lavozdigital.es
nuboso
Hoy 5 / 18 || Mañana 7 / 16 |
más información sobre el tiempo
Estás en: > > >
Galápagos, el paraíso viviente
Actualizado: 16:20

ISLAS

Galápagos, el paraíso viviente

Alejadas mil kilómetros de la costa continental más cercana, el archipiélago sigue siendo un placentero hogar para la fascinante vida animal que lo habita

03.09.13 - 16:20 -
AnteriorSiguiente
Galápagos, el paraíso viviente
Iguanas marinas parecen posar en la isla. / P. Grifol
Galápagos, el paraíso viviente
El auténtico protagonista. /P. Grifol.
Galápagos, el paraíso viviente
Lobo marino en una reserva de las islas. /P. Grifol.
Galápagos, el paraíso viviente
Pelícanos en Puerto Ayora. /P. Grifol

ecoturismo

naturaleza en
islas galápagos
GUÍA PRÁCTICA
  • Cómo ir. La compañía LAN Airlines, con una de las flotas más modernas del mundo y una extensa red de destinos en el continente sudamericano, hace posible descubrir las maravillas de las Islas Galápagos. Su programa propone, desde 1.300 euros, y gracias a su ruta Madrid - Guayaquil - Baltra, conocer de primera mano todos los atractivos de este Parque Natural. Tiene vuelos diarios y directos desde Madrid y Barcelona a Guayaquil (Ecuador), punto de conexión para viajar a las Galápagos.
  • Cómo moverse. El Parque Natural de las Islas Galápagos comprende 13 islas grandes, 6 pequeñas y más de 100 islotes. Solo tres de sus islas ¬–Santa Cruz, Isabela y San Cristóbal– tienen asentamientos humanos y se pueden visitar por nuestra cuenta, aunque también se pueden hacer excursiones para visitar las deshabitadas. Las visitas a las islas están muy reglamentadas y todas las excursiones se hacen con guías que obligan a cumplir estrictas normas de respeto al entorno. Así pues, la mejor opción es contratar un viaje organizado que facilitará el traslado entre las islas y el alojamiento. El viaje se puede organizar en la Oficina de Turismo de Puerto Ayora (en Santa Cruz), en alguna agencia especializada de Guayaquil como ECUADORIAN TOURS.
  • Documentación. Pasaporte en regla. No se necesita visado, pero hay que pagar 100 dólares en efectivo a la entrada al Parque Nacional Galápagos, que se paga al llegar al aeropuerto. __La moneda es el Dólar estadounidense, que conviene llevar en efectivo y en billetes pequeños.
  • Alojamientos. Dos hoteles se han hecho famosos en las islas: uno situado a las afueras de Puerto Ayora (Santa Cruz). Angermayer Waterfront Inn tiene cómodas habitaciones y vistas fantásticas. Alrededor de 100 euros la doble. El otro hotel es La Casa de Marita, en la isla Isabela. En primera línea de playa, tiene habitaciones de todos los rangos, desde básicas hasta suites con jacuzzi. En su restaurante preparan magníficos ceviches.

El mundo -y sus circunstancias- se perciben de otra manera cuando ponemos el pié en las Islas Galápagos... Es la emoción del descubrimiento. Probablemente la misma impresión sintiera el joven naturalista Charles Darwin, que viajaba a bordo del británico Beagle y recaló en aquellas latitudes durante su viaje de investigación científica alrededor del planeta.

El placer de viajar es contemplar lo que pasa en el mundo desde la primera fila, y en el caso de las Galápagos, es la oportunidad de acceder al hábitat de este peculiar universo animal en el que sus moradores no muestran el menor temor ante las sorprendidas miradas del intruso ser humano, depredador por excelencia. Insólito.

Antes que el célebre científico inglés, el dominico español Fray Tomás de Berlanga, a la sazón obispo de Panamá, ya había estado allí en 1535, cuando se dirigía desde Panamá a Perú por encargo de Carlos V. En 1570 las islas aparecen por primera vez en los mapas de navegación descritas como Insulas Galopegos (Islas de las Tortugas).

A partir de esa fecha, las Galápagos fueron una especie de tierra de nadie en la que hallaron refugio piratas y bucaneros (generalmente ingleses), que las utilizaron como lugar de aprovisionamiento y escondite en sus viajes de pillaje a los galeones (generalmente españoles) que transportaban oro y plata desde América hacia España. Famoso se hizo el nombre del navegante Richard Hawkins, capitán de un galeón en la expedición de Francis Drake, que según la leyenda fue el primer corsario que visitó las islas en 1593.

Sucedieron muchos lustros de oscurantismo histórico por los que pasaron los piratas Davis, Eaton y el capitán Knight, que dicen las crónicas que eligió aquellas islas para esconder su tesoro (aun no encontrado). También las visitó en 1790 el explorador español Alejandro Malaspina, y tres años más tarde, el británico James Colnett se instaló en las ellas. Sugirió que fuesen utilizadas como base para balleneros y cazadores de focas. El saqueo practicado en este santuario de la fauna durante el siglo XIX fue tal que algunas especies entraron en riesgo de extinción.

Saqueo histórico

Finalmente Ecuador anexó las Islas Galápagos en 1832, bautizándolas como Archipiélago de Colón. Hoy, los animales antediluvianos pueden permanecer allí tranquilos, mostrando milagrosamente la misma insensata indiferencia a la presencia humana que mostraron durante todos esos siglos de accidentado devenir histórico, perviviendo a su libre albedrío como se merecen desde el principio de los tiempos y deambulando de aquí para allá; adaptándose a las condiciones climáticas y geológicas de cada isla.

A los tres años de que el archipiélago tuviera dueño, en 1835, Charles Darwin permaneció allí cinco semanas recogiendo información sobre su flora y fauna, y dejó escrito en su Diario su primera impresión: «El archipiélago es único. Las islas son un laboratorio viviente de especies de animales que no existen en otro lugar (...); nos encontramos frente al misterio de los misterios, que es la aparición de nuevos seres sobre la Tierra».

La teoría de la selección natural

Su entusiasmo se tornó en pasión investigadora y sus observaciones sobre las diferentes formas y tamaños entre los picos de los pinzones, la diversidad entre los caparazones de las tortugas, o las variaciones en el color de la piel de las iguanas, le llevaron a deducir que las condiciones particulares de cada lugar determinaban las características de los seres que habitan en él, mediante un mecanismo que llamó ‘selección natural’, y que posteriormente le condujeron a las revolucionarias conclusiones de su mítica obra El Origen de las Especies, publicada en 1859, que cambió el curso de la ciencia moderna.

Las Galápagos emergieron del Océano Pacífico hace cinco millones de años y el proceso evolutivo y los cambios climáticos las han convertido en uno de los más extraños lugares de la Tierra, en algunos casos se diría que se parece a un paisaje lunar.

Para iniciar el viaje lo primero será volar al aeropuerto de la isla de Baltra, pequeño islote al norte de la gran isla nodriza de Santa Cruz y principal punto de llegada de turistas, a la que accedemos por el canal de Itabaca en un trasbordador. Todavía no veremos animales exóticos, pero en el centro de la isla tendremos la primera parada del viaje para adentrarnos en unos peculiares hundimientos volcánicos que deparan una vista singular enmarcada por un bosque de lechosos (escalesias), denso y poblado de pájaros. Allí vi por primera vez el pinzón de Darwin, el pájaro de pico amarillo que fue el inicio de su investigación.

Animales prehistóricos

En el llamado Rancho Primicias, situado en la parte alta de la isla, habita una gran población de galápagos (tortugas gigantes), uno de los reptiles más antiguos y más longevos del mundo, a los que podemos acompañar en su lento caminar y ver cómo estiran el cuello con mesura y arrancan los tallos verdes crecidos de la tierra.

Un sendero pavimentado que parte de la capital de Santa Cruz, Puerto Ayora, nos conduce hasta Tortuga Bay. El final del camino nos deparará las primeras emociones fuertes del viaje. El trayecto, flanqueado por gigantes y pinchudos cactus, llamados opuntias, en los que ‘posan’ algunos pinzones, cucuves, papamoscas y otras aves endémicas, acaba en una inconmensurable extensión de arena que baña un agitado mar.

Al final de la playa, unos tupidos manglares dan sombra a un nutrido grupo de iguanas marinas que sestean expuestas al sol. La imaginación se dispara y creemos que estamos en el Jurásico. Nos podemos acercar tanto que podemos ver sus ojos medio cerrados... ¡casi tenemos que tener cuidado para no pisarlas! De vez en cuando alguna expele un líquido blanquecino para eliminar el exceso de sal... Así percibimos que están vivas. Después de la experiencia, terminamos el paseo en Playa Mansa, un remanso para quienes quieran practicar esnórkel. O simplemente respirar.

Un recibimiento salvaje

Junto a Santa Cruz se encuentra un conjunto de pequeños islotes llamados Islas Plaza. Paisaje desolado y seco; rocas volcánicas negras, porosas y afiladas. Sobrecogedor. Llegamos en barca y el recibimiento en el embarcadero no puede ser más espectacular: una familia de lobos marinos retozan y nos ofrecen su ‘show’ lúdico, iguanas juveniles saliendo de hoyos y agujeros rocosos, gigantescos cangrejos rojos trepando por las redondeces de las rocas salpicadas por la espuma de las olas, coloridos lagartos de lava encaramándose por la cabeza de las viejas iguanas... como si quisieran ver qué pasaba.

Cormoranes en tierra, incapaces de volar, envidiando quizá el rápido vuelo raso de los pelícanos café y el majestuoso planear de las águilas. Junto al precipicio de los cortantes acantilados: piqueros de patas azules y piqueros enmascarados. Y de entre este barullo animal, las iguanas terrestres que merodeaban entre las oquedades de las piedras, pasaban como si fueran minidinosaurios con sus crestas erizadas y sus garras prensiles.

Reliquias del pasado

Las iguanas terrestres constituyen verdaderas reliquias, pertenecen a la familia de los saurios por lo que están emparentadas con los grandes reptiles que desaparecieron hace 100 millones de años. Para quitar el aliento.

Los fondos marinos del archipiélago se encuentran entre los más intactos del planeta. Allí nos espera otra maravilla, la de inmiscuirnos en una fiesta de peces exóticos: el damisela de cola amarilla, el jeroglífico, el pez loro, el bandera, el arco iris... En el islote Tintoreras, junto a la Isla Isabela, podemos nadar junto a lobos marinos mientras abajo se ven erizos lapicero, estrellas de mar azules y tortugas marinas. A veces puede que nos pase de refilón una manta-raya o un tiburón martillo. El ascenso de adrenalina está garantizado.

En las Galápagos los humanos estamos en una dimensión imperceptible para los animales. Estamos como encantados por el arte de magia de la Naturaleza... o por lo

TAGS RELACIONADOS

la estación de darwin

En la parte baja de la isla de Santa Cruz se encuentra su capital, Puerto Ayora, donde está ubicada la Estación Científica Charles Darwin, creada en 1959, y las oficinas centrales del Servicio del Parque Nacional Galápagos. Sus objetivos son preservar este hábitat natural y permitir que el turista disfrute de todas estas especies únicas. Científicos ecuatorianos y extranjeros, muchos de ellos estudiantes y voluntarios, trabajan en los programas de investigación y conservación; el más importante es el de la cría de tortugas gigantes en cautividad, que se encarga de que los quelonios puedan ser introducidos en su hábitat natural. Allí se pueden ver varias de las 11 subespecies de tortugas que quedan en las islas y se proyecta un vídeo explicativo. Y allí también vivía El Solitario George, el último sobreviviente de la dinastía de tortugas terrestres de la Isla Pinta, que murió en junio de 2012 sin dejar descendencia. Otros proyectos están relacionados con la educación ambiental y los recursos marinos. Una visita a sus instalaciones es el complemento perfecto al recorrido por las islas. En la Estación también hay una playa de arena protegida por dos formaciones rocosas, muy apropiada para darse un baño y así rematar un perfecto día educativo.
lavozdigital.es

EN CUALQUIER CASO TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS:
Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa.