Diez curiosidades de La Rioja que quizá desconocías
Desde las huellas de dinosaurios de Enciso hasta el milagro de Santo Domingo de la Calzada pasando por la historia de la mítica calle Laurel
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La Rioja es, tal vez, una de las grandes desconocidas de la Península. No lo es su vino, sus viñas, paisajes o gastronomía, pero sí algunos de los tesoros, curiosidades y entresijos que esconde esta pequeña tierra del norte de España que, a buen seguro, te cautivará.
La ruta de los dinosaurios
Al sur de La Rioja, en el valle alto del río Cidacos y a 72 kilómetros de Logroño, encontramos Enciso, una localidad cargada de historia y desde la que parte una ruta muy especial a través de la que descubrir el rastro de los dinosaurios que hace unos 120 millones de años transitaron por estas tierras. Se trata de un enclave estratégico desde el que parte la 'Ruta de los dinosaurios', que finaliza en Navalsaz y que está compuesta por siete yacimientos a lo largo de los que encontraremos unas 1.400 icnitas de estos ancestrales reptiles.
Se trata de un plan perfecto para hacer a lo largo de un fin de semana y que, seguro, hará las delicias de los más pequeños (y los que no lo son tanto).
La leyenda del gallo y la gallina de Santo Domingo de la Calzada
Santo Domingo de la Calzada es uno de los municipios más importantes del Camino de Santiago y su Catedral está relacionada con un milagro declarado Bien de Interés Cultural de carácter inmaterial por parte del Gobierno de la comunidad.
La leyenda se remonta al siglo XIV, cuando un matrimonio alemán y su hijo, en el transcurso de su peregrinaje, pararon en una posada del pueblo. Una de las posaderas se enamoró del chico y, al no ser correspondida, decidió introducir en su equipaje una copa de plata para culparle de robo. El joven fue condenado a la horca pero cuando sus padres se dispusieron a darle la sepultura descubrieron que había sobrevivido. Él les contó que había sido bendecido por la gracia de Santo Domingo. Los progenitores, inmediatamente, se dispusieron a contárselo al corregidor, que les tachó de locos y espetó: «Su hijo está tan vivo como el gallo y la gallina que me dispongo a comer». En este momento las dos aves comenzaron a cacarear como si no hubieran sido cocinadas. De ahí el dicho: «Santo Domingo de la Calzada donde cantó la gallina después de asada»
Desde entonces, el gallinero de la Catedral es uno de los atractivos del municipio.
El barrio con mayor concentración de bodegas centenarias del mundo
En la localidad de Haro -a unos 50 km de distancia de Logroño-, conocida popularmente como la 'capital del Rioja', se encuentra el Barrio de la Estación , que alberga en sus calles la mayor concentración de bodegas centenarias del mundo. Su ubicación, que data de la segunda mitad del siglo XIX, un poco alejada del corazón del pueblo, responde a la necesidad estratégica de estar situada al lado de la estación de ferrocarril.
Además del dato histórico, no hay mejor plan para un sábado o domingo soleado que pasear por sus calles y parar en alguna de las bodegas del barrio, bien sea para hacer una visita con cata o simplemente para disfrutar en el winebar de una exquisita copa de vino . Desde R. López de Heredia Viña Tondonia (la más antigua, pues data de 1877), CVNE (1879), Gómez Cruzazo (1886), La Rioja Alta (1890), Bilbaínas (1901) y Muga (1932) hasta Roda (1987).
Los primeros vestigios del castellano
En San Millán de la Cogolla, situado en el valle del río Cárdenas, afluente del río Najerilla, en las estribaciones de la Sierra de la Demanda, bajo las cumbres del monte San Lorenzo, el más alto de La Rioja, encontramos los Monasterios de Yuso y Suso . Son Patrimonio de la Humanidad desde 1997, es que no hay que olvidar que en los muros del recinto monástico unos monjes escribieron las primeras palabras en romance, lengua que ha evolucionado en lo que hoy conocemos como el castellano. La localidad puede presumir también de haber sido cuna de las primeras obras que escribió el poeta Gonzalo de Berceo .
La calle Laurel, el antiguo 'Barrio rojo' logroñés
Cuando hablamos de La Rioja es inevitable que salgan a relucir las bondades del ocio y la gastronomía de la capital. ¿Quién no ha escuchado hablar de la mítica calle Laurel ?. Su ambiente y la posibilidad de encontrar desde pinchos tradicionales hasta opciones más innovadoras lo han convertido en uno de los grandes atractivos de la comunidad. Sin embargo, son pocos quienes conocen la verdadera historia detrás del nombre de esta concurrida zona.
Y es que la calle, situada en el sudoeste de la ciudad, en el entonces conocido como Barrio San Pedro, junto a las murallas y alejada de las iglesias, fue la zona que las prostitutas escogieron para ejercer su oficio. Estas, cuando estaban libres, colgaban de sus ventanas ramitas de laurel para avisar a sus clientes. De ahí su nombre.
'Batalla del vino', una fiesta a todo color
Volviendo a la localidad de Haro, situada en la Rioja alta, encontramos una de las fiestas más peculiares de España, la 'Batalla del vino'. Se celebra cada 29 de junio, coincidiendo con la festividad de San Pedro, y tiene lugar en los Riscos de Bilibio, a unos seis kilómetros del municipio. Hasta allí se desplazan miles de personas -es también un reclamo turístico a nivel internacional- a primerísima hora de la mañana, vestidos de blanco y dispuestos a tirarse miles y miles de litros de vino hasta que el morado les cubre de pies a cabeza. Es entonces el momento apropiado para ir a comer un buen almuerzo y calentarse cerca de los asadores.
La historia de esta peculiar fiesta, que se celebra en honor a San Felices, no es tan conocida como la celebración en sí y se ha achacado popularmente, aunque sin encontrar fundamento, a un conflicto territorial con la ciudad de Miranda de Ebro. La leyenda cuenta que el origen procede del constante enfrentamiento entre ambas localidades por la pertenencia de la cueva en la que fue enterrado en Santo, en los Riscos de Bilibio. Los habitantes de Haro subirían a manchar de vino a los de Miranda, manteniendo la posesión del territorio. Sin embargo, si un año estos no subían, el risco pasaría a ser de los habitantes de Miranda.
Un otoño con vistas
La estación otoñal es, sin duda, el mejor momento para visitar La Rioja . Los colores que tiñen como un manto las viñas y los paisajes son un auténtico regalo para los sentidos y, lo mejor, es que se puede disfrutar de ellos desde casi cualquier lugar. La mejor opción es coger el coche y dejarse llevar por las carreteras y los pueblos y descubrir sus rincones secretos. Para aquellos a los que no les guste tanto improvisar, una buena forma para disfrutar de una mañana otoñal puede ser también dar un paseo por Briñas, a orillas del río Ebro, y finalizar tomando una copa de vino en el Palacio Tondón.
Una joya arqueológica
En Aguilar del Río Alhama, en la Rioja baja, se esconde una de las joyas arqueológicas de la región. Tuvo una ocupación celtibérica, una posterior romana y otra visigoda. Merece la pena visitar los yacimientos de Contrebia Leucade, donde podemos encontrar viviendas excavadas en la roca, una muralla romana, foso y muralla celtibéricos y obras de abastecimiento de agua que les permitían abastecerse sin depender del exterior.
El 'Guggenhein riojano'
En la Rioja alavesa encontramos otro de los atractivos turísticos de la zona, este sí más conocido, aunque no por ello menos recomendable. En la localidad de Elciego se encuentra la sede de las Bodegas Marqués de Riscal, un diseño del arquitecto canadiense Frank Gehry que inauguró en su día el Rey Juan Carlos. El gran contraste de sus formas con el tradicional paisaje ha despertado sentimientos y opiniones dispares de quienes lo visitan. Sin duda, no deja indiferente a nadie y es una parada casi obligatoria si vas a pasar unos días en la zona.
No todo es el vino
El valle riojano del Ebro no solo ofrece una gran oferta vinícola, en la gastronomía de la zona no podemos olvidarnos del exquisito manjar de la Sierra de los Cameros, un queso de cabra que puede presentarse en forma de diferentes variedades: tiernos, con corteza natural, añejos o con Denominación de Origen Protegida. Para todos aquellos amantes de este alimento, una buena forma de disfrutar de esta tradición es visitar la quesería , conocer los entresijos de su producción artesanal y finalizar la jornada con una degustación.
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