En el equipo Garmin tienen tres corredores, Dan Martin, Robert Hesjedal y David Millar, con los que no van a ganar el Tour, «pero sí vamos a mover la carrera hasta donde podamos». Eso dicen sus directores, entre los que se encuentra Bingen Fernández. Eso es lo que piensan en la formación americana y en otros grupos deportivos, sabedores de que las opciones para la general son un bien preciado del que pocos disponen. Con menos nervios de los esperados, con una etapa más tranquila de lo que se presumía, la consigna en determinados equipos era eliminar a los 'sprinters' para que ninguno llegase delante.
Lo consiguieron: se quedaron el líder, Kittel, Cavendish, Greipel... prácticamente todos. Lo que parecía en Ajaccio un paseo para Peter Sagan se convirtió en un disgusto para el corredor y para su formación, Cannondale, que se quedó sin efectivos cuando más le hacían falta, con la banderola del kilómetro final por delante. Les va a costar a los italianos arropar a Sagan en una carrera como el Tour.
Se quedó solo un belga desconocido, Jan Bakelants, de 28 años de edad, que se había metido en una escapada que se formó cuando Froome terminó uno de esos ataques de los que nunca se sabe el fin que tienen. Garmin sí tenía efectivos, pero dejaron que la sangre que recorre el cuerpo de un ciclista pasase de fría a helarse y para cuando quisieron reaccionar, Sagan se había quedado sin etapa y David Millar sin el maillot amarillo, por un segundo, que fue el tiempo que le saco Bakelants al pelotón.
Una jugada redonda para RadioShack, que ganó la etapa y consiguió el liderato de una forma inesperada. Que entre dos equipos no pudiesen controlar lo que quedaba del pelotón lo dice todo. Bakelants se metió junto a Gorka Izagirre, Fuglsang, Sylvain Chavannel, Mori y Flecha en un escapada que se formó en los cinco últimos kilómetros a la que se acercó el grupo principal. Cogieron a todos. Les quedaba solo un hombre, que parecía fácil, que no debía de aguantar. Pero aguantó, y ganó, y se vistió de amarillo, un ciclista que comparte habitación con Jens Voigt, un ejemplo para él: «Pensaba en Jens, que con 41 años sigue corriendo. Yo con 28 años no podía pararme. He seguido, he continuado dando pedales y he ganado», explicaba al borde de las lágrimas el compañero de Haimar Zubeldia y Markel Irizar.
Un chaval modesto, un currela al que le toca dar la cara, si hace falta, para un líder en los primeros kilómetros de las etapas, un ciclista de la escuela belga que en 2008 ganó el Tour del Porvenir, la Lieja-Bastoña-Lieja sub-23, el circuito de las Ardenas. Que como juvenil se impuso en la Het Volk. En 2011 ganaría las metas volantes del Giro de Italia.
Desgracia tras desgracia
«Ni siquiera pensaba que podría estar en el Tour. Me operaron de la rodilla derecha en marzo y luego se me inflamó la izquierda en la Vuelta a Romandía. Hice un buen Campeonato de Bélgica y me seleccionaron para el Tour. Me ha faltado suerte en mi carrera», explicaba con tranquilidad.
En 2010 se fracturó el codo en el Giro de Lombardía. Estudió en la Universidad de Lovaina ingeniería. Al pelotón del Tour le hizo un buen proyecto. En ciclismo, las oportunidades suelen pasar una vez a lo largo de una carrera, en un momento impensable, una situación inesperada. Bakelants no dejó pasar la que se le presentó. Ha ganado una etapa del Tour. Lo normal es que esa situación no vuelva a repetirse a lo largo de su carrera deportiva. «Para Andy Schleck, este Tour servirá para quitarle presión», decía. Por mucha presión que le quiten, Haimar Zubeldia será quien tenga que disputar la general. Otra cosas es que el pequeño de los Schleck venda más para la prensa internacional.
«Kim Andersen (su director) me daba ánimos por el pinganillo: ¡Allez, allez!» seguía explicando el ganador. Andersen ha vuelto al Tour, con uno de los hermanos Schleck, es su mentor, después de la desaparición de Johan Bruyneel a los mandos del RadioShack. El mánager belga no tenía buenas relaciones ni con los dos hermanos luxemburgueses, ni tampoco con su director.
Córcega, una isla que conjuga la dureza de sus paisajes montañosos con unas aguas de un azul que dañan la vista, ha roto todas las previsiones. No han ganado ni Cavendish, ni Sagan, lo que les seguirá cargando de presión. Quien pasó un buen día fue Alberto Contador, al que la caída, por el momento no ha afectado mucho. Tony Martin, que tiene el cuerpo molido a golpes tomó la salida bajo la responsabilidad del médico del Omega. Tuvo un traumatismo cranoencefálico, fue el hospital, le mandaron al hotel y quiso hacer la etapa. Es un tanque físicamente. El año pasado se cayó en la primera etapa del Tour y se rompió el escafoides. Aguantó hasta la contrarreloj de Besançon, donde buscó el triunfo de etapa. Como no lo consiguió dejó la prueba.
Martin, doble campeón del mundo contrarreloj y subcampeón olímpico, había sido muy crítico con el Tour por la etapa de Alpe D´Huez, concretamente por la bajada que hay: «Es una carretera vieja, estrecha y llena de irregularidades. Se va como sobre adoquines, se pierde el control sobre la rueda delantera. No hay barreras protectoras. A la derecha hay un precipicio de treinta o cuarenta metros. Si un corredor falla en un curva hasta ahí habrá llegado». Quizá él no consiga llegar a esa etapa, ni tampoco a los Alpes.