Lo más difícil ya se ha conseguido. Se hablaba, se comentaba, se pedía, se suplicaba por una victoria de la manera que fuera, y llegó en forma de goleada al Hércules. Cuando al equipo le dio la espalda la fortuna y perdía la identidad a medida que todos los factores se le tornaban adversos, desde el mismo seno del club consideraban que un triunfo sería la solución a todos los males xerecistas. Ha costado. Ha tardado mucho en llegar, pero ha sido bienvenida porque parece que ha llegado a tiempo. Hoy tienen la oportunidad de refrendar esa recuperación y además, se encontrarán con un rival desmotivado que cuenta los días que le quedan para bajar de categoría y dejar a la división de plata sin uno de los clásicos de Segunda. Y es que el Eibar ya vaga moribundo por el inframundo. Se encuentra muy por debajo del resto, a nueve puntos de la salvación y tumbados completamente en el suelo del pozo.