Y en la noche... se hizo el jazz, el blues y el swing en Chicago. Elegimos el Green Mill, el emblemático club donde Al Capone campaba a sus anchas, según dan fe la leyenda y los registros policiales de la época. Uno de sus secuaces, «Machinegun» Jack McGurn, era uno de los dueños del local. Es jueves, y como todos, la «Alan Gresik Swing Shift Orchestra» ameniza la velada con un repertorio presentado por un maestro de ceremonias que impone su voz. El neón se torna blanco y negro cuando profiere.
¿Años 30, 40, 50? La música fluye y la orquesta hace mover las caderas de las aleccionadoras señoras y señores septuagenarios confundidos con treinteañeros y demás imberbes del ritmo. Curiosos, turistas y amantes de la buena música tienen su cita cada noche en este mítico club fundado hace más de 100 años y cuyo actual propietario lo decoró siguiendo los cánones de la «era de la prohibición», los gloriosos años 20.
Chicago es también la ciudad donde se construyó el primer rascacielos en EE.UU. Por ello, y por su excelente carne, es catalogada por los «chicagoans» como la «ciudad más americana de EE.UU.», alejada del artificio cosmopolita de la urbe neoyorquina. ¿Qué llevó la arquitectura a los cielos de la joven nación estadounidense? Un reportero del «Chicago Tribune» adujo que fue la coz de una vaca a una lámpara de queroseno que provocó tal incendio, en 1871, que obligó a reconstruir el «downtown» de la ciudad. Leyenda o realidad, la construcción ya no sería igual en Chicago tras ese gran incendio. Y claro, se hizo a lo grande. Y a lo alto.
El John Hancock Center, construido en 1969, es digno heredero de esos primeros rascacielos. En la planta 95 alberga el restaurante «The Signature Room on the 95th Floor», la mejor opción para conocer las alturas de Chicago, disfrutar de una «burguer» y ahorrarse los 18 dólares del simple ascensor que lleva al viajero hasta el observatorio.
¿Desea una lección de arquitectura? Hagan como Rajoy y Merkel, en su cita previa antes de la Cumbre de la OTAN del mes de mayo y embárquense en «First Lady» (unos 25 dólares, hora y media de paseo) y recorran fluvialmente la ciudad, al tiempo que reciben toda una disertación arquitectónica por parte de algún profesor jubilado universitario. El edificio más alto de Chicago es la Torre Willis, que se eleva 110 pisos y 443 metros en pleno centro de Chicago. Cuando se completó en 1974 fue el rascacielos más alto de EE.UU., hasta que las «Torres Gemelas» neoyorquinas lo superaron. Tras el 11-S, la Torre Willis es de nuevo el techo de EE.UU.
La Torre Trump, el Aon Center, el edificio de la compañía telefónica AT&T, la Torre NBC, las «mazorcas de maíz» de los edificios gemelos Marina o el elegante estilo neogótico del «Chicago Tribune» son algunos de los edificios que fotografiarán en la apacible travesía que concluirá con una vista desde el lago Michigan.
Chicago, cuyo término significa «fuerte» en el idioma indio de los Potawatomi, tiene diversos apodos como «The Windy city» (La ciudad del viento... que procede del lago), «The Second city» (La segunda ciudad... por su rivalidad con Nueva York), a los que habría que incluir ahora «La ciudad de Obama», donde vivió y configuró su carrera política el actual presidente de EE.UU.
El arte también es muy americano en Chicago, sobre todo en su pinacoteca Art Institute que invita a un recorrido por una variada representación desde el «Mao» de Andy Warhol –ante el cual los turistas chinos no resisten la tentación de fotografiarse con tan sicodélico timonel–, el rigor del cuadro «Gótico americano» de Grant Wood o la decadencia crápula del «Nightwalks» de Edward Hopper. Más allá del arte de EE.UU., el Art Institute de Chicago encierra joyas de Van Gogh («Los bebedores»), Monet («The Houses of Parliament») y Picasso («El viejo guitarrista»). De febrero a mayo de 2013, el Art Institute rendirá tributo al pintor malagueño con una primera exposición: «Picasso and Chicago».
En sus cercanías se encuentra el Millennium Park, donde la «Cloud Gate» de acero inoxidable (conocida como «la alubia» por su forma) provoca todo tipo de reflejos y estrambóticas imágenes de una ciudad ante su espejo. Junto a este signo de la modernidad arquitectónica se encuentra la «Crown Fountain», otra innovación a modo de fuente ideada por el artista barcelonés Jaume Plensa: un rostro «escupe» agua desde una pantalla rectangular a los transeúntes que se refrescan a borbotones. Por cierto, en el centro de Chicago, conocido como «The Loop» por el tren en la altura que lo recorre circularmente, hay obras escultóricas de Picasso o Miró.
Chicago, para comérselo
La gastronomía es el cuarto pilar del alma de Chicago. Dos pistas sobre ello: Cité Chicago, restaurante en la cumbre del rascacielos «Lake Point Tower» con impresionantes vistas nocturnas (no perderse sus «escargots»), y el Chicago Cut Steakhouse, junto al río en un marco incomparable.
La «ruta de Obama» volverá a resurgir este año, ahora que el presidente aspira a la reelección. Su casa es un «must see», pero un consejo: céntrese en el blues&jazz, deguste lentamente una buena hamburguesa y deje en paz al peluquero de Obama... que ya sufrió lo suyo con tanto turista curioso.
Cuatro «must see»
Gastronomía: la mejor carne / En el Chicago Cut Steakhouse desgustará, a unos precios asequibles, de la mejor carne de la ciudad, con fama en EE.UU.
El Art Institute: Warhol, Hopper, Van Gogh, Picasso / El próximo año organizará su primera exposición sobre el pintor malagueño.
Arquitectura como Rajoy y Merkel / Antes de la Cumbre de la OTAN, Rajoy y Merkel departieron en un barco, «First Lady», la mejor lección de arquitectura de la ciudad.
Clubes: jazz, blues, swing / «Green Mill», «House of Blues» o el impresionante Teatro de Chicago, construido en 1921, con su cartel vertical CHICAGO. Templos de la música.