






cantabria
guía práctica- Información turística: http://www.turismodecantabria.com
- Dónde comerEn Santander: Lo mejor es probar las rabas y otros pinchos en las bodegas que se suceden en los alrededores de la Plaza de Cañadío y/o visitar el barrio pesquero para degustar buen marisco.
- En Somo: Surf Caf. Situado encima del Centro de Surf, junto a la playa de Somo.
- En Loredo: Bocatería La Mala. En el centro de la pequeña localidad.
- Dónde dormir: En Santander: Hotel NH Ciudad de Santander. www.nh-hotels.com
- En Somo: Hostería de Somo. http://www.hosteriadesomo.com/
- En Langre: La Posada de Langre. http://www.posadadelangre.com/
- Si se busca una manera alternativa a la hora de alojarse lo mejor es visitar http://www.housetrip.com/ donde podrá encontrar propiedades para alquilar durante el periodo de tiempo que estime oportuno en una gran abanico de ubicaciones en Santander y localizaciones de toda Cantabria. Basta con registrarse para empezar a utilizarlo.
- Información sobre surf: Escuela Cántabra de Surf en Somo www.escuelacantabradesurf.com
- Página meteorológica de Jesús Fiochi http://tiempo.fiochi.com
Por la forma en la que se mueve por el interior de la tienda de la Escuela Cántabra de Surf de Somo parece que David García 'Capi' tuviera debajo de sus pies desnudos una de esas tablas tan bellas que vende a los surfistas que vienen de todas partes del mundo hasta esta localidad costera en la bahía de Santander. Te hace un leve gesto con la barbilla invitándote a esperar a que termine de atender a unos australianos para recibirte y responder a unas, esperas, no manidas preguntas que has preparado sobre este deporte o estilo de vida que es el surf. No dejas de observarle y es fácil sustituir el piso por agua y las paredes por olas. Como él te dirá después “Mi vida está ligada al surf”.
Somo, localidad del municipio de Ribamontán al Mar, ha crecido alrededor del negocio de coger olas. En la primera fila de playa, entre el Puntal y Loredo, se concentran varias escuelas que muestran tan buen material como atractivos monitores con trajes (neoprenos) a medio poner luciendo pelo desaliñado, roto por el salitre y muchos baños bajo el sol. Escondidos detrás de gafas de sol de pasta negra instruyen a los amagos de surfistas de todas las edades que se dan cita en este lugar y que aspiran a ponerse de pie en la tabla y hacer los giros que 'Capi' y su hermano Nacho hacen por todo el mundo en esa búsqueda constante de olas que es el surfing.
El tono de voz de 'Capi' es alto y claro, como uno de esos tubos perfectos que decoran su escuela y, en los últimos años, tienda. Presenta aspecto de tipo de la calle, pero en vez de deambular por las esquinas disfruta de "bañazos" en el Cantábrico. Le preguntas sobre los que serían los tipos duros del agua, los locales. Trata de dar con las palabras adecuadas para hablar sobre ellos, un tema caliente dentro del mundo del surf, para que tú no te lleves una mala impresión. Empieza haciendo referencia a un código que existe dentro del mar. Te explica que hay que entender las normas del agua y respetarlas. Te queda sonando en tu cabeza que la primera norma es la de la jerarquía y entonces te acuerdas de Jesús Fiochi.
Se despide de ti con un saludo de manos fuerte y agradecido. Te invita a que te pases cuando quieras a probar esta droga salada y continúa con sus labores. Un grupo de jóvenes franceses esperan fuera sujetando las tablas de una manera que les delata. Parece que hoy van a recibir su primera lección de coger olas. Están a punto de engancharse y la escuela de 'Capi' es la culpable de esta perdición de 360 grados. Tú aprovechas para ir a la playa de Langre y echar un vistazo a ese aparcamiento con vistas al mar atestado de caravanas orladas de tablas y de neoprenos colgados para secar más rápido. Hay surfistas de todas las nacionalidades. Hasta que no se meten en el agua todos podrían posar en un catálogo de alguna marca surfera. Llegas a pensar que un novio surfero suena bien, pero pronto recapacitas y llegas a la conclusión de que tanto sol sobre tu cabeza no es sano. Sin bajar las escaleras que dan acceso a la playa disfrutas desde lo alto la imagen de esos chicos sobre las olas. Muchos se caen una vez la ola cobra vida, sin embargo, el que sabe se desliza sobre ella y trasmite una sensación de paz que te invita a tomar una tabla y meterte al agua y remar y remar hasta colocarte en el lugar adecuado para coger esa ola buena. Una ola así siempre llega mañana.
Contacto con el salitre
En el muelle de Somo está apunto de zarpar la lancha que cruza la bahía hasta Santander. Allí te espera Jesús Fiochi, a bordo de su barco 'Surf', atracado en Puerto Chico. Durante la travesía disfrutas por un lado de la aristocrática imagen de la ciudad santanderina y por el otro la de la indomable Cantabria que se desliza sobre una tabla. 25 minutos después atracas en el embarcadero del paseo marítimo. En el agradable caminar a orillas del mar los surferos han mudado por elegantes hombres vestidos con jersey sobre los hombros y mujeres recién salidas de la peluquería. Alcanzas el pantalán y adivinas a Jesús esperándote en la popa del 'Surf'.
Su edad no se corresponde con su espíritu y no casa con el colgante que se deja ver en su cuello. Una tablita de surf habla de la pasión que siente por coger olas. Dentro del barco todo rezuma mar. “La mar”, como Jesús no para de decir, es su superficie. Pasa más tiempo sobre o dentro del agua que en tierra firme. Antes de hablarte del surf, que es a lo que has ido hacer a ese amarre, te cuenta su faena pesquera del día anterior. No fue un éxito, pero Jesús es feliz al contacto con el salitre y a su lado a ti te parece que la sal sabe a azúcar. Apenas le has hecho la primera pregunta ya saluda desde la ventana a un patrón de otro barco que sale del puerto.
Le escuchas relatar aquel primer baño que se dio en 1963 en la playa del Sardinero subido en una Barland-Rott Pintail y te imaginas siendo una de esas muchas personas que se amontonaron en los Jardines de Piquío y en la terraza del Rhin para verle a él con 20 años coger la primera ola en España. Jesús lo recuerda como si sólo hubieran pasado tres semanas. Cinco décadas después se baña con una frecuencia de 120 veces al año entre los meses de marzo y diciembre. Despierta temprano para ser el primero o casi en coger olas en Laredo (hay una derecha de 6 pies muy buena te dice) Liencres y Santa Marina, entre otras playas cántabras. Él mismo te confirma que los locales respetan esa norma de la jerarquía de la que te habló 'Capi' y le permiten cosas que para otros os están vetadas. Disfruta de una hora de baño sobre su tabla de 9.4 y 5 kilos de peso.
Entre pregunta y pregunta que deriva en charla amistosa se suceden los saludos con otros marinos que van y viene por el pantalán. Jesús Fiochi es más conocido y respetado que el mismísimo Poseidón. Durante la conversación el teléfono móvil de Jesús suena y no te parece más acertado que el tono sea una canción de los 'Beach boys'. Se disculpa, responde a la llamada, sale a la cubierta a recibir a su hijo. Regresa al interior del barco y te habla de su familia. Todos ellos de la mar también. Con él no hablas del interior porque no tiene sentido. En su vida todo apunta al mar. Igual que Santander.
No puedes evitar la tentación de preguntarle sobre las novias en el surf y como es la relación con ellas por parte de un surfista. Su respuesta no te sorprende. Para él lo primero son las olas, si después del baño la chica está ahí, perfecto. No le pongan en la tesitura de elegir porque lo tiene muy claro. No le importa que en las espumas no haya nadie esperando. Como las olas, otra chica vendrá.