Cádiz CF

Saltaron las alarmas

El Cádiz CF ha firmado el peor inicio de temporada que se recuerda en la dilatada trayectoria del club

En lugar de apostar por la obligada renovación, se optó por la continuidad de la plantilla. Aquí están las consecuencias

Endeblez defensiva

Miedo

El Cádiz CF está inmerso en un gran bache. ARABA PRESS
Pepe Reyes

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Ni el más pesimista entre los pesimistas hubiera podido presagiar la caótica y angustiosa situación en que se encuentra el Cádiz CF tras once jornadas disputadas, algo más de un cuarto de temporada en esta imprevisible y traicionera Segunda División.

Los partidos se suceden, las derrotas se encadenan y el equipo, lejos de mostrar síntomas de mejoría, parece hundirse cada vez más en su pertinaz inoperancia futbolística. Un conjunto que, ahíto de fracasos, arrastra una ominosa losa de contumaz perdedor desde hace ya demasiado tiempo, de constituir gratuito bálsamo para rivales tanto en Primera como en Segunda, de erigirse en pulverizador de sucesivos y enojosos récords de partidos sin ganar y de ostentar el humillante honor de haber firmado el peor inicio de temporada que se recuerde en la dilatada trayectoria del club.

Ni nuestra afición ni nuestra historia se merecen esto. La situación ha adquirido una deriva que obliga a adoptar decisiones. Lo que no se puede hacer es contemplar de brazos cruzados cómo se acumulan los desastres y cómo nos despeñamos a unos abismos clasificatorios de los que tanto nos va a costar salir. Aún estamos a tiempo de buscar soluciones, las que sean, pero nunca permanecer impasibles viendo cómo todo se derrumba mientras nos encaminamos al averno de la Primera Federación.

Por desgracia, esta situación la hemos vivido con anterioridad y sufrido sus nefastas, devastadoras consecuencias, y sabemos que el Cádiz CF es experto en abarcar dos categorías consecutivas cuando se monta en el tren de los descensos.

Una nueva hecatombe en forma de abandono del fútbol profesional, a esta alturas, podría ser letal, definitivo, y no lo podemos consentir. La duda radica en si esta plantilla tan descompensada, tan periclitada, se encuentra en condiciones para conseguir la salvación.

Se perdió para ello la oportunidad que ofrecía el reciente descenso, que marcaba el final de un ciclo, el agotamiento de un plantel que alcanzó admirables logros, pero al que le había llegado ya su mármol y su día deportivos. Y en lugar de por su obligada renovación, se optó por su continuidad. Estas son las consecuencias.

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