'No mires arriba': ¿Es posible evitar el fin del mundo en seis meses?
En el exitazo de Netflix un cometa 'destructor de planetas' se dirige hacia la Tierra de forma inminente. ¿Puede suceder algo así? Y lo que es más importante: ¿tendríamos alguna oportunidad de salvarnos?

En 'No mires arriba', el último gran éxito de Netflix, una pareja de astrónomos, formada por Kate Dibiasky (Jennifer Lawrence) y Randall Mindy (Leonardo DiCaprio), descubre un cometa proveniente de los confines del Sistema Solar que se dirige hacia la Tierra. La roca, ... un 'destructor de planetas' de unos 9 km de longitud -de un tamaño similar a la que acabó con los dinosaurios hace unos 66.000 millones de años- impactará en seis meses. La humanidad va a ser aniquilada, la mayor parte de las especies se extinguirán y la catástrofe tendrá dimensiones inimaginables. Los científicos se desesperan por comunicar la amenaza al mundo, pero se encuentran con políticos ineptos más preocupados por sus resultados electorales, medios de comunicación frívolos -«¿Existen los extraterrestres? ¿Puede esa roca caer sobre la casa de mi exmujer?», preguntan- y tecnócratas multimillonarios cuyo único objetivo es hacerse aún más multimillonarios. Por no hablar del importante porcentaje de negacionistas, conspiracionistas, bulos y memes absurdos.
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La comedia de Adam McKay (cuidado con los 'spoilers' a partir de aquí) utiliza algo tan gráfico como un cometa empotrándose contra la Tierra como alegoría del peligro que realmente se nos viene encima, el cambio climático , y de cómo decidimos ignorar las advertencias de los científicos por muy aterradoras que sean. «Estoy tan aburrido», resopla el jefe de personal Jason (Jonah Hill) en la Casa Blanca cuando el doctor Mindy intenta explicarle por qué está seguro de lo que va a suceder. La parodia llega al extremo en un programa de televisión matutino en el que los presentadores, interpretados por Cate Blanchett y Tyler Perry, se carcajean del asunto a vida o muerte y tratan a Dibiasky, ya desesperada por hacerse oír, como una chiflada antipática.
No en cien años
Con el asesoramiento de Amy Mainzer, profesora de ciencia planetaria en la Universidad de Arizona, la cinta también pone de actualidad el asunto de la defensa planetaria , con las licencias (unas cuantas) propias de Hollywood. Para empezar, «sería extrañísimo, prácticamente imposible, que descubramos un objeto de ese tamaño con tan poco tiempo de reacción. Un cuerpo así se habría visto mucho antes», afirma José María Madiedo, vinculado al Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC).
La NASA tiene una Oficina de Coordinación de Defensa Planetaria (PDCO) , encargada de buscar y caracterizar rocas «potencialmente peligrosas», aquellas cuyas órbitas llegarán a menos de 8 millones de km de la Tierra y con un tamaño lo suficientemente grande (de 30 a 50 metros) como para causar daños significativos. La organización, que por cierto es mencionada en la película, emite advertencias sobre los efectos de impactos potenciales y estudia estrategias y tecnologías para mitigarlos.
Como explican desde la agencia espacial estadounidense, más del 95% de los asteroides cercanos a la Tierra de unos 50 metros o más grandes han sido descubiertos, rastreados y catalogados. No hay posibilidad de que ninguno de ellos impacte contra la Tierra durante el próximo siglo. Igualmente, es extremadamente improbable que lo haga alguno de los objetos de este tamaño que quedan por descubrir. Pero los más pequeños tampoco son una broma. Es más fácil que pasen inadvertidos. En 2013, un asteroide explotó sobre la localidad rusa de Chelyabinsk con una potencia de 500 kilotones, treinta veces superior a la bomba nuclear de Hiroshima. Causó heridas leves a casi 1.500 personas y daños en edificios y construcciones. Apenas medía unos 17 metros de longitud y 10.000 toneladas de masa. El impacto fue el de mayor intensidad desde el evento Tunguska , que se produjo también en Siberia en 1908 y arrasó 2.000 km cuadrados de tundra. No dejó cráter de impacto y los investigadores creen que se trató del paso rasante de un asteroide, sin llegar a impactar, o de un cometa, formado por material mucho más volátil.
Bombas nucleares
En un ejercicio teórico, dando por hecho que tuviéramos la peor de las suertes y que un hipotético cometa proveniente de la nube de Oort o de algún otro lugar más allá de Plutón decidiera ponernos en su punto de mira en un plazo de tiempo tan corto como seis meses, ¿podríamos hacer algo para salvarnos? «Con la tecnología actual, prácticamente nada. Es muy poco tiempo para poder reaccionar, diseñar una estrategia, llegar hasta el objeto y ponerla en práctica», reconoce Madiedo. «Aparte de eso, hoy en día no hay ningún protocolo a nivel internacional establecido ante una amenaza semejante», continúa.
Tampoco parece que la primera solución por la que optan en 'No mires arriba' , hacer estallar un conjunto de bombas nucleares contra el cometa para romperlo en pedazos en el espacio, sea la más conveniente. «Esa estrategia, que es la que también sale en película 'Armageddon', no funciona. Es la menos eficaz porque no se sabe cómo se va a romper la roca ni por dónde. Algunos estudios incluso indican que los fragmentos podrían volver a agruparse por la propia gravedad del objeto», explica el astrofísico. Es decir, que podríamos seguir siendo golpeados por un gigante o por una miriada de rocas descontroladas.
Mejor un empujón
La NASA estudia una estrategia diferente con la que espera obtener mejores resultados. A finales de noviembre lanzó la misión DART , cuyo objetivo es impactar contra Dimorphos , la luna del asteroide Didymos, con la intención no de destruirla, sino de darle un 'empujón' que la desplace y desvíe su trayectoria. La nave llegará a su destino en otoño de 2022 tras un viaje de 11 millones de kilómetros. Dimorphos no es una amenaza. Se trata de una prueba para saber si la técnica funciona en caso de que alguna vez la necesitemos. «Pero un empujón es bastante menos espectacular para Hollywood que las explosiones nucleares», bromea Madiedo. Y hace falta tiempo. En una situación crítica, a la desesperada, con un cometa echándose encima, «probablemente no se descartaría una explosión nuclear».
El asteroide potencialmente peligroso de mayor tamaño identificado hasta el momento es el 1999 JM8 , de 7 kilómetros de diámetro. «Por su tamaño, podría provocar un evento similar al que causó la extinción de los dinosaurios en caso de que colisionara con la Tierra», apunta Madiedo. No obstante, no hay ningún peligro de que eso suceda en, al menos, cien años. El próximo encuentro cercano entre nuestro planeta y este objeto ocurrirá en 2075, pero incluso en esa ocasión el asteroide volará a una distancia de algo más de 38 millones de kilómetros.
Como señala David Barrado, de Centro de Astrobiología INTA-CSIC, en su libro 'Peligros cósmicos' (Oberon), afortunadamente sucesos como el de Chelyabinsk han ocurrido en regiones poco pobladas. «El efecto que pudiera provocar en una gran metrópoli sería en verdad dantesco, sobre todo en el caso de un asteroide similar al que produjo el evento Tunguska», escribe. «...En buena medida seguimos expuestos al azar cósmico. Solo la alerta temprana y la adecuada inversión en ciencia y tecnología nos permitirá disponer de las herramientas precisas para subvertir o atenuar este peligro», concluye. Y que se escuche a quienes nos advierten del mismo, sea una roca extraterrestre, una pandemia mundial o un cambio climático que, si no se actúa pronto, podría aplastarnos tan inexorablemente como un cometa caído del cielo. No será porque no nos han avisado.
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