Val Thorens es una de esas estaciones en las que disfrutar está a la orden del día. El centro invernal más alto de Europa (se encuentra por encima de los 2.000 metros de altitud) ofrece diversas actividades para realizar tanto en invierno como en verano. Su afamada tirolina, en la que se llegan a alcanzar los 100 kilómetros hora, es uno de sus mayores atractivos, pero no el único.
Conducir sobre la nieve siempre ha sido un riesgo. Situado a los pies del glaciar de Péclet, a más de 3.000 metros de altura, se puede vivir la sensación de un descenso increíble con una bicicleta de montaña. La pista de color azul Tête Ronde, que acumula hasta 700 metros de desnivel, se convierte en un escenario perfecto tanto para los deportistas como para todos los apasionados de la BTT.
Sensaciones extremas durante seis kilómetros
De esta actividad se puede disfrutar cada temporada todos los miércoles, jueves y viernes por la tarde, a partir de las 17:00 horas tras el cierre de las pistas. Un monitor especializado va siempre en compañía del grupo durante todo el descenso, en el que se disfruta de una impresionante estampa montañosa.
Durante más de 45 minutos las fuertes sensaciones se van incrementando en una bajada en la que hay que recorrer cerca de seis kilómetros hasta la llegada. La emoción desbordante se puede notar en sus constantes curvas, en la posición que hay que adoptar en la bici e incluso en las caídas, que forman parte de una ocasión única de practicar ciclismo de montaña en una estación de esquí. Una aventura en la que al final se puede disfrutar de un delicioso vino caliente como merecida recompensa.
Para poder acceder a esta experiencia es indispensable realizar una reserva previa y formar un grupo de entre cinco y 12 personas. La bicicleta, las protecciones y el guía se encuentran incluidos en un precio que asciende hasta los 50 euros si no se dispone del forfait y de 40 euros la bajada con un pase de temporada válido.
