Con 'C' de Cádiz
«Si me falta Cádiz, me falta el aire»
Ha sido lechero, 'yeyé' de Cádiz, sindicalista del PC e incluso empresario, el Media Barba reúne en su vida un camino de palos al que siempre le ha echado flores
A sus 76 años va por Cádiz con una bici de la que nacen flores. En realidad es un triciclo. Cuestión de seguridad. Esa a la que renunció para luchar contra la represión franquista este comunista de hijo militar. Ha sido 'yeyé' de Cádiz, artista, ... sindicalista, lechero, mecánico, hostelero... En definitiva, Fernando Rodríguez Russo (Cádiz, 1946), conocido como el media barba , es lo que viene siendo un buscavidas desde que vio la luz en la calle Mirador del barrio Santa Maria, donde creció hasta que a su padre le entregó el Sindicato Vertical una casa en la Barriada de La Paz. Tenía 21 años.
Ruso, le quitó una s para sonar más 'soviético', es un gaditano de los pies a la cabeza y un señor con el que da gusto hablar. La entrevista es sobre la barra del popular bache El Pilar que lleva su hijo y que se asienta en la calle Fernández Ballesteros, antes de atravesar la avenida y de que desemboque en el Paseo Marítimo.
-Nació en el barrio Santa María en años duros, de hambre y sed. ¿Cómo fue su juventud?
-De niño me dediqué a gamberrear, como Dios manda. Ya luego trabajé en tres lecherias. Una en la calle Sacramento, la lechería Pepita. Otra de Bernardo en el Piojito y en el Café Español de la calle Nueva.
-Muy pronto comenzó a trabajar. De estudios, ¿cómo fue la cosa?
-Uff, de eso fatal. En cinco años fui 90 días al colegio.
-¿A cuál fue?
-Al colegio El Campo, el que está al lado de la Cárcel Vieja. Se llamaba Generalísimo Franco, pero me da vergüenza hasta pronunciarlo.
-¿Cómo le trató la adolescencia?
-Fui un buscavidas. Iba a la playa a coger leña, huesos, suela de tocino. Así sacaba algo para darle unos duros a mi madre y que me sobrase para ir al cine España y tener para un cigarrito de matalauva de aquellos tiempos.
-¿Cigarritos de la risa?
-No, no (risas). El matalauva era un cigarro que había para los niños y que se vendían en farmacia, parecidos a los del Doctor Andreu, que era otro tabaco para niños.
-Explíqueme lo de la suela de tocino y los huesos, por favor.
-Se vendían en los baratillos, así como la leña se les vendía a los señoritos de Bahía Blanca.
-Ya más mayor, siendo jovencito. ¿Qué recuerda de ese Cádiz? ¿Qué bares o sitios se frecuentaba? ¿Dónde ligaba o intentaba ligar?
-Mira, otra cosa no, pero ligar, ligaba, la verdad. Yo me movía por la Viña, por el centro, por todos lados en realidad. Pero no he sido yo un hombre ni de bares ni de reuniones. He sido muy solitario.
-Y en cuanto al trabajo. ¿A qué se dedicaba ya con 20 años?
-A esa edad era artista y me dedicaba a cantar con 'Los Yeyé gaditanos' , que era una comparsa del 66 pero con la que estuvimos cantando por toda España. Nos llevaba (Manolo) Portela, el representante, que era el que se llevaba el dinero. Digamos que no acabé muy bien con él, la verdad. Le pegué tres veces. La comparsa era 'Los niños Yeyé', de Antonio Clavaín. Y después Portela fue el que creó el grupo y nos llevó de gira. El Magaña era el que cuidaba de nosotros. Era una especia de postulante que también miraba por nosotros ya que varios componentes eran menores de edad. Él decía que era nuestro mánager, pero en realidad era el que subía las maletas al autocar (risas).
-¿Qué recuerdos le quedan de esa gira?
-Empezamos en la sala de fiestas madrileña Pasapoga, de las mejores que había en Europa. Estuvimos allí 80 días. Estaba cerca del Callao; esquina Gran Vía con la calle Chinchilla. Muy buenos ratos se pasaron, pero todo lo que he hecho en mi vida ha sido en conciencia y si me he equivocado alguna vez que me perdonen, pero nunca he hecho daño directo. Si acaso alguno colateral.
-¿Cuántos años duró el tema de los 'yeyés'?
-Cinco años, pero yo estuve sólo uno. Me fui porque al final los que se llevaban los dineros eran más los empresarios que los artistas.
-Vamos, que no hizo dinero con los cantesitos, ¿no?
-Que va, pasé más hambre que el perro de un ciego. Recuerdo que la pensión completa costaba 20 duros y allí íbamos molidos tras cantar de un lado a otro. Allí el que ganaba era Portela, que fue un gitano de Los Callejones. Fue cantaor pero se quedó sin voz y comenzó a representar a artistas. Como a nosotros, llevó a otras comparsas. Llevó a Manuela Vargas a Madrid y la hizo actuar junto a Bambino. Se codeaba con la Lola y demás artistas y ya se sabe. Mucha fiesta, muchos casinos y mucha noche. Él (Portela) ganó mucho dinero pero gastaba más.
-Deja de ser 'yeyé' y a qué se dedica.
-Vuelvo a Cádiz y veo que en los Astilleros están montando el pórtico. Me fui a el encargado y le pedí trabajo, aunque antes me preguntó que qué sabía hacer yo. Y le contesté que 'ná'. Luego me dijo que si me daba miedo la altura y le respondí. 'Yo subo un metro más que usted'. Y me dice, pues 'venga, vamos 'parriba'. Total, que subimos a la grúa y cuando ya estábamos a 30 metros de altura le dije '¡híncate de rodilla!'. Le puse el pie en lo alto y me subí encima de él en un espacio de una baldosa. 'Contratado. 7.000 pesetas al mes y 35 pesetas la hora', me comunicó en el acto. Y ese mismo mes me subió a 8.000 y a 40 la hora. En Astilleros desde el 67.
-Ha vivido tiempos duros como la reconversión industrial y varias huelgas. ¿Cómo fue su paso por Astilleros a nivel de derechos laborales y reivindicaciones?
-Yo entré en una contrata hasta que planteamos un conflicto a los Astilleros de prestamismo laboral, que es lo que pasa con las empresas externas en un delito donde hay mucho mangoteo. Siendo medio analfabeto, yo estaba en el comité de empresa y conseguimos que 80 trabajadores externos entrásemos en la casa. Recuerdo las cuatro huelgas que tuvimos con los cordobeses (antidisturbios). Le tirábamos lavadoras y macetas desde Guillén Moreno.
-Eso recuerda a las últimas reivindicaciones en la lucha del metal. ¿Qué le ha parecido cómo se ha resuelto el asunto?
-Ha sido positivo, al igual que la reforma laboral porque pienso que se ha protegido un poco más al obrero. Nunca lo suficiente porque todavía hay hambre, pero es un paso más en la lucha.
-También ha sido hostelero. ¿Cómo fue eso?
-En el 80 monto el Medio Barba de Cádiz, un chiringuito que tuve cinco años a la altura de Isecotel. El primer año lo mantuve todo el año. Primero lo hice con un material que lo cambié por hierro y lo pinté con los colores del Cádiz y toda la parafernalia. Lo disfruté mucho porque allí iban mis coleguillas para tomarse unas cervecitas en pleno invierno. Ya al tercer año me hicieron quitarlo en invierno. Yo abría de noche de día y no eran pocos los guardias que tenía de clientes. Daba pescao (doradas, sardinas, caballas...). Tenía un barco que pescaba para mí. El pescador era el famoso Miguelo.
-¿Y cuántos años estuvo el Media Barba?
-Cinco años. El tiempo que duró el carnet de identidad.
-¿Cómo?
-Me hice un DNI en el que aparezco con media barba y medio bigote.
-No, hombre no... No puede ser. ¿Eso es verdad?
-Digo. Míralo, con el sello y todo d
e la policía. (Y Fernando muestra el póster aumentado de su imagen que tiene en el bar del DNI de aquellos años y que también lleva en la proa de su triciclo).
-Y cuándo alguna autoridad le pedía la documentación y aparecía esa imagen, ¿qué decía usted?. ¿Por qué no se pegó cinco años así, no?
-Claro que me los pegué.
-¡Que no puede ser! Que no, hombre, que no. Que no me lo creo.
-Que sí, hombre que sí. (Mientras, su hijo, asiente desde el mostrador a la vez que recuerda los enfados de su madre por la peculiar moda).
-¿Y ese fue el único motivo en serio por el que dejó el chiringuito?
-También reformaron la playa. Pero es verdad que yo ya me aburría un poco también y me dediqué a vivir un poco la vida. Lo monté con 35 años y lo dejé con 40.
-¿A qué edad se casó?
-Con 26, trabajando en las contratas de Astilleros.
-Dice que a los 40 le dio por «vivir un poco la vida». Cuénteme un poco de ese poco. ¿Viajó mucho?
-Hice de todo un poco, pero viajar apenas porque si me falta Cádiz me falta el aire.
-¿Y de qué vivía?
-Cuando me marché de Astilleros en el 82 pedí la cuenta y me dieron un millón y medio de pesetas, que junté con otro poco que tenía guardado. Eso, más el paro de dos años y con otra ayuda (chapús) que me ganaba fui viviendo hasta que se fue agotando el dinero y ya me metí de nuevo a trabajar en otra contrata de Astilleros. Sería el 88 aproximadamente. Aparte yo también llevaba el mantenimiento de la lavandería Europa, que estaba en la calle Santo Domingo. Yo soy mecánico y me llamaban cuando tenían alguna avería. Es más, me hice mecánico en la lavandería, digamos que soy autodidacta porque a mí no me enseñó nadie. En Astilleros llegué a ser jefe de equipo en la contrata y ya cuando pasé a Astilleros con contrato era oficial de Primera, montador.
-¿A qué edad se jubila definitivamente?
-Con 65 en Astilleros. Aunque seguí tres años más, ya con contrato de cuatro horas, en la lavandería. Así que me jubilé con 68 se puede decir. En 2014.
-Y en este bar en el que estamos, ¿qué le une a él?
-Este bar lo tiene arrendado mi hijo, pero el bar tiene cerca de 60 años, es del 67 aproximadamente. Yo aquí no trabajo; vengo aquí a echar el ratito. Cuando se ausenta mi hijo, testifico desde el mostrador por si viene alguien. Eso sí, le doy publicidad con la bicicleta.
-Usted no será el de los papelitos de 'No tirar colillas Ok?'
-No, yo no soy porque yo las tiro. Así el otro tiene trabajo. (risas)
-Bueno, ¿y lo de la bicicleta y las flores a cuento de qué?
-En realidad, con esta bicicleta llevo un año. Pero yo, desde que dejé el coche en el 87, siempre he ido en bicicletas tuneadas. Hasta que mi hijo me dijo 'papá, tú eres ya muy mayor para ir en bicicleta'. Y me compró un triciclo. Los de las flores es porque les gusta a las mujeres y los ¡mickis' a los niños.
-Pero usted sigue casado, ¿no?
-Sí, claro, pero a uno siempre le gusta agradar. Tengo mi punto egocéntrico.
-Me ha comentado que a su padre le concedió el Sindicato Vertical un piso en la Barriada. ¿Qué era su padre?
-Comandante, pero militar mutilado de la guerra a la que fue con la División Azul. Lo hirieron en Rusia.
-Interesante. ¿Y dónde le cogió la guerra, la nuestra?
-Antes estuvo con los nacionales y le tocó en Marruecos, con Franco. De allí vino para acá a dar caña.
-¿Discutía muchas veces con su padre sobre ese capítulo de la historia tan cruento?
-No mucho, la verdad. Sólo que él le decía a sus compañeros con mala sombra que qué desgracia tenía porque le había salido un hijo comunista. Éramos de diferentes ideas y sí, claro que hablábamos del tema, pero sin llegar a discutir abiertamente nunca.
-¿Cómo recuerda esos años de la posguerra y después los del tardofranquismo que enlazaron con la transición?
-Los recuerdo con mucha pena, con mucha hambre. Y ante todo y más importante, con falta de libertades. Yo a todas las huelgas que he ido iba por la libertad. Nunca he pedido dinero ni nada por el estilo. Si mi empresa no me daba lo que yo deseaba me iba a trabajar donde fuese aunque fuera en negro. En cuanto a la transición, me pilló con 30 años. Antes pasamos unos años muy duros con los grises los que estábamos en el Partido Comunista.
-¿Qué hizo el día que murió Franco?
-'Cagarme' en los pantalones de miedo (risas). Lo primero que hizo mi padre fue ponerse el uniforme, aunque no, eso fue cuando Tejero. Él estaba en la reserva y yo bromeé con él con que si estaba muerto de miedo o qué. En cuanto al día que muere el dictador, ya en serio, es verdad que ya había cierta normalidad instalada a pesar de que él creía que lo dejaba todo atado y bien atado, pero lo cierto es que los cordones se quitaron de un tirón.
-¿Un comunista de padre franquista cómo ve el debate actual de la memoria histórica? ¿Qué le parece que se vuelva a recordar los muertos de un lado y de otro? ¿Cómo siente este debate generado por los nietos de los que hicieron la guerra y enterraron el hacha?
-A ver, la política es un mal necesario, pero es preciso. Sin política puede venir otro caudillaje y las dictaduras, que no las quiero ni aunque me paguen y me pongan de alcalde.
-¿Sigue perteneciendo al PC?
-Lo dejé cuando lo legalizaron.
-¿Y eso? ¿Qué pasó, que solo le gustaba lo ilegal o qué?
-No, no era eso. Lo que pasó es que antes de que lo legalizasen éramos tan sólo unos 30 en Cádiz, qué fuímos los que nos la jugamos yendo por lo colegios repartiendo octavillas o tirándolas desde las grúas de Astilleros. El tema es que nada más legalizarlo vino Santiago Carrillo para elegir a un par de representantes y llevárselos a Madrid como delegados. Total, que se hizo una asamblea en la que había 300 personas, ni cabíamos en la sede de la calle Valverde. Ante esto le pregunté a Pepe Mena, que era el secretario, que ¿dónde estaba toda esta gente mientras nosotros recibíamos palos de los grises? Me dijo que eran de la retaguardia. '¿De la retaguardia? ¡Pero si a nosotros nos han disparado a las piernas, nos han pegado y nos han hecho correr! ¿Ahora viene toda esta gente?', le dije.
En esas que en la asamblea vi a uno que iba de gallito que quería destacar para irse a Madrid. Lo miré y le solté. 'Yo a usted lo conozco. ¿Usted no se acuerda de Rafael Rodríguez de la Rosa (su padre)?'. Y me dice que sí, que fue compañero suyo. 'Claro, de la División Azul', le contesté. Y rematé. 'Yo a usted lo he visto preparando bocadillos para ir a la plaza de Oriente a vitorear al dictador cuando decretó sentenciar a muerte a los cinco etarras aquellos. Y si lo veo aquí metido es porque viene de topo'. Ante esto, Pepe Mena quiso evitar el confrontamiento y me pidió que me calmase. Y allí mismo y ante lo que estaba ocurriendo partí mi carnet del PC y de Comisiones. Eso sí, yo sigo con mis ideas pese a no pertenecer ya al partido.
-Lo de Ruso del apellido le viene que ni pintado, eh. ¿Su madre era de Cádiz?
-Sí, sí. Lo que pasa es que mi tatarabuelo era italiano. Hasta en el colegio me llamaban el comunista.
-¿Qué consideración tiene del comunismo que está en el Gobierno de Sánchez?
-Pues lo mismo que yo pensaba el día que me fui del partido, que hay mucho topo metido. Hay muchos caballos de Troya metidos en los partidos.
-Y nuestro alcalde. ¿Topo también o lo ve al menos más comprometido con la causa?
-Para mí es de lo mejorcito que hemos tenido junto a Carlos Díaz, a pesar que a este le llamábamos el 'cagueta'. A Kichi, en cambio, se le ve más espabiladito, quizás porque viene de la clase obrera, de abajo.
-¿Y cómo ve a Cádiz?
-Debería estar mejor, pero porque aquí hay falta de inversión industrial. Creo que el turismo es una esclavitud porque se sirve por dos pesetas mientras se enriquecen los fondos de inversión, que son los que tienen los apartamentos y los hoteles. Eso es lo que veo yo, que las camareras trabajan por dos o tres euros la hora y a los cuatro años acaban deslomadas. Lo sé por familiares y amigos que han trabajado mucho en el sector. Yo al turismo nunca le he tenido fe. El turismo trae droga, atracadores, ladrones...
-Bueno, bueno..., pero Cádiz no tiene ese perfil de turista, hombre.
-Aquí nos salvamos, sí. Entre otras cosas porque el que robe está cogido por tres policías, uno en cada salida de la ciudad.
-Ahora que saca la policía. Usted defendió la libertad en tiempos de opresión. ¿Alguna noche en el calabozo en su haber?
-Una. En concreto, 28 horas, cuando la cárcel de Cádiz estaba en lo que hoy es el pabellón Ciudad de Cádiz. Tuve una bronca con un sargento de la Guardia Civil en el muelle. Tenía 18 años, sería el año 64. Yo estaba trabajando en un barco americano y me bajé para ir a orinar. Cuando estaba yo en lo mío me llegó por detrás una persona, que iba de paisano, sin gorra ni nada que hiciera ver que era guardia civil y me dice: '¿Qué hace?' Y me di la vuelta y le dije, pues 'meando, cojones'. Me dio un guantazo y como yo ni le vi ni gorra ni nada identificativo, le solté un puñetazo y lo tiré al suelo. Y desde el muelle, directito a la cárcel. Sin pasar por el juzgado ni nada. Allí, en el coche de línea, me llevaron dos guardias civiles de paisano. Me sacó mi padre, que contrató a un tal Piñero, que era un abogado muy bueno y por 15.000 pesetas me sacaron. A los dos años, estando yo cantando con los 'yeyé', tuve el juicio y lo gané.
-Bueno, pues ha sido un placer. ¿Usted tiene 'whatsapp' para enviarle la foto de la entrevista por si quiere que la cambie?
-Guasa tengo tela.
-(risas) Ok, ok...