PISCINAS NATURALES
Cinco excelentes «playas» de Extremadura donde pasar el verano
Cursos fluviales que, con sus aguas tonificantes, ofrecen un disfrute calmado e hipnótico
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La Olla, Las Hurdes
El grisáceo paisaje montañoso de pizarra y exquisito de la comarca de las Hurdes tiene en lo profundo de sus valles el frescor del verano. Como el que aporta el río Ladrillar al pueblo de Las Mestas, que, al atravesar el núcleo crea el charco de La Olla, un lugar de baño refrescante y natural pues aprovecha el lecho del río. Para disfrutar de una sombra singular nada mejor que acercarse a un árbol singular del municipio, el Enebro de Mestas. Situado junto a una casa forestal, se supone que fue traído de la cercana sierra de Gata hace 350 años.
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La Granja, valle del Ambroz
Aunque los veranos son frescos al pie de la sierra de Béjar, donde discurre el río Ambroz, al llegar al pueblo de La Granja el chapuzón resultará tentador en sus aguas por las comodidades de esta piscina natural que invita tanto al baño como a tumbarse en la hierba junto al río. Si se prefieren las aguas más cálidas son las termas de Baños de Montemayor, conocidas ya cuando los romanos transitaban por la vecina Vía de la Plata, el lugar donde sumergirse. Ya tonificados con el agua conviene deambular por una de las juderías más bonitas de las conservadas en España, la de Hervás.
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Descargamaría, Sierra de Gata
Cuando se disfruta del paisaje y la naturaleza de la sierra de Gata es imposible no fijarse en sus ríos, encajonándose desde que nacen en las cumbres de los montes. Es el Árrago uno de sus principales cursos fluviales y el que adquiere gran protagonismo durante el estío en Robledillo de Gata, el primer pueblo que surge a su paso. Aguas cristalinas para un baño relajante y sin riesgo, por la poca profundidad de su piscina natural. Además cuenta con un chorro natural que, desde las rocas, ofrece una auténtica ducha de naturaleza.
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Garganta de los Infiernos, Valle del Jerte
Esta garganta al pie de la sierra de Tormantos es una reserva natural de espectaculares marmitas de roca o pozas y saltos de agua conocidas como Los Pilones. El agua está helada pero después de la caminata entre robles y castaños para llegar hasta ellas -tres kilómetros desde el Centro de Interpretación-, se convierte en un paisaje anhelado, y sobre todo refrescante, enclavado en un magnífico entorno natural.
Las rocas en formas redondeadas como grandes cubetas son fruto de la erosión fluvial, el agua del deshielo excavándolas ha pulido la roca para crear un paisaje extraordinario de rocas blanquecinas. En sus inmediaciones además se despeña el Chorrero de la Virgen, una cascada a la que se asoma una desviación de la misma senda que se dirige a los Pilones.
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Descuernacabras. Geoparque Villuercas Ibores Jara
Generosa en aguas, la garganta de Descuernacabras es uno de los rincones más sorprendentes del Geoparque Villuercas Ibores Jara. El aprovechamiento del agua atrajo al hombre hasta ella desde época romana, como atestiguan los restos de su herrería, central hidroeléctrica, acueducto, explotaciones mineras, puentes y molinos.
El desfiladero se nutre de las aguas que descienden de la sierra de Guadalupe y acabarán desembocando en el Tajo. En su trazado se puede caminar -en un sugerente itinerario circular de quince kilómetros- y también disfrutar de un baño único a su paso por el pueblo de Valdecañas de Tajo, donde se remansa en su piscina natural.