Cádiz CF

Eternamente agradecidos

Fiel a un estilo definido, a un sello particular y muy reconocible, el Cádiz CF de Cervera deja huella

Todo pasa y todo llega, a todo le aguarda su irremediable final

Álvaro Cervera ha dejado huella en Cádiz y en el Cádiz CF. ANTONIO VÁZQUEZ
Pepe Reyes

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«...Confiésalo Cartago, ¿y tú lo ignoras?...» (*) Todo pasa y todo llega. Todo, absolutamente todo en esta vida es perecedero y por muy grandes, muy prolongadas o muy brillantes que hayan sido las obras, los logros y hasta los imperios, a todo le aguarda su irremediable final.

¿Quién hubiera podido imaginar que el poderosísimo Imperio Romano cayera un día y se disolviera, al cabo, entre la espesura de la Historia? ¿Quién osaría considerar que la gloriosa potestad de Álvaro Cervera en los altares del cadismo tuviera carácter finito? Mas aunque todo sea mudable y nada perdure -las fauces del tiempo todo lo devoran-, siempre quedarán los rescoldos encendidos del recuerdo de todas las proezas, de todas las hazañas conseguidas.

Casi seis años de reinado que dio comienzo con el memorable ascenso de Alicante y que se prolongó felizmente con varias temporadas sobresalientes en Segunda División. Fiel a un estilo definido, a un sello particular y muy reconocible, el Cádiz CF de Cervera se erigió en un enemigo muy difícil de batir y muy peligroso por sus puntuales y certeros zarpazos. Tan sólido, tan aguerrido, tan competitivo se convirtió el equipo que hasta se elevó al cielo de la máxima categoría con la insospechada naturalidad del que trepa por la luminosa escala de un rayo.

Después, el fatídico azote de una traicionera pandemia privó a la afición de disfrutar con plenitud de la más grande y laureada campaña jamás alcanzada. Recluida en la fría diáspora televisiva, la hinchada amarilla pudo contemplar cómo su equipo se erigía en el renovado asombro de un victorioso David ante todopoderosos Goliats. Gestas inolvidables con firma de autor, que se han de inscribir en las áuricas páginas de la memoria antes que la espesa niebla del tiempo tienda su manto de olvido.

Por sacarnos de la ciénaga y subirnos a lo más alto, por reafirmar el orgullo de sentirnos cadistas, por colmar de felicidad y de entusiasmo a una ciudad que recobró su pálpito amarillo y azul, por los muchos momentos de alegría que nos regalaste, eternamente agradecidos, Don Álvaro Cervera Díaz.

(*)De la brevedad engañosa de la vida. Luis de Góngora y Argote. (1623)

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