El otoño es un buen momento para hacer una escapada de fin de semana y conocer alguno de los muchos pueblos con encanto de la geografía española. Pequeñas localidades de la costa y el interior que invitan a disfrutar de sus paisajes, sus sabores y a perderse por sus calles empedradas llenas de historia. Aquí va una selección de diez que nos servirán para desconectar y salir de la rutina diaria.
1. Santillana del Mar. Cantabria
Su historia comenzó cuando un grupo de monjes -allá por el siglo VIII- trajo las reliquias de una santa martirizada en Asia Menor. Así nació un santuario que a su vez dio origen a una población que tomó el nombre de aquella mártir: Santa Illana-Santa Juliana-Santillana. El lugar creció gracias al monasterio, que se convirtió en Colegiata, hasta sus días de esplendor, del siglo XII al XVIII. La villa -Monumento Nacional- son un par de calles llenas de casonas con escudos, palacios y la Colegiata, el más importante monumento románico de toda Cantabria con un claustro de ingenuos capiteles. A 5 kilómetros está la Cueva de Altamira.
2. Castrillo de los Polvazares. León
Fue pueblo de arrieros maragatos que llevaban en carromatos de mula, desde Galicia a Madrid, cereales, vino, aceite o telas. Muchos se enriquecieron y edificaron grandes casonas que se conservan en pueblos como Castrillo. Son de piedra, con un gran portalón en arco que comunica con un patio empedrado, alrededor del cual se distribuyen establos y la enorme cocina con chimenea, horno y comedor. Una escalera con barandilla de madera comunica con las habitaciones. A lo lejos, el Teleno, que fue monte sagrado, adorado por los romanos bajo el nombre de Marte-Tileno.
3. La Alberca. Salamanca
En este pueblo de la Sierra de Francia, la mayor parte de los vecinos vive del turismo y la calle principal rebosa de tiendas de artesanía, gastronomía o recuerdos. Al atardecer, cuando los últimos rayos de sol alargan las sombras, es el momento de las fotografías más bellas; y de la esquila de ánimas, que recorre el pueblo pidiendo por los que ya murieron. Los fines de semana todo cambia y el turismo lo invade todo.
4. Albarracín. Teruel
En la provincia de Teruel, Albarracín es parada obligatoria, ya que estamos ante uno de los pueblos más bonitos de España. Una localidad medieval que ha sabido guardar en sus calles el encanto del paso del tiempo. Albarracín es Monumento Nacional desde junio de 1961. En diciembre de 1996 recibió la medalla de oro al Mérito en Bellas Artes y actualmente se encuentra propuesta por la UNESCO para ser declarada Patrimonio de la Humanidad.
Escalinatas y pasadizos, muros irregulares de color rojizo con entramado de madera, calles empedradas, cada rincón, cada casa es objeto de admiración en este pueblo turolense. Sus puertas y llamadores -picaportes de hierro imitando un pequeño y fantástico dragón-, sus diminutas ventanas con visillos de encaje, sus balcones corridos en rica forja y de madera tallada, el más mínimo detalle es digno de contemplar. Y es que el monumento principal de Albarracín es la ciudad misma.
Es uno de los pueblos más visitados de Aragón, de ahí que esté perfectamente adaptado para el turismo. No es difícil encontrar un hostal, una habitación de hotel o una casa rural para pasar la noche o disfrutar de una escapada de fin de semana y así poder también conocer la Sierra que rodea el municipio. Tampoco falta oferta de restauración con comida casera elaborada a base de productos típicos de la tierra.
5. Aínsa. Huesca
La aparición de la Santa Cruz fue la señal para que las tropas cristianas reconquistaran la villa de Aínsa, en el 724. Aquel suceso se conmemora, en la fiesta de La Morisma. Aquel estratégico enclave militar desempeñó durante muchos años el puesto de mando en la lucha contra los árabes y, en 1124, Alfonso I le concedió la carta puebla (documento fundacional). Alrededor de la porticada plaza Mayor (siglo XII), una de las mejor conservadas de la época medieval, se encuentran los principales monumentos, como la iglesia románica de Santa María.
6. Frías. Burgos
La fortaleza, colgada sobre la población, es uno de los más espectaculares castillos de toda España. Bajo su torre se contemplan los rojos tejados y las estrechas calles de lo que fue un importante enclave. Lo mandó levantar, en el siglo XII, el rey Alfonso VIII quien concedió a Frías derecho de mercado y un especial fuero que convirtió a la localidad en capital del valle e importante centro industrial y comercial. Del primitivo castillo quedan capiteles románicos en los que se representan caballeros y figuras mitológicas.
7. Pedraza de la Sierra. Segovia
Con solo una puerta de entrada es de las pocas poblaciones completamente amuralladas de España. Se accede por la morisca puerta de la Villa, reedificada en el XVI. La calle Real sube hasta la porticada plaza Mayor, flanqueada de antiguas casonas, con la torre románica de la iglesia de San Juan y los palacios de los marqueses de Lozoya y Miranda. Pero su monumento más importante es el castillo. Fue enclave romano y árabe, y durante cinco años su torre del Homenaje sirvió de prisión a los infantes franceses, que con el tiempo serían los reyes Francisco II y Enrique II. La fortaleza fue adquirida por el pintor Ignacio Zuloaga y hoy pertenece a sus descendientes.
8. Urueña. Valladolid
Sus murallas -del siglo XIII y XIV conservan sus dos puertas- se pueden recorrer por un camino de ronda y desde ellas se contempla una extensa panorámica de Castilla. En el exterior de las murallas está el Santuario románico de La Anunciada, a la que se sigue pidiendo en romería agua para los campos. Urueña es Villa del Libro (distinción que solo tienen 14 lugares en el mundo).
9. Ochagavía. Navarra
Mientras que para unos su nombre procede de 'guarida de lobos', para otros es de tiempos de la francesada, cuando quemaron el pueblo y solo quedaron ocho casas: 'ocho había'. El lugar estaba poblado ya en época de los romanos, como prueba su viejo puente, uno de los seis (cuatro sobre el río Anduña y dos sobre el Zatoya). A ambos lados del río hay viejos caserones, algunos con escudos de piedra, o palacios dieciochescos. A cuatro kilómetros queda el santuario de Muskilda, y a trece el portillo de Lázar, que separa los valles de Roncal y Salazar.
10. Cudillero. Asturias
Llama la atención la distribución de sus casas, apiñadas en la ladera del monte como 'empujándose' unas a otras para poder ver el mar. La mayor parte de las viviendas conservan un aire marinero. En días navideños, el belén de la plaza tiene faro y barcas con redes, al contrario de los belenes tradicionales, que olvidan que los apóstoles eran casi todos pescadores. Es también pueblo de campesinos que viven en la parte alta de la villa, que fue mojón en el Camino de Santiago costero.