cÓMO LLEGAR
- La manera más cómoda es volar hasta el aeropuerto de Malpensa (Milán). En la misma terminal se puede coger un autobús hasta Como. Si uno acaba de partir y la espera hasta el siguiente es larga (no compensa si resulta inferior a dos horas) se puede optar por otra posibilidad: tomar el tren rápido que se dirige a Milán, pero bajándose del mismo en la estación de Saronno. Allí se puede coger otro tren hasta Como. Una vez en esta ciudad, el barco es siempre el medio de transporte más cómodo, rápido y atractivo para recorrer el lago.
Los viajeros esperan en el cobertizo, a resguardo de la lluvia. El rugido cansado de un motor avisa de la llegada del ferry, que aún no se ve. De pronto, a poco más de cien metros del embarcadero, el buque sale de la niebla, avanzando lentamente y rompiendo las mansas aguas del lago. Parece una escena de una película de Visconti pero es una imagen real que puede contemplarse muchos días, incluso en pleno verano, en cualquiera de los pueblos ribereños del lago de Como, en esa Italia alpina que ofrece una arquitectura que combina las iglesias con fachadas de mármol de colores junto a palacetes de estilo casi británico. Es otra Italia, alejada de los tópicos arrabaleros del sur, la monumentalidad de Roma y Florencia y la belleza casi fantasmagórica de Venecia, pero no por ello menos atractiva.
El lago de Como tiene forma de Y invertida y recorrer todas las localidades asentadas en sus orillas ocuparía unos cuantos días. Por eso, el turista que no dispone de demasiado tiempo suele limitar el ámbito de su exploración al ramal occidental, de Como (la población más al sur) hasta Menaggio por la orilla izquierda y la localidad de Bellagio, justo en el vértice del triángulo que se forma en el centro mismo del lago. Si se dispone de más tiempo, la excursión puede alargarse hasta Gravedonna, más al norte.
Aquí, el tiempo de los desplazamientos debe medirse de forma diferente porque lo mejor es hacerlos en barco. La espera en los viejos embarcaderos y el propio viaje, sobre todo si se no se hace en los buques rápidos que acortan el recorrido gracias a su mayor velocidad y a que no se detienen más que en unas pocas localidades, tiene algo de incursión en el pasado. De situarse en un tiempo detenido, en un momento anterior a las redes sociales, internet y la inmediatez como algo inexcusable en nuestras vidas.
Lo mejor, por tanto, es olvidar el móvil en la mochila y dejarse llevar por un ritmo lento, para disfrutar de la visita. Esta puede comenzar en la localidad de Como, tomando un café en la plaza de la catedral, para contemplar ese templo de mármol de varios colores, construido a lo largo de cuatro siglos. Hay al menos otras dos iglesias que merecen la pena en la ciudad, la de San Fedele y la basílica de San Abundio, pero muchos turistas preferirán pasear por la villa Olmo, con sus jardines desde los que se ve el lago, y por la misma orilla de este, junto a los embarcaderos desde los que parten los buques que lo recorren.
Mejor en barco
Por supuesto, es posible trasladarse de unos pueblos a otros por carretera, pero conviene descartar esa posibilidad. No solo porque el lago es grande (tiene casi 50 kilómetros de longitud, aunque entre Bellagio y Como hay poco más de 20 en línea recta) sino también porque las carreteras son estrechas y es difícil pasar de 30/40 kms/h en ningún momento. Y, en especial, porque el lago se disfruta sobre todo en barco.
Ese transbordador nos llevará hasta Cernobbio, que tiene uno de los embarcaderos más bellos y uno de los paseos más agradables. A Moltrassio, donde hay una ermita tan pequeña que el turista que sabe de su existencia y su ubicación pasará a su lado sin darse cuenta de que es lo que está buscando, y donde Vincenzo Bellini se inspiró para algunas de sus bellas melodías. A Tremezzo, donde puede contemplarse la Villa Carlotta, un palacete con uno de los jardines más hermosos que el turista habrá visto nunca. A Menaggio, donde calles y paseos parecen un decorado para una película ambientada en los años treinta. Y, por supuesto, a Bellagio, para muchos la joya del lago. Un pueblo muy pequeño, rodeado de agua por todas partes salvo el sur, que ofrece tantas panorámicas sobre el lago que el turista no sabrá con cuál quedarse.
Los amantes de las visitas a lugares sin gran interés turístico pero con enorme valor histórico pueden proseguir por la orilla izquierda hacia el norte. Antes de Gravedonna, hay un pueblo llamado Dongo. Aquí fueron ejecutados Mussolini y Clara Petacci el 28 de abril de 1945 por un grupo de partisanos. Habían sido detenidos horas antes cuando intentaban huir de Italia.
Ilustres visitantes
El lago de Como ha sido desde el siglo XIX uno de los lugares preferidos por aristócratas, artistas y ricos en general. Por aquí pasaron Napoleón, Stendhal, Liszt, Verdi y Rossini, que ahora han sido sustituidos en villas y palacios por George Clooney, Madonna y otros personajes del cine y la música. No es extraño, por el enorme atractivo de este lago de aguas mansas y profundas en el que el tiempo es tan cambiante que a lo largo de un día el turista puede salir de su hotel con sol radiante, verse obligado a guarecerse de la lluvia a media mañana, perderse en la niebla a primera hora de la tarde, gozar otra vez de un cielo totalmente azul cerca del atardecer y regresar corriendo al hotel después de cenar para no terminar empapado por un chaparrón.
Si usted busca un lugar de esos que el tópico calificaría de ‘románticos’ pero lejos de palmeras, puestas de sol anaranjadas y playas de arena blanca, el lago de Como es su destino. Un romanticismo de otro tipo. Mucho más auténtico.