Contador realiza en el podio su típico gesto del pistolero. / Efe
Cuando ves a Alberto Contador en el podio final de La Castellana, escoltado por Alejandro Valverde y Joaquim Rodríguez, piensas en esas sonrisas, en la felicidad del momento, en el camino que han tenido que recorrer para llegar hasta lo más alto y te das cuenta de que de los chavales que eran unas promesas hace diez o doce años no queda, en algunos casos, prácticamente nada.
Los tres están tan acostumbrados a ganar que los protocolos se los saben de memoria. Contador es el caso más especial. Ha ganado una carrera en la que ‘Purito’ Rodríguez ha sido el más fuerte en montaña, en la que Valverde se dejó 55 segundos después de la caída de Valdezcaray, en la que él, el mejor del mundo en 21 días seguidos de carrera, ha vuelto a vencer.
Contador y el triunfo son dos palabras que encierran muchas más cosas detrás de ella. Desde 2006, cuando se quedó varado en un hotel de Estrasburgo y no pudo tomar la salida en el Tour de Francia, se ha movido en los meandros del éxito, pero también dentro de las cloacas a la que le han conducido con decisiones cuando menos complejas.
Queda muy poco del chaval que comenzó a dar pedales por la periferia de Madrid y que ha ganado en tres ocasiones el Tour, en dos la Vuelta y en dos el Giro. Compagina -no es la primera vez que lo decimos-, las victorias y las gestas con atascos que nada tienen que ver con el deporte.
El cavernoma que padeció le hizo ver la vida de una forma muy distinta a lo que había conocido hasta entonces. El Tour en el que no le dejaron salir le hizo ver que los Campos Elíseos podían ser muy bellos o también una fuente de lágrimas. Se encontró el maillot amarillo de 2007 -descalificaron a Michael Rasmussen– y él estaba allí, segundo, para vencer.
Solo tiene 29 años
Decíamos entonces que el futuro era suyo, que podría ganar en muchas ocasiones el Tour, al menos que tenía el potencial para hacerlo. También se dijo lo mismo de Jan Ullrich y solo ganó uno.
Contador iniciaría un camino en el que pagó errores ajenos -no pudo correr el Tour de 2008 por los positivos de Vinokourov y Kashechkin en 2007-, junto a situaciones que no le gustaban en los equipos en los que militaba, como la llegada de Armstrong, el buscar nuevos horizontes en otros grupos deportivos, hasta llegar al positivo con clembuterol que terminó por marcarle de forma definitiva. Se ha hecho más duro, mucho más desconfiado y ha entendido que los momentos de gloria son para disfrutarlos porque pueden no volver.
Esa dualidad que le hace compaginar los triunfos, la fama y los disgustos le ha llegado cuando todavía no ha cumplido los 30 años. Lo hará en diciembre. Una edad que le convierte en el valor más sólido del ciclismo mundial.
Da la impresión de que está mucho más estabilizado en el Saxo Bank, donde le van a rodear de un grupo de corredores mucho más potente que el actual, lo que le lleva a ser la mejor apuesta del ciclismo mundial para Tour, Giro y Vuelta. Se decantará por la prueba francesa como objetivo principal.
Si miramos la Vuelta que este domingo finalizaba en Madrid, vemos que entre el tercer clasificado, ‘Purito’ Rodríguez, y Chris Froome hay un abismo de minutos. Unas diferencias espectaculares.
Si nos fijamos en el último Tour, dejando a un lado el rendimiento del Sky, muy lejos del que han dado en la Vuelta, le sigue convirtiendo en el valor más sólido del ciclismo mundial. Detrás de Bradley Wiggins y Chris Froome tampoco hay grandes esperanzas. Quizá Nibali, y poco más. Haimar Zubeldia y Cadel Evans son muy veteranos. Pierre Rolland y Tejay Van Garderen tendrán que refrendar el Tour que han realizado.
Si miramos el Giro nos encontramos a Ryder Hesjedal y luego a ‘Purito’ Rodríguez. Los colombianos Rigoberto Urán y Sergio Henao tiene mucho margen de maniobra. Mikel Nieve fue décimo; Thomas De Gendt, tercero.
Madurez y trazado
Únicamente Andy Schleck daba la impresión de poder plantarle cara, al menos en la alta montaña. El pequeño de los dos hermanos luxemburgueses bastante tiene con volver a ser ciclista y saber qué es lo que quiere, además de cobrar mucho dinero en el RadioShack.
Quiere esto decir que la posición de Alberto Contador, a pesar de todo lo que le ha pasado en la vida, es ideal entre los mejores para continuar muchos años en un primer plano. ¿Cuánto tiempo? Eso solo lo sabe el destino. Dependerá, primero, de él, de la fortuna que tenga, de que consiga mantener una cierta estabilidad dentro y fuera de la carretera.
El caso de Alejandro Valverde y ‘Purito’ es distinto, con 32 y 33 años. El corredor de Movistar ha perdido dos años de su vida. Es tan bueno que seguirá ganando en cualquier parte del mundo. ¿Vencer en una grande? Se le ha ido, como a ‘Purito’, una gran oportunidad, uno de esos trenes que igual no vuelve a pasar nunca.
‘Purito’ continuará en la misma línea: seguirá siendo un ganador. Lo de hacer segundo en Giro y Vuelta no será fácil que lo repita. Los caminos de los tres mejores ciclistas españoles del momento, junto a Samuel Sánchez, se juntaron por la sanción de Contador y las caídas en el Tour de Valverde.
Ellos se unieron a ‘Purito’ y nos han dejado una sinfonía de ataques, de momentos, de emociones y de sentimientos irrepetibles, en una carrera en la que las bonificaciones parecían decisivas.
Nadie se acuerda ya de los 55 segundos que perdió Valverde llegando a Valzdezcaray, ni tampoco del desfogue que tuvo Contador en Arrate.
¿Cuántas veces ha atacado Alberto Contador en esta Vuelta a España? Han sido tantas que ‘Purito’ y Valverde van a tener durante unos días el síndrome del boxeador que después de ver cómo le llegaba una lluvia de golpes durante quince asaltos, continúa durante unos días reviviendo en su imaginación ese atasco de luces y sombras.
La Vuelta a España debe disfrutar de su éxito. Se lo merece. Recorridos buenos es lo que tiene desde hace años. Le faltaban ciclistas y los ha conseguido. La madurez de tres de los mejores ciclistas españoles ha puesto el resto para que el ciclismo vuelva a dejarse sentir entre los aficionados. Ojalá todo tenga continuidad.