Zubeldia, durante la contrarreloj de Chartres./AFP
«Llegué al Tour para hacer otro trabajo y me encontré con que tenía que disputar la general por todo lo que ha pasado en la carrera. Yo salí de Lieja con la idea de ayudar a Fränk Schleck y a Klöden», explica Haimar Zubeldia, que a los quintos puestos que ya tenía en la general del Tour añade un sexto.
Ha querido dar a conocer lo que le había sucedido a principios de temporada: «Al acabar la Vuelta a Andalucía me concentré en Canarias y allí noté que el corazón se me revolucionaba. Hablé con el médico del equipo, Pedro Celaya, y fuimos a ver a un especialista, el doctor Bodegas, que me detectó una fibrilación auricular persistente, una arritmia».
Cuando se lo dijeron se le vino el mundo encima: «No sabía si podía seguir corriendo, si me carrera deportiva se iba a terminar allí. Fue un golpe muy duro en el que no sabes que decisión tomar. Tuve que estar un mes parado, sin correr, y con una medicación muy fuerte».
El especialista dijo que el tipo de arritmia que tenía se podía curar, que con un tratamiento debería de desaparecer: «Son arritmias que les detectan a algunos deportistas de alta competición, debido a los esfuerzos, a los entrenamientos que se hacen», explica. Volvió a entrenar al cabo de un mes, poco a poco, hasta que el problema desapareció y pudo correr con normalidad: «Me pusieron un 'holter', en el que se iban recogiendo todos los movimientos del corazón. No tuve más problemas».
«Quería correr el Tour»
Cuando salió de la consulta del doctor Bodegas le dijo a Kepa Zelaia: «Quiero correr el Tour, así que hazme un plan de trabajo para correrlo». Su familia también recibió un duro golpe: «No es lo mismo dejar el ciclismo cuando tú quieres, o por que te quedas sin equipo y no encuentras otro, que por un asunto como este. Tanto la ayuda de la familia como de los Bodegas y Zelaia fue muy importante».
Por esa razón define este Tour como «muy especial». «Llegué muy bien a la salida y cuando he tenido que responder, creo que he respondido. Había hecho bien las cosas para hacer el trabajo que había que hacer», explica.
Sobre el Tour en general, opina: «Se ha dado el guión que yo pensaba. Quizá no esperaba que Cadel Evans cediese tanto tiempo. Yo creía que iba a estar más cerca de Wiggins y su equipo. Ya en el Dauphiné Liberé se veía que Wiggins marcaría las diferencias en las 'cronos' y que en la montaña estaría con los mejores. Les ha salido todo perfecto».
La marcha del Tour de Fränk Schleck por su positivo con un diurético resultó clave. «Nos perjudicó. Era un hombre menos que iba a estar delante en la montaña y hubo nervios en el equipo para poder seguir puntuando para esa clasificación. Nos dejó un poco tocados. Era la primera etapa en Pirineos. Con él teníamos más seguridad», reconoce.
La actuación que tuvieron con Haimar muchos de sus compañeros en la etapa que finalizó en Peyragudes le hizo hablar con sus directores: «Me dijeron que asumían su decisión, que ellos habían dado las órdenes de que la gente se fuese hacia delante. No sé si fueron órdenes de ellos o de Johan (Bruyneel)». También habló con Klöden: «Le dije que no tenía ningún problema con él, pero que podía haber preguntado. La imagen que dimos como equipo, en la forma de funcionar, fue lamentable».
«Hace tres meses ni sabía si iba a correr el Tour, ni como lo iba a terminar. He hecho una buena clasificación y he vuelto a tener las mismas sensaciones de hace nueve o diez años. También por eso ha sido especial para mí. Me he recuperado y he estado a gran nivel», sentencia.
