Industria Aeronáutica
El sueño aeronáutico de la Bahía de Cádiz
Uno de los sectores industriales más potentes de la provincia cumple un siglo envuelto en una turbulencia por los efectos de la pandemia
Trabajar en CASA ha sido sinónimo de estabilidad y futuro para varias generaciones de gaditanos, pero los tiempos cambian y ahora no es lo mismo con Airbus
La generación de gaditanos de los años 50 sabía que entrar a trabajar en la factoría de Construcciones Aeronáuticas SA (CASA) en Puntales era sinónimo de progreso, estabilidad y, sobre todo, de bienestar social. La fábrica de aviones era un motor industrial de ... la Bahía que daba empleo a más de 1.600 personas que, debido a la producción, tenían garantizado su futuro laboral casi a perpetuidad.
Juan Pérez Gómez suma ahora 69 años, de los que 36 corresponden a su etapa en CASA, luego en EADS y, por último, en Airbus. Son tres siglas que resumen a la perfección los 98 años de la industria aeronáutica que atesora la Bahía de Cádiz . CASA nace en 1923 y en 1971 se integra con la Hispano Aviación hasta que en 1999 pasa a formar parte del primer consorcio aeronáutico de Europa, denominado EADS-CASA. En 2001 esta compañía será renombrado como lo que hoy conocemos: Airbus. la empresa tiene a cuatro países en su Consejo de Administración: Francia, Alemania, España y Reino Unido.
Si José Ortiz-Echagüe levantara la cabeza comprobaría con satisfacción que aquella factoría que inauguró en el barrio de Puntales en marzo de 1926 para fabricar hidroaviones ha sido también el germen de un gigante aeronáutico que cuenta hoy con implantación en todo el planeta. Aquel ingeniero militar de Guadalajara fue un iluminado de la época que vio el futuro en las alas de los aviones. Así nació Construcciones Aeronáuticas (CASA). Primero Getafe, en 1923, y luego Cádiz, tres años después. Ambas localidades fueron los dos ejes desde donde voló la imaginación de un empresario que estaba convencido de que la aviación, tanto militar como civil, era un negocio seguro en unos tiempos donde sólo volaban los pájaros. Desde luego, no se equivocó.
La Bahía desarrolló esta moderna industria en lo que hoy conocemos como el barrio de Loreto-Puntales y dio el saltó en 1988 hasta el polígono del Trocadero para seguir creciendo y en 2003 se expandió hasta el polígono Tecnobahía con una planta más, conocida como Centro Bahía de Cádiz (CBC).
La Bahía de Cádiz, junto con Sevilla, forman el polo aeronáutico andaluz y es un referente internacional gracias a su mano de obra especializada. Pero no corren buenos tiempos para el sector, debido al impacto del coronavirus, sin embargo, Cádiz llegó a contar hace 10 años con 6.500 personas trabajando en la aeronáutica entre empresas tractoras e industria auxiliar , algo que ahora no llega a las 1.500.
La expansión en 1988 de Puntales a Puerto Real y en 2003 a El Puerto marcan un antes y un después en el concepto de empresa: de CASA a EADS hasta Airbus
Juan Pérez Gómez entró con 27 años en la factoría de CASA en Puntales como montador aeronáutico. Y escaló posiciones hasta convertirse en auditor de calidad y terminar su vida laboral como verificador a los 61 años.
Casi un siglo de presencia aeronáutica en Cádiz ha dado lugar a que varias generaciones de gaditanos lleven en los genes un sistema de trabajo que ha pasado de padres a hijos . Hoy algunos de los trabajadores más veteranos recuerdan, por ejemplo, cómo una legión de costureras cosían en las naves de Puntales miles de metros de tela de gabardina para forrar las estructuras de los aviones. «No hay que olvidar que las alas de los primeros aviones eran de lona que cubrían una estructura de madera», añade Juan Pérez, que echa la vista atrás para recordar aquellos años de trabajo en una factoría que marcó un hito en la aeronáutica española con la fabricación en la década de los setenta del aviocar C-212, el CN-235 o el avión de prácticas para el Ejército español C-101, que se vendió en Chile. «Cádiz se encargaba de la construcción de las estructuras mientras que San Pablo, en Sevilla, era el centro de ensamblaje».
Aeroplanos y helicópteros
La verdadera razón del nacimiento de CASA fue la construcción de aeroplanos. Así en sus comienzos, José Ortiz-Echagüe logró sellar el contrato con la compañía alemana Dornier y éste fue el aval para construir en España, sobre todo en Cádiz, los primeros hidroaviones, totalmente metálicos. Luego vendrían los contratos con la francesa Breguet y, a partir de entonces, la compañía se embarcó en diseñar sus propias avionetas. Pasaron los años y el negocio se orientó hacia Estados Unidos, donde CASA logró la licencia para construir torpederos Vickers. El estallido de la Guerra Civil posicionó a la empresa para la fabricación de aviones propios de tamaño medio. Fue el inicio de la familia de los C-200, C-201 Alcotán, C-202 Halcón o C-207 Azor.
La factoría de Cádiz floreció en los cincuenta y muchos gaditanos aspiraban a encontrar empleo en la próspera fábrica de Puntales. La empresa logró en 1959 un suculento contrato para el mantenimiento de los helicópteros de la Base Naval de Rota . De esta forma empezó a diversificar su producción.
Primera crisis
No todo ha sido un camino de rosas. En 1965 el sector aeronáutico entró en barrena y no sería hasta los setenta cuando volvió a remontar el vuelo. Durante los primeros 30 años de vida de CASA la tecnología aeronáutica pasó por la utilización de la madera, la tela y el aluminio. El titanio llegó con los nuevos experimentos en la aviación civil, «pero nada que ver con la fibra de carbono de ahora, más resistente y, sobre todo, menos pesada, que permite un ahorro de combustible».
Andando el tiempo, la carga de trabajo comenzó a escasear. Corrían los años 60 y en la fábrica aeronáutica gaditana se comenzó a trabajar en productos que tenían bastante poco que ver con los aviones. Desde el centro de CASA se colaboró en la fabricación del Seat 1.500 para el que se hicieron escapes, embellecedores y otras piezas en el centro de Puntales. Y aún manufacturaron productos más asombrosos. La falta de contratos obligó a la empresa a instalar telares en su nave. La industria textil era, entonces, más pujante que la construcción de aeronaves.
La industria aeronáutica llegó a sumar más de 6.000 trabajadores en la Bahía y ahora no superan los 1.500
En octubre de 1973 la empresa empezó a demandar mano de obra. Formar parte del equipo aeronáutico era un privilegio pero, sobre todo, una garantía de futuro. Entre 1973 y 1985 la factoría gaditana pasó de 450 trabajadores a sumar 1.300. Durante esos años se trabajó a destajo en el programa del C-212, que incluía la fabricación de la cola, las alas, la cabina y el puro intermedio del avión. Todo ello se enviaba a Sevilla para su ensamblaje. En 1980 se firmó un contrato para construir el timón de cola del Canadair, un nuevo avión contraincendios del que se hicieron unas 65 unidades. La buena racha siguió en 1987 con la adjudicación por parte de EADS de las trampas y del timón del A310. Fue entonces cuando los norteamericanos se fijaron en CASA para desarrollar el programa del nuevo avión MD11.
CASA, empresa pública en manos del antiguo Instituto Nacional de Industria (INI), inició así su ampliación. Primeramente buscó asiento en las naves que se encontraban en el polígono de Bahía Industrial, en El Puerto, justamente donde hoy se encuentra el centro comercial de Bahía Mar. Pero fue el alcalde de Puerto Real, José Antonio Barroso, quien negoció con CASA su implantación en unos terrenos próximos al río San Pedro . En noviembre de 1988, CASA se trasladó de Puntales al Trocadero y de esta forma comenzó a escribir la segunda parte de una historia que arrancó principios de siglo XX. No obstante, una sección de la empresa siguió en Puntales hasta 2003, año en el que se mudó hasta el parque Tecnobahía, en El Puerto, para abrir la factoría de la división militar de Airbus.
La tumba de Puerto Real
La nueva planta de Puerto Real recibió el encargo de la construcción de las alas y las góndolas de los motores para el avión sueco Saab-2000 y en 1999 se produjo uno de los hitos que marcaron el antes y el después de la compañía. El Gobierno español, socio mayoritario de la empresa, tenía que decidir entre aliarse con los americanos de Douglas-Boeing o, por el contrario, fusionarse con EADS-Airbus. No fue fácil la decisión, sobre todo por los contratos firmados con Estados Unidos, pero el Gobierno español jugó sus cartas y se puso del lado de Europa para formar uno de los mayores consorcios aeronáuticos del planeta. De esta forma CASA pasó a formar parte de EADS. Poco a poco, el INI soltó lastre hasta que la aeronáutica española fue absorbida por la nueva compañía.
La factoría de Puerto Real, tras años de prosperidad, se juega su futuro a una sola carta
La integración conllevó una lluvia de contratos. La factoría gaditana entró de lleno en la participación de los programas de la aviación civil con el A310, A320, A330 y A340 . Sin embargo, la crisis en el sector hizo su efecto y obligó a importantes regulaciones de empleo entre 2001 y 2003, pero la recuperación sobrevino en 2005 con la puesta en marcha de uno de los programas aeronáuticos más ambiciosos y costosos de la historia de la aviación civil. Airbus se proponía construir el avión de pasajeros más grandes del mundo y de mejor rendimiento. De esta forma nació el superjumbo A380 , cuyo timón de cola, estabilizador y parte de la carena ventral se han construido en Puerto Real y, precisamente, la cancelación de este programa en 2019 por falta de ventas, ha sido la tumba de la planta puertorrealeña. Desde entonces, la factoría ha estado en el punto de mira de Airbus por su situación «crítica», ni siquiera la ampliación de las líneas de producción de los estabilizadores de moderno A350 han servido para sacarla del hoyo.
De hecho las alarmas saltaron el pasado febrero cuando el responsable de Operaciones de la división civil de Airbus, Michael Schöllhorn , (Chief Operating Officer), puso de manifiesto los peores presagios para la planta gaditana. LA VOZ avanzó que la factoría de Puerto Real, a tenor de las explicaciones ofrecidas por Schöllhorn, se cerraría antes de verano ya que «es incompatible mantener dos plantas en la Bahía de Cádiz». Lo que se busca ahora es la solución más viable para el empleo, la carga de trabajo y el mantenimiento de la industria auxiliar.
Antes de esta crisis, Puerto Real ya se enfrentaba a un reto difícil debido al cese de la producción del A380. Airbus asegura que está «trabajando en la mejor solución posible para el futuro a medio y largo plazo, asegurando la competitividad y la sostenibilidad de las operaciones industriales de Airbus en España. A la luz del contexto actual, consideramos difícil mantener dos centros de producción en la región de Cádiz. Estamos buscando la mejor solución posible que maximice la carga de trabajo en España y en Andalucía».
A partir de ahora la compañía se abre a una «solución dialogada con los interlocutores sociales y las instituciones nacionales y locales» . El pasado miércoles, el Comité Europeo de la compañía, en el que están sinidcatos y directivos, optaron por seguir avanzando en la negociación y no cerrar, por ahora, la factoría y buscar soluciones para el empleo y la carga de trabajo. El impacto del cierre de esta planta, como se prevé y se anunció, sería un golpe bajo para la industria auxiliar aeronáutica de la Bahía.