Estamos en una ciudad abierta a todos los vientos, con un mar calmado que cuando se encrespa pone en tensión a esta localidad de 52.000 habitantes, Saint-Malo, una villa en la que nació el escritor Chauteaubriand y también nombres como los de Robert Surcouf o Jacques Cartier, que descubrieron lugares recónditos.
En Saint-Malo ganaba Marcel Kittel, en un sprint en el que Mark Cavendish chocó contra Tom Veelers (Argos), que se fue el suelo.
El inglés salió desequilibrado de ese lance y no pudo ni meterse en el sprint. Veelers es uno de los lanzadores de Marcel Kittel. «He estado involucrado en la caída de Tom Veelers. Si lo que ha sucedida es culpa mía, lo siento. No hubo intencionalidad en mi movimiento al cruzarme con un corredor y menos en un sprint. Acabo de ver la llegada y creo que no me moví de mi trayectoria. Estaba adelantando a Veelers y nos tocamos con los codos. De todos modos, espero que esté bien».
Tom Veelers, el perjudicado, comentó que Mark fue claramente a por él, para tirarle, por lo que considera que debe de ser descalificado. Sin embargo, el jurado técnico del Tour, después de ver las imágenes en televisión, decidió no sancionar a Cavendish.
Fue la antesala de la primera contrarreloj individual del Tour, con 33 kilómetros de recorrido que en alguno de sus tramos, en la parte final, está pegada al mar. Una contrarreloj que después de lo que pasó en los Pirineos adquiere un gran valor.
Las estadísticas dicen que Chris Froome debe de darle un nuevo golpe a la carrera en forma de diferencias sobre todo sus rivales, entre los que no hay ningún contrarrelojista. Es decir, que el mejor de todos los implicados en la general es él. Tony Martín está en otra batalla, la del triunfo individual, si es que su cuerpo lacerado por el asfalto se ha terminado de recuperar de los golpes recibidos en la caída de la primera etapa. Normalmente ganará esa crono. Esa es una de las razones por las que ha aguantado en carrera.
La única referencia valida, conjunta, que tenemos de la mayoría de implicados en la general es la del Dauphiné, sobre una distancia parecida, en la que Froome logró unas diferencias de escándalo, en un trazado parecido al que se van a encontrar en Mont-Saint-Michel.
Ganó Tony Martín esa etapa, con Froome en tercera posición, que sacó 1:58 a Contador, 1:50 a Valverde, 2:09 a Purito Rodríguez. Jonathan Castroviejo salió bien parado. Sólo cedió dieciséis segundos.
Cadel Evans no estuvo en el Dauphiné. En el Tour del año pasado no corrieron Contador y Purito. Valverde estaba bastante tocado. De Froome, medalla de bronce en esta especialidad en los Juegos Olímpicos de Londres, todo lo que se puede decir es bueno.
Acabó segundo en la contrarreloj de Salamanca de la Vuelta a España de 2011, detrás de Tony Martin. Fue el único que le aguantó el tipo. Terminó a 59 segundos del alemán y el único que finalizó a menos de un minuto.
Las referencias con Froome
Eran 47 kilómetros y Froome aventajó en 23 segundos a Wiggins, en 28 a Cancellara y en 34 a Taylor Phinney. Casi mejor es ni mirarlo, porque desde entonces ha seguido mejorando, para que no nos entre vértigo.
En el Tour del año pasado solo le ganó su compatriota, Bradley Wigggins, en las dos contrarrelojs. No son señales muy positivas para sus rivales. Sabe Froome, sabe el pelotón del Tour, que la carrera puede quedar muy tocada, con unos tiempos imposibles de recuperar en los Alpes.
Cuando a Contador le preguntaron por esa contrarreloj se explicó muy rápido: «Será difícil para mí. Es totalmente plana. Es para rodadores. Parto con desventaja con respecto a Froome».
Alejandro Valverde se mostró algo más optimista: «Froome está por encima no solo de mí, sino de todos. Espero perder el menor tiempo posible en la crono y estar a la altura o por encima del resto de rivales».
La frase, acuñada desde hace muchos años, de que queda mucha carrera por delante es cierta, muy aparente, pero los días, las etapas van pasando y las fuerza no van a ser las mismas después de dos semanas de Tour, para nadie.
Cuando a Froome le dijeron que Contador había comentado que la última semana de la Vuelta a España el año pasado se le hizo muy larga, el inglés dijo que se encontraba muy cansado, después de una temporada muy larga, con el Tour, los Juegos Olímpicos. «Esa no es una buena referencia», ironizó.
Aunque mejor esa que la del Dauphiné, que resulta demoledora y nos quita un poco de esperanza. En las contrarrelojs lo que cuenta es el valor de cada ciclista en ese momento, su estado físico. El de Froome es mejor que el del resto de participantes en este Tour.
Con algo más de dureza podrían mitigarse las pérdidas. Con una contrarreloj llana, pendientes del viento, va a tocar sufrir. Sobre esa crono dijo que si le hubieran dicho que iba a llegar a la contrarreloj con la ventaja actual, lo hubiese firmado hace tiempo.