En las últimas semanas, una polémica ha sacudido el movimiento: Democracia Real Ya, la plataforma que convocó la manifestación del 15m, ha expulsado a algunos de sus portavoces más conocidos, entre ellos Fabio Gándara, Pablo Gallego, Miguel Yarza, Olga Mikhaylova y Carlos Paredes. En un comunicado, la plataforma afirma que son los “creadores” de la “trama” desarrollada en el seno de la plataforma para convertirla en una asociación, “saltándose los protocolos de democracia interna” y “a espaldas” del colectivo. Afirman además que se desvincularon del trabajo del grupo “desde hace medio año”.
La disputa entre quienes prefieren permanecer como hasta ahora y los que entienden que se debe dar un paso hacia la asociación se ha escenificado en algunos medios de comunicación como una división sin posibilidad de superación. Sin embargo, Paredes afirma que son dos pequeños grupos extremos “los que lo están enfangando todo, cuando lo que deberíamos hacer es unirnos para luchar contra esta crisis”. Decepcionado con la actitud de algunos de sus compañeros, este comercial de 32 años da su versión de los hechos. “Indudablemente, las diferencias en algunas cuestiones son totales y a veces es muy difícil o imposible llegar a acuerdos”.
La fricción empezó cuando se habló de poner en marcha una reunión antes del 12 de mayo. Un grupo pensaba que era interesante llegar a la manifestación con las cosas claras y sin divisiones, el otro opinaba que la reunión podía debilitar el movimiento justo antes de la marcha. Se decidió montar entonces una votación en la Red Dry, una de las redes sociales a través de las que trabaja el colectivo. “Yo, por ejemplo, no estoy en ella y no votan más de 250 personas”. Un 52% se muestra a favor de la reunión, un 48%, no. El grupo que se oponía a esa reunión argumentaba también que en una asamblea estatal celebrada en Málaga el pasado año se consensuó que tenía que haber un 75% de votos a favor para tomar decisiones que afectaran a todo el colectivo. El grupo a favor señala que no es una decisión que afecte a todo el colectivo, sino que se trata de decidir si se celebra una reunión “donde sí se tomarán decisiones que afecten a todo el colectivo”. Finalmente la reunión se produce.
En ese encuentro se decide que sería bueno tener unas normas y un CIF que permitan hacer trámites frente a la Administración a la hora, por ejemplo, de convocar manifestaciones. El 23 de abril, en una asamblea, tres personas se presentan con una asociación ya constituida y se explica que si lo aprueba esa asamblea se puede usar el CIF y los estatutos –“Yo no los he llegado a leer pero según me han dicho ponía claramente que todo se decidiría mediante asambleas”, comenta Paredes- durante tres meses, a modo de prueba. Posteriormente, “la cuestión iría a una asamblea estatal donde se podría modificar o rechazar”.
Paredes sale antes de la reunión y cuando llega a casa se encuentra con la sorpresa en forma de nota de prensa en la que “me ponían a mí como portavoz cuando ni siquiera había firmado nada para pertenecer a una asociación y se hablaba de que la plataforma se había constituido en asociación sin especificar que había tres meses de prueba y que no toda la plataforma se convertía en asociación”. Después, cada facción se hizo con el control de parte de las herramientas que la plataforma tiene para expresarse por Internet. El grupo que se oponía a la asociación se quedó con las cuentas de Twitter y las listas de correo y eliminó de los nodos a la gente que había tenido contacto con la famosa reunión. El otro grupo se hizo con Facebook. “En total, no serán más de cien personas que están provocando enfrentamientos como si Democracia Real Ya fuera un fin y no una herramienta al servicio de la ciudadanía. Estoy avergonzado y me parece bochornoso”, dice.
