Psicología
La historia de la niña y la bicicleta rosa que cambiará tu forma de hablar a los demás
¿Por qué no «dejas de pedir lo que no quieres»? Te invito a leer esta historia cotidiana que quizá te acerque a una nueva forma de mirar el mundo
«Domingo, un río, un padre, una hija y una bicicleta rosa. Estos son los elementos principales de la historia. Es importante aclarar que el río se trata del antiguo cauce de Valencia, al que los valencianos seguimos llamando asíaunque, en lugar de agua y peces, está lleno de sol y personas 'haciendo cosas'. Nuestro río es como el Corte Inglés de la actividades, según el tramo tiene de todo: bares, pista de atletismo, de baseball, rugby, petanca, skate, etc.
El caso es que pasear por el río es como meterte dentro de una serie de televisión, ves pequeñas escenas continuamente. Y entre todas ellas una me llamó especialmente la atención. Primero por los colores: él, varón de unos 45 años vestido para correr como quien se viste para una guerra. No le faltaba detalle, el problema es que cada detalle era de verde fosforito y así es imposible dejar de llamar la atención. Él iba acompañado de ella. Una niña – su hija, probablemente- vestida de pies a cabeza de rosa. Ella iba montada en una bicicleta. También rosa.
Llamaban la atención porque casi con toda seguridad ese día sería uno de los primeros días en que esa niña de cuatro o cinco años acompañaba a correr a su padre en bici sin ruedines . Y llamaban la atención porque a la niña le costaba mantener el equilibrio y al padre le costaba mantener la paciencia porque su hija no dejaba de chocarse una y otra vez con él.
El caso es que lo que más me chocó no fue esa imagen, sino lo que el padre le dijo a su hija: «deja de darme con el manillar» . Pobre padre, que seguramente llegaría a su casa lleno de moratones, pero también pobre niña, que probablemente tras esa frase no sólo no aprendió a montar en bici mejor, sino que casi con toda seguridad se sintió peor .
Todo habría sido muy diferente si ese padre, en lugar de pedir a su hija que dejase de hacer lo que no quería («deja de darme con el manillar»), le hubiese dado una pista para dejar de hacerlo y para aprender a montar mejor en bici. Por ejemplo, algo como “cariño, sujeta firmemente el manillar e intenta ir recto.”
Parece una tontería, pero no lo es. Hay una frase que me encanta: «las mariposas no pueden ver sus alas» , y es que todos ayudamos a construir la identidad de los demás. Y este padre con esa frase no ayudó ni un poquito a dar seguridad a su hija.
Y es que todos tenemos ese poder y se nos olvida. Nos resulta más fácil juzgar , «no lo haces bien» , que guiar: «para hacerlo mejor prueba esto» .
Y es que lo que hizo ese padre sin querer lo hacemos muy a menudo sin saber. Lo hacemos cuando vamos en coche y pedimos al conductor que no corra en lugar de que vaya más despacio o a alguien que hable alto que no grite en lugar de que hable más bajito. Lo cual sería el equivalente a ir a un restaurante y pedirle al camarero que no nos traiga lo que no queremos recitándole todos esos platos uno por uno y sin pedir únicamente el que sí queremos .
Suena ridículo, ¿verdad?. Pues lo hacemos. La buena noticia es que con un poco de atención podemos dejar de hacerlo.
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