Dos etapas, una contrarreloj por equipos y una jornada en línea, con un final en alto y once kilómetros de subida, han dejado demasiado a la vista y, lo más importante, demasiado pronto, que esta Vuelta a España tiene demasiados marcados a sus protagonistas. Vincenzo Nibali ya se ha colocado de líder, sin querer, puesto que su compañero Brajkovic tuvo un problema mecánico y le dejó el maillot rojo en bandeja. Por si no estaban muy claras las intenciones del ganador del Giro, en el Monte da Groba se vio que viene a ganar la Vuelta.
Con Tiralongo y Fuglsang delante en todo momento, muy atentos a los movimientos de Movistar, Nibali se limitó a estar. No tuvo que salir a ningún ataque por una razón muy sencilla: ninguno de los corredores que podrían inquietarle atacaron.
Ni Valverde, ni Purito Rodríguez, que prefirió jugar la baza de Dani Moreno, consideraron que era un día idóneo para intentar nada y Nibali se limitó a ver cómo corredores como Sergio Luis Henao, el líder del Sky, y, sobre todo, Samuel Sánchez , volvían a perder tiempo. Los dos se dejaron en la segunda etapa 2:41, a lo que hay que añadir el tiempo que cedieron en la crono con respecto a Nibali, 1:14 Samuel y 22 segundos el colombiano.
El Sky ha estado muy hábil diciendo que Henao era su líder, un puesto que ha pasado a ocupar Rigoberto Uran, que la próxima temporada correrá en el Omega. El trabajo que hizo Movistar en la subida final daba a entender que Valverde quería moverse para ganar la etapa y arañar al menos diez segundos de bonificación. No hubo nada y ahora lo que nos queda por ver es dónde pueden hacerle daño a Nibali tanto Purito como Valverde, que con limitarse a esperar lo que hagan sus rivales le basta, siempre y cuando él no falle. Si esto sigue, en una semana, Nibali y Astana estarán administrando los segundos que les llevan sin complicarse la vida, dejando hacer a unos y a otros. Porque la carrera la llevarán quienes busque segundos de bonificación, es decir, Movistar y Katusha.