...». Ciertamente, para la ‘Canarinha’ era mucho más que un partido. Se trataba de una batalla, de un duelo por el honor. No podían permitir que el símbolo moderno del ‘jogo bonito’ les pintase la cara en un estadio mítico. No era la final del Mundial pero sabían que una derrota ante España sería legendaria. Perduraría en el tiempo como otra especie de ‘Maracanazo’. Y les pintaron la cara a los europeos.
Los campeones del mundo y de Europa se encontraron un campo de minas. Cada vez que uno recibía el balón, se encontraba perseguido por unos soldados abnegados. Puede criticarse a Scolari porque ni sus equipos ni sus selecciones desarrollan un fútbol espectacular, pero nadie puede discutirle sus dotes de estratega. Es tribunero y demagogo, pero ya hizo campeona a Brasil en el Mundial de Japón y Corea 2002. Y construye a su imagen y semejanza a otro equipo que pueda coronarse hexacampeón dentro de un año en este mismo escenario. Salvo Neymar, el único con plena libertad, el que no pelea por cada balón como si fuera el último, no juega. Su jugador clave, además del nuevo astro del Barça y de los centrales, es Paulinho, un centrocampista del Corinthians de ida y vuelta. Fuerte, potente, rápido, versátil y goleador. No es de toque sutil pero es un futbolista pragmático. Hizo la vida imposible a Xavi, siempre perseguido por el musculoso rival. No entraba en juego el de Terrasa y, si lo hacía, recibía de espaldas, sin tiempo para darse la vuelta. Y Óscar, el enganche del Chelsea, supo crear y taponar a Busquets.
Imán auriverde
Cuando un equipo tiene un imán y se lleva todos los rebotes no es por casualidad sino por colocación y determinación. Los brasileños pegaron y disfrutaron de la permisividad del árbitro, pero no hicieron otra cosa que aprovechar el factor cancha. Y supieron sacar a España de sus casillas. Trató de sorprender Del Bosque con la alineación de Mata en lugar de Cesc o Silva. Porque el del Chelsea estaba más fresco y mejoró las prestaciones del equipo cuando salió en el tramo final de la semifinal ante Italia. No estuvo fino pero fue uno más. Iniesta trató de echarse al equipo encima, pero recibió un sinfín de faltas y acabó desubicado. Xavi ha sido el faro de este grupo campeonísimo, pero en esta Confederaciones no ha sido ese jugador determinante que gobierna los partidos porque marca el ritmo que se le antoja. Cerró fatal la selección, un coladero en los laterales. Scolari vio el duelo entre españoles e italianos y concluyó que había que ganarle la espalda a Jordi Alba, más extremo que defensa. Y con balones largos a Hulk, destrozó a España. Qué decir de lo que ocurría en la otra banda, donde Arbeloa jugaba condicionado por una amarilla temprana que incluso pudo ser roja. Neymar era una amenaza constante para él. Azpilicueta entró en la segunda mitad, pero quizá debió hacerlo antes.
El partido arrancó de forma lastimosa para los hombres de Del Bosque. Pero el gol de Fred evidenció lo que ocurría. Hulk se sacó un centro blando, y ni Arbeloa, ni Piqué, ni Casillas mostraron contundencia. La tocó Neymar y remató desde el suelo Fred, un delantero del Fluminense que no da la talla para ser el ‘9’ de la pentacampeona, pero ha cumplido con creces en esta Confederaciones. Casillas evitó el 2-0 con dos buenas intervenciones. Casi siempre al contragolpe, Brasil desnudaba a España. A falta de fútbol, la ‘Roja’ echaba de menos la referencia de un delantero que cayese en banda para abrir más espacios. Torres estaba demasiado centrado y así era más fácil de anular. Pero de las botas del madrileño nació una jugada clave. Se vino atrás, se la dio a Mata y el pase de éste a Pedro no acabó en gol porque David Luiz lo salvó de forma inverosímil. Sus compatriotas lo festejaron como un gol a favor, casi como el que firmó Neymar justo antes del descanso. Le regaló espacios Arbeloa pero descerrajó un disparo seco, inapelable. Desde octubre de 2010, ante Escocia en Glasgow, España no perdía 2-0 al descanso.
Cualquier atisbo de reacción murió tras la reanudación. Neymar hizo un movimiento genial y Fred se la cruzó a Casillas. Entró Navas, forzó un penalti de Marcelo, pero Ramos lo tiró fuera. Y en una contra, Neymar encaró a Piqué y provocó su expulsión. Temor porque se repitiera el humillante 6-1 del Mundial’50. Por suerte, Brasil ya no necesitaba más. Pedro y Villa pudieron maquillar la derrota en un final muy digno, pero Julio César emergió.