Dónde comer buena caza en restaurantes de culto por España

Tradición y nuevas propuestas: peregrinaje para saborear la cocina cinegética del siglo XXI

Guiso de lentejas con pechuga de pato salvaje de El Retiro

Emma Sueiro Nieto

La llegada del otoño es recibida con fervor tanto por micófilos como por cinegéticos. Adentrarse en los bosques en la búsqueda y recolección de las setas o aguardar a la veda para capturar las mejores piezas de caza . Ambas actividades culminan en una especie de liturgia ancestral y festiva, que se traduce en la mano sabia que trajina en los fogones los hallazgos y las capturas, y en la mejor compañía en torno a una mesa para disfrutar comiendo esa siembra y compartiéndola. Porque del monte vienen esos sabores, matices y aromas que luego el cocinero deberá resaltar para mayor gloria de las piezas.

En este mes en el que se unen caza menor y mayor vamos a dar unas pinceladas acerca del arte de la culinaria cinegética en nuestra piel de toro. En los últimos tiempos, camina entre arenas movedizas y no precisamente porque se haya visto mermado su poderío culinario, sino por las normativas impuestas en torno a la caza y por las rigurosas inspecciones a las que someten a los restaurantes por si hay algún despiste y se cocinan piezas prohibidas, con multas de infarto.

Un insigne en conocimiento y maneras de cocinar la caza como Iñaki Camba ya advierte a pie de calle y en la carta de su restaurante Arce , en Madrid, lo siguiente: «De pelo o pluma de temporada. Solamente de las que nos dejan». Ya no hay zorzales, ni tórtolas y atrás quedaron las fiestas en torno a la «todopoderosa» becada. Pocas aves, muy pocas, compartiendo mesa con liebres y con piezas de caza mayor. Los tiempos cambian, a mayor o peor gloria, y este arte coquinario, también.

Pichón del restaurante Lera

Hay que comenzar por el gran adalid de la cocina cinegética: Luis Alberto Lera, que estrena libro al respecto en Montagud Editores («Lera. Gastronomía, cultura y caza») y que ha conseguido que su restaurante Lera , en la localidad zamorana de Castroverde de Campos, sea un auténtico lugar de peregrinaje y culto para saborear la cocina de la caza del siglo XXI. Cuenta con una culinaria absolutamente revolucionaria cuyos guisos y estofados se mojan en agua, casi exentos de fondos. Porque Lera quiere que los comensales disfruten de su menú degustación (76 €) en todas sus dimensiones, fundamentalmente para coger de nuevo el coche con buenas digestiones y cara y estómago de felicidad. Perdiz en escabeche, caldo de pato, pimientos rellenos de paloma, alubias de Saldaña con liebre, torcaz en pechuga y su lingote con chocolate, y carne de ciervo marinada. Contrario al «faisandage» (operación de mortificación de los animales que consiste en dejarlos al aire unos días para que la carne esté más tierna y con un sabor particular debido a que no se extraen las vísceras) y a las maduraciones largas, se lamenta de no poder cocinar la becada en el restaurante y de sentirse muy orgulloso de sus pichones.

Ciervo de descaste asado, de Santerra

Madrid es plaza indiscutible de la cinegética, con el mencionado Arce y también con un César Martín en permanente estado de gracia desde su centro de operaciones: Lakasa . Todavía recuerdo nuestro primer encuentro en el antiguo restaurante Balzac y la antológica comida en torno a la caza que nos ofreció. Desde entonces, vivimos un idilio gastronómico permanente. Continuamos en La Buena Vida , otro clásico de la caza en el Foro. Carlos Torres y Elisa Rodríguez forman el tándem perfecto y son otros locos de la caza, tanto en la cocina como de comensales. Imbatible su civet de liebre. De la escuela de Martín y de Lakasa, Saúl Sanz triunfa en Treze y arrasa con carnes de caza mayor como el gamo. Horcher es un clásico que no puede faltar con platos como el ragú de ciervo, y a la última, el ciervo de descaste asado, de Santerra.

La lista es larga y muy apetecible, pero viajamos hasta Lugo para visitar el restaurante Campos , ubicado en un edificio del siglo XVIII en pleno centro. Su propietario, Nicolás Vázquez, nieto de los fundadores, prepara con orgullo las jornadas dedicadas a la caza que realizan desde 1952, con platos como el Wellington de corzo, hongos y pistachos confitados. Dos propuestas nos llegan desde Asturias. Muy simpática la de Èleonore , en Castrillón, Salinas: Muffin de caza con mantequilla ahumada de castañas y consomé de setas. Y la de El Retiro (Pancar. Llanes): Liebre a la royal con puré de apionabo y setas o tartar de ciervo con algas, brotes marinos y jugo de perejil. Mucho poderío.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación