El Maccabi de Tel-Aviv se convirtió en el primer finalista de la Euroliga tras destrozar al Tau con una defensa y una presión arrolladoras. El equipo israelí dio una lección de baloncesto desde el primer instante. Sabía perfectamente lo que tenía que hacer para jugar su tercera final consecutiva y aniquiló al Baskonia para lograr su meta. Demostró tener ese plus de calidad necesario para afrontar los partidos trascendentales. El Tau, en cambio, fue un desastre. Ni con la ayuda de San Prudencio, patrón alavés que se celebraba ayer, hubiera vencido.