Para la mil veces reinventada Madonna, parece que todos los días son Semana Santa. La egomaníaca diva del pop, cuya fama se cimentó en los años ochenta gracias en parte a la manipulación de iconos religiosos, ha vuelto a la carga con lo que empieza a resultar una previsible exhibición de manidas provocaciones con fines comerciales. Ante una entusiasta audiencia en Los Ángeles, la show- woman, de 47 años, se ha embarcado en una nueva gira de multitudinarias actuaciones con una coreografía que incluye su propia crucifixión.