La capital de Guipuzkoa es una de las ciudades más hermosas de España. Pocos discuten ese estatus. Quizá sea por sus singulares playas, por su naturaleza brava o por su elegancia arquitectónica y cultural con aires de Belle Epoque. Por su gastronomía o sencillamente por el ambiente de su casco viejo. O quizá, como valoran quienes la han visitado, sea por el resultado de unir todo ello. Un resultado que sin duda alguna convierte a San Sebastián en uno de esos lugares que, más tarde o más temprano, todo el mundo debe conocer.
Así lo atestiguan los millones de turistas españoles y no españoles que cada año visitan España sin dejar de lado San Sebastián. Es una ciudad que no deja indiferente a nadie y, habitualmente, siempre para bien. Sus playas son de postal, su casco viejo resulta mágico para quienes lo recorren y posee una riqueza cultural y arquitectónica variopinta y señorial que completa la oferta para un visitante que, además, llega a estas tierras en numerosas ocasiones atraído por la fama de su gastronomía.
La fascinante bahía de la Concha, gobernada por las playas de la Concha y Ondarreta, es una de las maravillas de la ciudad. Es una de las más famosas de España, sino la que más. Su popular barandilla y farolas, su arena fina y agua cristalina la convierten en una playa pintoresca y especial. La playa de Ondarreta es el complemento perfecto a la Concha.
Playas y símbolos
Destinada a un público más joven, desde ella puedes acceder a la Isla de Santa Clara, situada apenas a medio kilómetro; eso sí, este paso solo está en uso cuando la marea esta baja. Esta coqueta isla está en el centro de la bahía y también posee una playa de pequeñas dimensiones pero con mucho encanto a la que habitualmente se accede en barco -hay empresas dedicadas a este transporte en verano-, en piragua y hay quienes se atreven nadando.
Al inicio de la bahía de la Concha, en la Playa de Ondarreta, el viajero encuentra uno de los símbolos de la ciudad donostiarra: el Peine del Viento de Chillida. Creada en 1977, se trata de tres esculturas enclavadas en las rocas que no tuvo demasiado caché en sus primeros años de vida, pero que con el paso del tiempo ha adquirido tanta popularidad que hoy es una visita obligada en la ciudad.
También en la playa de Ondarreta se puede coger el tranvía que te sube hasta el Monte Igeldo, famoso por su parque de atracciones, pero sobre todo por las deslumbrantes y seductoras vistas que ofrece de la ciudad, tanto por el día como por la noche. Además, en pleno Monte Igeldo, se puede dar un capricho al estómago y al paladar, comiendo o cenando en el Restaurante Akelarre, propiedad de uno de los cocineros con mayor fama y renombre mundial: Pedro Subijana.
Epicentro del surf
Al margen de la Concha y de Ondarreta, Donostia también cuenta con una tercera playa urbana, la de Zurriola, cuya características geográficas la hacen ideal para la práctica del surf gracias al fuerte oleaje que predomina en dicha playa durante la mayor parte del año. Pero no solo de mar y naturaleza vive San Sebastián. Su extensa variedad arquitectónica no tiene fin y sabe combinar tradición y modernidad.
Los palacios y el casco viejo son los exponentes de épocas pasadas que traen al presente aires de la majestuosa Belle Epoque. El Teatro Victoria Eugenia, obra del arquitecto Francisco de Urcola, es ejemplo de esto último. De estilo neorrenacentista y neoplateresco, el próximo año se convertirá en centenario. Fue la sede del Festival de Cine hasta 1999. Por él han pasado los más grandes de la interpretación y la música y es, sin duda alguna, uno de los teatros más reputados de España. El hotel María Cristina, a orilla del río Urumea, es una de las joyas de la ciudad. Al más estilo Belle Epoque, acoge cada año en sus lujosas suites a las grandes estrellas de la gran pantalla durante la celebración del festival así como a las distintas personalidades de la realeza y la política de todo el mundo que pasan por San Sebastián.
El palacio de Miramar, localizado frente a la Bahía de la Concha, es otra delicatesen para la vista. De estilo inglés, fue construido en 1893. Sus jardines son un canto a la divinidad. Por último, el palacio de Aiete, con 74.000 metros cuadrados de jardines abiertos al público, completa la lista de visitas imprescindibles junto a la Catedral del Buen Pastor. El templo neogótico preside el centro de la ciudad desde 1897. Su torre en forma de aguja de 75 metros de altura es el punto de referencia de la ciudad.
Su cara más moderna
El contrapunto a esta arquitectura se encuentra en el Palacio de Congresos y Auditorio Kursaal, sede del Festival de Cine de San Sebastián desde hace doce ediciones. Junto al Guggenheim, constituye el emblema de una arquitectura moderna que también pisa fuerte en el País Vasco. Diseñado por Rafael Moneo, este recinto está formado por dos grandes cubos de cristal traslúcidos que cuentan en su interior con un auditorio, un recinto de cámara, una sala de exposiciones, varias salas de congresos y un restaurante.
Pero si hay algo que deleite en San Sebastián es dejarse llevar paseando. Quienes no quieran perderse esta experiencia deben dirigirse a la desembocadura del río Urumea, a la parte vieja. Los comercios de sus estrechas calles crean un ambiente que se mezcla con el aroma de las tabernas y que invitan a visitar una y otra, y otra, y otra y dejarse llevar... Hasta claudicar.