Nadal devuelve una bola./Glyn Kirk (AFP)
El color grisáceo que predomina en el reino de Federer, el 'All England Tennis Club', y que amenaza con parar su partido, también protagoniza el juego del español. En el siempre complicado debut en Wimbledon, Nadal no termina de encontrarse cómodo sobre el verde londinense, sobre la velocidad del tercer 'grand slam' del año. Y se nota en los primeros compases del partido, donde hace algo muy poco usual en él: ceder dos servicios de forma consecutiva. Pero dentro de este oscuro de día de más errores de la cuenta y menos tiros ganadores, el número dos del mundo obtiene su objetivo: pasar a segunda ronda, e incluso, mejorar su juego en el tramo final del choque. De esa forma, cerró su compromiso. Ganó 7-6, 6-2 y 6-3 al brasileño Bellucci.
En los primeros juegos se pudo ver que iba a ser complicado para el pupilo de Toni Nadal. El servicio no le funcionaba. Su primero era incapaz de regalarle algún punto. Y no solo eso. Con su segundo, Bellucci era capaz de dar un pasito hacia delante y dominar el punto. Además, el brasileño parecía Nadal. Conectaba puntos imposibles, llegaba a todas y no tiraba una fuera. Y se tradujo en dos roturas de servicio consecutivas y un esperanzador 4-0 a su favor.
El primer examen sobre la hierba no estaba siendo todo lo placentero que podía presumirse para Nadal. Al igual que ese estudiante que parece haberse quedado en blanco y mira de un lado a otro buscando la inspiración divina, el mallorquín andaba perdido por la pista buscando soluciones. Sin embargo, Nadal es mucho Nadal. Y llevaba la materia aprendida. Sin llegar ni tan siquiera a acercarse a su mejor nivel, sí consiguió dejar de errar más de la cuenta y le devolvió los dos 'breaks' a Bellucci, de más a menos durante el choque.
Después de hacer seis errores no forzados en los cinco primeros juegos, Nadal apenas volvió a cometer un fallar en el set. Y eso se tradujo en mayor confianza y solidez desde la línea de fondo. Estaba claro que no estaba cómodo sobre la pista, pero supo jugar mejor que su oponente los puntos clave, cerró en blanco la muerte súbita y se hizo con la manga.
No terminaba de coger la posición en la hierba londinense, una situación más adelantada que en la arcilla parisina para así coger la iniciativa del punto, pero dominaba en el marcador. Ya tenía un set en su haber, lo que le pesó demasiado al brasileño. Pese a que en el segundo acto empezó 'enchufado', pronto se fue desinflando. En el momento en que el de Manacor le rompió su servicio, el número 80 del mundo bajó los brazos y se dejó llevar.
Ya con dos sets a cero a favor, el manacorense, sin grandes alardes pero algo más suelto, jugó algo mejor. Empezó a tirar con más confianza con su derecha y encontró los ganadores con más facilidad que en los dos parciales anteriories. Pese a que su servicio no le funcionó bien, sufrió en varios tramos del encuentro y no ofreció su mejor versión, fue suficiente para derrotar a Bellucci y meterse en segunda ronda de Wimbledon.