Nutrición

Dietista Enfurecida: «Adelgazar no es solo cuestión de fuerza de voluntad»

La nutricionista Virginia Gómez publica «Dietista enfurecida», donde da claves sobre alimentación para que no nos dejemos engañar

La nutricionista Virgina Gómez, también conocida como «Dietista enfurecida» Juan Miguel Ponce
María Alcaraz

María Alcaraz

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Virginia Gómez, más conocida como «Dietista enfurecida» tiene como objetivo que no nos engañen. Vivimos en un mundo en el que el centro de los supermercados son los alimentos ultraprocesados , el embalaje de los productos es fácil que nos lleve al equivoco y nos es muy rápido y barato entregarnos a la comida basura en medio de la vorágine de vida que llevamos. De este punto parte Gómez, que busca derrotar mitos y trasmitir un mensaje claro: comer sano no es fácil y la información es el punto esencial desde el cual comenzar a cambiar nuestra alimentación.

¿Tenemos una concepción errónea de lo que es comer sano?

Portada del libro «Dietista enfurecida» Zenith

No tanto como pensamos. Creo que últimamente y con el paso del tiempo, al tener más información gracias a Internet, aunque hay tanto buena como mala, esta concepción ha mejorado. La mayoría de la gente la teoría, aunque sea la básica, se la sabe. Nadie come bollería industrial pensando que es buena. Hay más concienciación en este sentido del que había hace 20 años, aunque no sea ideal.

¿Nos dejamos engañar por el empaquetado de los productos?

Nos engaña porque es márketing puro. Si en un producto pone «0%», tú no sabes «0%» de qué: ¿conservantes?, ¿azúcar?, ¿sal? Te puedes imaginar, pero es muy posible que te equivoques. Es importante leer las etiquetas, porque es la única garantía que tenemos de saber lo que estamos comiendo. También hay que pensar que un alimento saludable no tiene más de tres o cuatro ingredientes... Si tienes que mirar mucho las etiquetas puede que no sea la mejor elección.

Y en caso de tener que mirarla mucho, ¿en qué debemos fijarnos?

Es importante saber que en el etiquetado los ingredientes van de más a menos cantidad. Esto es importante saberlo para casos como el del chocolate negro, que la gente cree que es más sano, pero un chocolate negro es sin leche, no sin azúcar. Y en este caso el primer ingrediente puede ser azúcar sin ningún problema, tener más porcentaje que de chocolate. Por ello es necesario tener en cuenta el orden en el que aparecen los ingredientes.

¿Qué importancia tienen las calorías en el etiquetado?

Pocas calorías no tiene por qué ser reflejo de algo sano. Por ejemplo, si tengo que elegir entre un refresco sin azúcar o unos frutos secos, ¿qué voy a decir que es más saludable? Los frutos secos sí, tienen una barbaridad de energía, pero son más saludables si no están fritos o con sal. Aunque un refresco no tenga calorías, lleva muchos edulcorantes y tiene una potencia de dulzor muy alta. Nos puede enganchar. Y cuando te enfrentas a estos sabores, ¡cómo te va a parecer una manzana dulce si estás acostumbrado a beber refrescos con un sabor tan fuerte!

¿Consumimos más azúcar del que somos conscientes?

Digamos que, si el 80% de nuestra alimentación se basa en alimentos poco o nada procesados, ya sabemos que la carne, el pescado, la verdura, los huevos no tienen azúcar. Debemos fijarnos en el etiquetado del 20% restante, que aunque sean productos salados, pueden contener azúcar perfectamente. Debemos fijarnos muy bien en las cantidades de azúcar de estos productos.

¿Nos afecta de manera negativa la imagen que llega por redes sociales de personas que tienen la vida y alimentación perfectas?

Tendemos a compararnos. Si llevas esa vida bien, porque probablemente puedes desayunar tranquilamente unas tostadas supersanas , pero la mayoría de la gente son currelas que tienen que trabajar 8 horas, que siempre son más, y luego se enfrentan a una hora de atasco. Muchas veces nos echamos la culpa de no tener fuerza de voluntad, y hay que pensar que nuestra vida no es la de alguien que vive por y para comer sano y hacer ejercicio únicamente. No te puedes comparar con contextos tan distintos al tuyo. Es como si cobras 1000 euros y te comparas con alguien que cobra 5000. Cada uno, con sus recursos, llega a donde se llega y demasiado hace mucha gente. Si se quiere, se pueden hacer listas de la compra económicas para comer bien, se pueden emplear multitud de recursos para que una persona coma mejor. Pero solo faltaría que a una persona que pase el día trabajando y tenga un sueldo bajo, le digan que no come bien por falta de voluntad, es muy injusto.

¿Y qué pueden hacer personas que tengan una rutina complicada y muy demandante para comer mejor?

Lo más importante es la logística. Dedicar un tiempo mínimo para decir qué se come cada semana y prepararlo. Es importante ir a comprar con una lista, ¡y sin hambre!, llevarte las cosas a casa y dedicar una mañana o tarde a cocinar y hacer la mayor cantidad posible. No hay nada más bonito que llegar a casa y ver que tienes una ración de comida que solo hay que calentar y listo. Si todos tuviéramos un cocinero que al llegar a casa nos diera un plato de verdura y pescado, ahí nadie se saltaría la dieta, pero como la inmensa mayoría no lo tenemos, lo mejor es organizarnos bien. Creo que tendemos a focalizar los esfuerzos en resistir y no tomar, por ejemplo, un trozo de chocolate, cuando igual esos esfuerzos es mejor que vayan encaminados a la organización.

También recomienda no comprar productos que «nos tienten»...

La idea debe ser «No compres galletas» en vez de «No comas galletas». Si te da el antojo y tienes muchas ganas, bajas a comprarlas y después lo mejor es que desaparezcan de tu casa. Y no hay que ponerse excusas como «las tengo para cuando vengan visitas», siempre puedes ofrecer frutos secos o palitos de zanahoria. No tener en casa algo que no se deba comer es mejor. Yo siempre digo que en ese momento hay una lucha entre tu pereza o tu gula, y no pueden ganar las dos.

¿Es contraproducente esforzarse en comer sano pero no dejar de pensar en comida ni un minuto?

El querer hacer todo tan perfecto te envicia , en ese momento tiendes a organizar tu vida alrededor de lo que eres capaz de controlar la comida, y eso es un problema. Llegará un momento en el que no vayas a comer bien por cualquier razón y eso perjudique tu vida social. Es mejor no tener que controlar todo tanto, hacerlo en la medida de lo posible, y un día si te quieres comer una pizza, la comes y ya.

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