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Orgullo británico en Wimbledon
Actualizado: 12:32

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Wimbledon se inunda de orgullo británico

El tenista escocés Andy Murray recupera el título para un deportista de las Islas por primera vez desde 1936

08.07.13 - 12:32 -
Wimbledon se inunda de orgullo británico
Murray celebra su triunfo en Wimbledon./Reuters

Más de tres horas de partido sufrió el público británico de la mano de Andy Murray. Pero el escocés, al fin, vivió el momento por el que los amantes del tenis en las Islas habían esperado desde que en 1936 Fred Perry lograra su tercer triunfo en Wimbledon. Compartieron sus nervios los respetuosos aficionados en la pista central del 'All England Club' y terminaron con un estallido de júbilo contenido en un país que presume de tradición en la 'catedral' de la hierba y que ahora podrá sacar pecho con su campeón.

No obstante, para entender la magnitud de la victoria de Murray no hay que fijarse en el último triunfo británico 77 años antes sino en la final de 2012, en la que el escocés experimentó la presión del aspirante de la mano de las expectativas de sus conciudadanos. Entonces era el primer 'brittish' en la final desde 1938 (Brian Austin), había ganado su primer 'grand slam' en Australia, se puso por delante al adjudicarse el primer set frente a Roger Federer y… terminó sucumbiendo ante las circunstancias. «Me siento ligeramente distinto al año pasado, uno de los momentos más duros de mi carrera», recordó una vez ganado Wimbledon en 2013. Pero aquella derrota le permitió subir un peldaño más en su confianza porque apenas un mes después se coronó en la misma hierba con la medalla de oro de los Juegos Olímpicos contra el suizo. Desde entonces y auxiliado por Iván Lendl como entrenador, el escocés evolucionó hasta convertirse en una de las alternativas a los mejores del circuito.

En Wimbledon 2013 ha competido con el viento a su favor. Aprovechó un cuadro más sencillo gracias a las derrotas inesperadas de Federer y Nadal para caminar hasta la final solo inquietado por otro competidor en nervios: Fernando Verdasco. La teórica inferioridad de sus rivales se vio potenciada por dos semanas de tiempo para acomodarse a la presión y una nueva oportunidad en que superar al último británico con la mochila de la presión, Tim Henman, quien encalló cuatro veces en semifinales.

Djokovic, errático

En la final logró sobreponerse a la responsabilidad y plantar cara a un Novak Djokovic fatigado por su semifinal de más de cinco horas contra Juan Martín del Potro. El escocés apretó con su derecha a las líneas y el serbio le respondió con la búsqueda de su revés para ofrecer un duelo competitivo y equilibrado que se solucionó cuando el balcánico sumó demasiados errores no forzados y falló casi la mitad de sus golpes en la red. Pero además el escocés contó con los enfados de Djokovic con el árbitro en esas ajustadas bolas a los rincones del británico. Las paradas y protestas del serbio dieron a Murray momentos para respirar y remontadas inesperadas como cuando en el segundo set el belgradense se impulsó con una ventaja de 4-1 y terminó cediendo tras sus reproches a los jueces. Murray cerró el set con un saque directo y empujó al cansado Djokovic contra las cuerdas.

Sin embargo, en la tercera manga que transitaba por la vía rápida con 0-2 para Murray resurgió el mejor Djokovic. Desde 1927 ningún tenista había remontado dos mangas de desventaja en Wimbledon y el serbio demostró que cuenta con la capacidad para ello (en el Abierto de EE.UU. de 2011 resucitó en idénticas situaciones contra Federer). Con largos peloteos, con lo mejor de su gama de golpes el serbio asustó a su rival con cuatro juegos consecutivos para liderar el tercer set (4-2). Murray se sacudió el dominio, se acogió al aliento de la 'Union Jack' y respondió con su 'drive' y un estilo más agresivo. Hubo tiempo para temblar en las gradas y en la colina de Wimbledon que Murray le robó a Henman con tres bolas de partido que neutralizó el balcánico. Sudaron entonces público y jugador. Y no solo por los infrecuentes 30 grados de temperatura al sur de Londres. Pero al final, con la inercia del ganador y la esperanza en el destino Murray inscribió su nombre en Wimbledon con letras de oro y el orgullo de su país al vencer 6-4, 7-5, 6-4.

El número 2 del mundo superó al número 1, pero el triunfo supuso más una línea en la leyenda que un simple 'grand slam'. «Sé cuánto significa para los británicos y espero que lo hayan disfrutado», comentó Murray entre tanto estímulo. «Ha sido un honor estar aquí», secundó Djokovic para reconocer la importancia histórica del triunfo al que solo faltó la reina de Inglaterra entre los más emblemáticos británicos en la grada.

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